Capitulo 38. Cielo e infierno

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ANAIRAM

¿Por qué siempre mi refugio era llorar?, todo era llorar y llorar y aunque era débil, no podía seguir así, claro que no, por el bien de mi gente y el mio propio. Siempre me había preguntado que seria ser princesa y estar rodeada de lujos y atenciones, pero una cosa era soñarlo y otra vivir en ello.

Este castillo era lo máximo, claro que lo era. Me atendían y cuidaban de mi como una bebé, cosa que ya no me gustaba, o bueno, desde un principio no me gusto. Tantas atenciones como rechazos me afectaban, aunque no del todo, pero ahí estaba.

Por ejemplo, lo que paso con Harry, solo fue un desliz, quiero pensar eso, porque aunque mi cerebro formule siempre esa palabra, mi cuerpo y la forma de mi corazón al palpitar un poco más de lo normal me atosigaba y quería que se repitiera, pero no podía, yo no podía hacerme algo así.

Por otro lado estaba Humter, quien con su presencia de un día a otro me había hecho sentir en una paz hechizante. Se que al principio comenzamos con mal pies, ¡Vaya que si lo hicimos!, el con su rareza y yo con la mente tan cerrada en ese entonces.

Había dejado a Luna después de haber charlado un rato en su despacho y me había ido a mi habitación. Necesitaba pensar y poner en orden mis ideas, además de que no quería que nadie me viera y aunque mi mamá decía que me veía radiante, yo me sentía rara, no dejaba de pensar que esta era otra yo, la nueva que vendría con poderes y responsabilidades incluidas, también no podia olvidar que tendré que comprarme ropa de mi nueva talla, porque la mía ya me había quedado chica.

Suspire y me acomode lo mejor que pude en la cama. Traté de dormirme y casi lo logro, si no fuera por los pequeños golpes en mi puerta.

—Adelante— hablé tranquila. No había volteado, me quedé en  posición fetal, sin hacer nada. Sentí como la puerta era abierta y cerrada en un segundo, y después como alguien se recostaba a mis espaldas. Me volteé lentamente y me quedé embobada viendo esos ojos azules que en un principio me asustaron, pero que ahora que los miraba mejor, parecía un mar, un mar donde se proyectaba un sin fin de emociones.

Le sonreí y él me acurrucó contra su pecho, me quede de piedra, pero después le abracé, ¿Qué más daba?, Su corazón latiente y calmado me profundizaba en un vaivén, mientras que me acariciaba mi cabello. Las luces estaban apagadas, si, pero sus ojos como unas farolas azules brillaban en toda esta oscuridad.

—¿Qué ha pasado? — susurró cerca de mi oído. Su embriagador aliento me hizo estremecerme completamente —Has estado muy ausente desde que llegamos aquí— siguió hablando. Cada vez que una palabra salia de su boca, los bellos se me ponían de punta.

Lo miré atentamente en la oscuridad —Lo verdad no lo sé— titubeo — desde que hemos llegado aquí, me e enterado de tantas cosas y supongo que no las e podido digerir bien— Humter me miró atentamente y arrugó su ceño. Se giró un poco y prendió la pequeña lampara, para después voltear lentamente y clavar sus mares azules en mi rostro. Me miró sorprendido.

—¿Te has hecho algo en el rostro? — preguntó curioso.

Lo miré extrañada, ¿Qué me había hecho en el rostro?, de un momento a otro me acorde de mi pequeño susto de esta mañana y sin pensarlo tomé una almohada tapandome rapidamente.

— No, no, no te ocultes— insistió — Quiero verte— poco a poco me quitó el cojín y no puse objeción. Revisó cuidadosamente mi rostro, para después sonreír.

—Ha esto se refería Luna — dijo más para así mismo que para mi. —Estas hermosisima, Ana, de verdad— susurró cerca de mis labios.

Lo miré atenta, ya no sentía esa pequeña repulsión de alejarme, más bien era como una atracción, como la que sentía con Harry... Harry, sería mejor olvidarlo. Él ya estaba con esa Maria y para mi era suficiente prueba.

Sus grandes farolas me miraban atentamente sin pestañear, cada vez había poca distancia y algo en mi quería que la cortase toda de una vez. Sin que se lo esperara uni nuestros labios. Al principio se sorprendió, pero después me tomo de la cintura y me atrajo mas hacia él.

Esto era diferente, si, sentía mariposas y cuando nuestras lenguas se rosaban era como llegar al cielo mismo y volver a pisar tierra para después subir nuevamente. Me sentía feliz. Por algún motivo quería que nunca se separara de mis labios. Los suyos eran adictivos y muy suaves.

Humter se acomodó encima de mi y sentí corrientes eléctricas por todo mi cuerpo. Solté un jadeo involuntario y el gruñó, poco a poco nos separamos por falta de aire y cuando mire sus ojos, podía notar la pasión que surgía.

¿De verdad estaba pasando?, ¿Me había besado con Humter?, ¿Con el chico extraño del colegio?.

Sonreí internamente. No sabia que decir, ¿hariamos cómo si nada ahora?.

Poco a poco se fue acercando hasta quedar a poco centímetros de mis labios.

—Dime que necesitas que me vaya — susurró — porque si no lo haces, te besaré hasta el cansancio y te juro que no podré parar fácilmente — sentía correr fuego por mi sangre.

Esto estaba tenso. El ambiente estaba con un toque excitante y me encantaba. Él me hacia sentir segura y protegida. Como respuesta le besé, le besé con todas mis ganas y sonrió, sonrió como un niño a quien le regalaban el mejor dulce, tomandome así de la cabeza para profundizarlo. Esa noche no me entregue a él, claro que no, porque me respetó y se lo agradecí, pero si se quedó a dormir, a petición mía claro está. Humter era buen chico, un caballero un tanto extraño, pero lo era a su modo y de alguna forma me atraía, claro que lo hacia.

Ve me aquí ahora en el rollo de mi vida.

Humter era el cielo en persona y Harry el mismísimo infierno, y a mi me encantaba los dos lugares.

Sangre joven: El comienzo de una nueva era.Where stories live. Discover now