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   Música ensordecedora. Alcohol. Drogas.

   Esto sólo podía tener un nombre; fiestas. YoonGi solía ir a fiestas cuando estaba estresado, a hacer básicamente nada. Se mantenía en una esquina, bebiendo algo que lo distrajera y comiendo lo que los dueños de la fiesta tenían para ofrecer.

   A veces charlaba con alguien, hasta que la fiesta terminaba y cada uno se iba por su lado. Pero, como dije; a veces. La mayoría de las veces era él y sus pensamientos.

   Le dio un rápido sorbo a su bebida, sintiendo el agrio líquido quemar su garganta en cuanto tragó. Se sentía del asco.

   No sabía por qué, pero solía deprimirse seguido. Había días donde tenía inmensas ganas de vivir y agradecía el simple hecho de respirar, y otros días tenía ganas de morirse y dejar todo atrás. Hoy era uno de esos días.

   Por supuesto que sus madres no tenían idea de esto. Y no sentía la necesidad de decírselo, pues, estaba seguro de que le dirían algo como “YoonGi, no tienes razón para estar triste”. Eso le hacía pensar, ¿por qué siempre hay que tener una razón para estar triste? Él siempre fue de los que, cuando preguntaban el motivo de su gran tristeza, respondía con un ‘no lo sé’, y no era porque no quisiera decirlo; sino porque no lo sabía.

   Se levantó del sillón donde llevaba recostado durante dos horas seguidas y comenzó a caminar en dirección a la terraza del hogar. Tanto tiempo sentado lo hacía sentir adolorido, y sus piernas estaban débiles. Aún así, eso no lo detuvo.

   Subió escalón por escalón con sus pasos siendo silenciados por la música. No sabía de quién era la fiesta. Quizás de algún viejo compañero de la primaria que se cambió de escuela, quizás algún primo lejano. Podía ser cualquiera de las dos opciones.

   Empujó la oxidada puerta de la terraza escuchando a ésta arrastrarse dolorosamente por el suelo, provocando un ruido molesto para sus oídos. No había tantas estrellas en el cielo como creía que habría.

   En la cornisa, pudo divisar a un chico. Cabello castaño y alto. Parecía tranquilo mirando el cielo, con sus piernas colgando por el borde. Lucía sereno, y de algún modo, el silencio en el ambiente y él le provocaba una sensación de paz.

   Sintió como si el mundo se tomara las cosas con calma unos minutos. Sintió una voz en su cabeza que le decía “puedes descansar”.

   Se acercó a la cornisa, sin perder de vista al muchacho. No lo reconoció hasta que estuvo cerca de él, y sintió que su lengua se enredaba cuando quiso hablar.— JungKook... —Murmuró. El castaño giró su cabeza con calma, no parecía sorprendido de verlo. YoonGi carraspeó—. Perdón, Jeon. A veces se me olvida.

   El chico lo miró durante unos segundos, y luego desvió la vista al frente.— JungKook —Dijo.

   Lo miró, confundido.— ¿Eh?

   —Puedes llamarme JungKook. No me molesta cuando viene de ti.

   Asintió con la cabeza, en silencio. JungKook palmeó dos veces el espacio vacío a su lado, invitándolo a sentarse. Tragó saliva, apoyando ambas manos sobre la cornisa para poder impulsarse y sentarse sobre ésta. Sintió vértigo al ver lo lejos que estaban del suelo. Se abrazó a sí mismo, presionando sus piernas contra su pecho.

   El castaño chasqueó la lengua.— El mundo es una mierda —Dijo, de repente.

   Lo miró.— Lo sé.

   —Quisiera poder olvidarme de todo.

   —Yo también.

   —...Ojalá no hubiera matado a esa persona.

   —Sí... espera, ¿qué? —Se volteó hacia el castaño, quién se encontraba mirando a sus manos entrelazadas sobre su regazo. Jugueteaba con sus dedos, y lucía pensativo. Algunos castaños cabellos caían sobre su frente con rebeldía.

   Suspiró.— Hay momentos donde esa persona llega a mi mente. Recuerdo a las sirenas de los coches de la policía, las cintas amarillas que decían ‘no pasen’, y yo. Me veo a mí, desde los ojos del muerto. Como si me hubiesen asesinado.

   Se quedó en silencio unos segundos, analizando lo que acababa de decir.— ¿Cómo se sintió?

   Soltó una amarga risa.— Aliviador. Por unos segundos olvidé que yo era el asesino. Fue genial sentirme excluído de cualquier tipo de carga —Se relamió los labios, de repente secos, y fijó su mirada al frente—. Cuando recuerdo a esa persona, me dan ganas de saltar —Admitió. YoonGi se sintió alarmado de repente. No quería que el chico se matase.

   Y esto le hizo pensar, ¿por qué se estaba compadeciendo de un asesino? Quizás porque no estaba del todo seguro de que lo fuera. Aún no sabía los hechos.

   —¿Recuerdas cuando dije que TaeHyung era Belcebú? —Preguntó, volteándose para verlo. El azabache asintió—. Yo creo que tú eres Rehaliah.

  —JungKook, ese es un ángel —Dijo, sintiéndose confundido. El contrario soltó una risilla.

  —Lo sé.

***

Rehaliah: se considera un ángel liberador de cualquier mal.

Look Pretty | KookGiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora