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Como una ordinaria mañana de otoño, YoonGi iba de camino a clases. El frío viento mañanero le despeinaba los azabaches cabellos que caían por su frente y sus ojos aún estaban algo cerrados por el sueño. Debía tener cuidado de no tropezar y caer.

Bostezó. Los lunes no solían disgustarle, pero este en particular sí. ¿Por qué? Porque era el regreso a clases. Así es, las vacaciones de verano ya habían finalizado y nuevamente los adolescentes y niños debían regresar al estudio.

Para YoonGi, la escuela no tenía nada de emocionante. El único motivo por el que iba era para estudiar, ya que no había otra cosa por la cual ir. No tenía amigos. Ni siquiera uno. No sabía por qué, pero le costaba muchísimo entablar una amistad con alguien. Así que sus días se basan en estar solo frente al computador, esperando a que su madre regrese de trabajar.

Hizo una media reverencia como saludo de cortesía en cuanto cruzó a algunos de sus compañeros de clase en el camino. Éstos le sonrieron y siguieron con su 'emocionante' charla. Las carcajadas que soltaban llegaban a sus oídos como bombas a punto de reventar sobre su tímpano. Era insoportable.

Llegó hasta la puerta de la escuela y esperó pacientemente a que la anciana le abriese para poder pasar.—Buenos días, jovencito. Espero que tengas un buen retorno a clases —Lo saludó la mujer, y él solo asintió.

Muchas gracias —Dijo, y continuó con su camino hacia su clase. Detrás suya, podía escuchar todavía a sus compañeros gritando y riendo.

Subió las escaleras que lo separaban de su salón de clases y en cuanto cruzó la puerta, una bomba de gritos fue lanzada al suelo. Chicas y chicos se levantaron de sus asientos para saludarlo, emocionados.— ¡Buenos días, Min YoonGi! ¡Se ve muy bien hoy! —Decían algunas chicas. Se sintió verdaderamente asqueado.

Es por eso que le costaba tanto entablar una amistad. En su clase, todos los 'amaban' por su físico, pero nadie se empeñaba en conocerlo. Así que prefería quedarse solo. 'Mejor solo que mal acompañado', decía un famoso dicho.

En ese momento, unos golpes se escuchan en la puerta. Todos los presentes en el salón se voltean a mirar, intrigados, cayendo en el profundo pozo de la realidad en cuanto ven a un alumno jamás visto esperando por atención.

El nuevo chico sonríe, con nerviosismo.— Disculpen por arruinar su emoción, pero... Soy nuevo aquí, quisiera que alguien me diga si este es el salón 7A. El cartel está dañado... —Murmura. YoonGi se concentra en la dulce voz que el chico posee. Está seguro de que debe ser igual de dulce cuando canta.

Nadie tarda en reaccionar y se apresuran a asentir, tomándolo de los hombros para obligarlo a que se siente. ¿Cómo podrían negarle la entrada a un chico tan lindo como él?

Nuevamente, la atención que recibía YoonGi se vio opacada por el chico nuevo. Se quedó analizándolo durante unos segundos. Alto, mucho más alto que él, de tez blanca y delicada. Ojos grandes de color marrón al igual que su cabello. Nariz respingada y labios finos, pero atractivos.

Había que admitirlo: el chico era bastante lindo. No podía negarlo. Aunque su actitud era lo que más le interesaba. Esa actitud tan tímida y educada que posee lo hace ver frágil, vulnerable. ¿Será tan así como aparenta?

Chico lindo, ¡preséntate! —Imploró una de sus compañeras allí, robándole una risita al recién nombrado. Éste se levantó del pupitre donde lo habían colocado.

De acuerdo, mi nombre es Jeon JungKook, tengo dieciocho años... Y si alguno de ustedes vuelve a ponerme las manos encima, prometo romperle todos los huesos del cuerpo.

El salón cayó en silencio, mientras aquel lindo y misterioso chico continuaba con la dulce sonrisa que tenía hace unos minutos, y que no contrastaba con las palabras recién dichas.

Luego de unos segundos, todos rieron, creyendo que se trataba de una simple broma.

Pero el castaño hablaba en serio. Y YoonGi se había dado cuenta de ello.

Look Pretty | KookGiWhere stories live. Discover now