Cap 9

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Un golpe frío y seco me despertó. Kevin azoto la puerta y entro corriendo, asustado, su cuerpo brillaba del sudor.

Tomo la esponja en el piso y la metió en la cubeta, la exprimió y se acercó a mí.

Patalee e intente moverme para que no me volviera a poner la esponja, no sería capaz de soportar más descargas.

-cálmate, no voy hacerte daño, voy a limpiarte. - explico Kevin mientras ponía su mano en mi frente - estas sudando frío, puede que te de fiebre. Tienes que comer.

Paso la esponja por mi rostro, el agua fría resbalaba por mi piel, suavemente pasaba la esponja por mis mejillas, limpiando cada rastro de sangre. Regreso la esponja a la cubeta y me quito el trapo de la boca, delineo con sus dedos sucios mis delgados labios mientras tararea una canción de cuna. Sus dedos son rasposos y me lastiman, su mirada cristalina observa detalladamente sus movimientos, como una lima para las uñas se siente el tacto de sus dedos con mis labios, es perturbador, es relajante con su tarareo. Regreso por las esponja y siguió limpiando mi rostro, quitando todo marca de sangre en mi rostro y en mi pecho. Suaves movimientos, con música de fondo.

Limpio la esponja en la cubeta, y continúa con mis muslos. La sensación de escalofríos cada que el agua fría toca mi piel.

Cierre los ojos, ~cosas bonitas, solo piensa en cosas bonitas~ le pedí a mi mente. Pero no puedo pensar, el dolor que siento físicamente me está matando. Aunque Kevin lo hace muy delicadamente, el tacto con mi piel quemada me está volviendo loca. Sin contar el dolor que recorre toda mi espalda al recargar mi peso en el colchón.

Levanto la vista y veo a Kevin terminar de limpiar la sangre seca de mi cuerpo. Aquella promesa se rompió, no por John, no por mí, por un hombre que me violo. Kevin solo limpia aquella evidencia de lo que algún día pudo ser mi vida. Aquella sangre que espere derramar con el hombre que amaba.

Aquel hombre sin nombre me quito lo que toda mujer quisiera mantener antes del matrimonio, me arrebato mi libertad, mis sentidos, mi vida, la virginidad que un día le prometí a John entregársela a él, solamente a él. Estoy segura de que esa sangre no es solo por la penetración, si no por todos los muslos desgarrados dentro de mí.

Kevin lanza la esponja llena de sangre dentro de la cubeta, rápidamente me desata las manos y me incorporo para ayudarle a desatar la tela de mis pies.

-te voy a traer algo de comida, tienes que comer- dice Kevin mientras desata mi pie de la cama, no digo nada solo desato mi otro pie rápidamente. En mis muñecas y mis pies se han marcado los pedazos de tela, la falta de circulación han provocado una línea morada y negra, que rodea mi muñeca y la de mis pies. Kevin aún no ha desatado por completo el otro pie.

Libertad, aire, volar, soñar, libertad. La puerta está abierta, Kevin olvido cerrarla. Libertad, esperanza, correr, libertad. Kevin ya termino de desatar mi pie. Libertad, una sola oportunidad.

Golpeo a Kevin en la cara, se tapa el rostro, le he roto la nariz. Pateo en medio de sus piernas y él se retuerce. Corro hasta la puerta, salgo corriendo cerrando a mis espaldas la puerta que me privo de mi libertad por no sé cuánto tiempo. Un largo pasillo esta frente de mí, las paredes están hechas de cemento, estoy en un sótano, corro hasta las escaleras del fondo del pasillo y las subo rápidamente sin voltear atrás, la poca energía en mi piernas hacen que suba lentamente mientras un retortijón invade mis chamorros. Empujo la puerta al final de las escaleras y lo que veo me sorprende.

Es una cabaña, una grande y vieja cabaña. Las paredes, el techo, el piso, todo está acho de madera. Los sillones viejos y polvorientos son una sala que no se ha usado por años, unos pasos adelante esta un comedor polvoriento y una cocina oxidada. Las escaleras de madera están desgastadas me imagino dan a las habitaciones del segundo piso. No quiero descubrirlo, salgo por la puerta principal y bosque, toda la caballa está rodeada de bosque ¿Dónde diablos estoy? pinos gigantes, hojas verdes y otras secas cubren el suelo, no hay caminos, no hay más cabañas, no hay nada, solo un bosque, mi pecho sube y baja por forzar mi respiración. ¿Dónde estoy?

Escucho la puerta del sótano abrirse, Kevin me está observando desde esta, su nariz está sangrando. Y corro.

Las hojas en el suelo lastiman mis pies descalzos, las ramas golpean mi rostro evitando que vea bien, mi mano está enfrente para quitarlas antes de que me lastimen los ojos. Corro, sin destinos, corro todo lo que puedo zigzagueando entre pinos, sigo corriendo hasta que el bosque esconde la caballa. Sigo corriendo, solo me detengo para ver si Kevin me sigue, tengo mucha resistencia, aunque no sé cuánto llevo sin comer o probar una gota de agua, puedo correr por un par de horas más gracias a los ejercicios que hacia todas las mañanas en mi casa. Corro por mi vida.

El bosque empieza a evolucionar y los pinos se mezclan con una variedad de árboles, el suelo baja en pendiente y se escucha agua fluir, sigo corriendo aunque bajo la velocidad a un ritmo que me permita seguir un rato más.

Agotada empiezo a caminar, enfrente de mí el sol es demasiado brillante, me palpita la cabeza con cada latido del corazón, mis entrepiernas lastiman en cada movimiento para caminar y mi estómago tiene un hueco enorme. ¿Estoy muerta? El ruido del agua es más fuerte y los arboles empiezan a ser menos. Camino hasta donde termina la zona boscosa y me encuentro con un milagro.

Un rio, un enorme rio frente a mis ojos fluye sin importarle mi presencia. Corro hasta la orilla y me dejo caer en mis rodillas, hago una cuna con mis manos y las lleno de agua, lavo mi cara y tomo pequeños tragos de agua.

La fatiga hace que mis ojos parpadeen en protesta, el sol quema, el agua no ayuda. Mi cuerpo pide comida, pide descanso, pide ayuda. Intento pensar en alternativas de ayuda, de que alguien me encuentre.

De repente mi cuerpo ya no reacciona, se acuesta en la orilla del rio viendo el bosque delante de mí, el sol sigue subiendo en el cielo, mis ojos se cierran lentamente. Una persona camina directo a mí, entrecierro los ojos para intentar examinar esa figura humana, la luz del sol no ayuda mucho, me mira por un rato, sus ojos, esos horribles ojos. Mis ojos se cierran lentamente. Es el sujeto.

-no debiste escapar- dice y se inclina delante de mí, no aguanto más, no soporto la poca energía en mi cuerpo, el miedo que me inspira ese hombre es enorme. Mis ojos se cierran cayendo en un profundo sueño.

Mi mundo se ha transformado en un infierno de fuego y monstruos.

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