XI

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— Por favor ¿podemos entrar ya a la discoteca? —Denna se encontraba cansada de encontrarse en el parking de la discoteca escuchando las mismas canciones de reggaeton durante más de una hora

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— Por favor ¿podemos entrar ya a la discoteca? —Denna se encontraba cansada de encontrarse en el parking de la discoteca escuchando las mismas canciones de reggaeton durante más de una hora. 

Ella no era una estirada de la música, si bien no estaba acostumbrada a ese estilo de canciones y sus letras a veces fueran reprochables, tenían algo que la incitaba a bailar, a moverse al ritmo de la música.

Sólo que ese parking, dónde dos de sus amigos ya habían vomitado le quitaba todo el ambiente excitante que podía tener la fiesta.

Deseaba entrar, escuchaba desde lejos el ruido estridente de la música, a ese nivel que cuando estabas ahí dentro sentías como tu corazón palpitaba al compás mientras los colores de las luces te hacían perderte en las emociones.

También le dolían los pies, era algo que se había resignado a padecer pues sabía que su calzado no era cómodo, pero esperaba que el dolor fuera el producto de horas de baile, no de estar parada como posesa mientras Eric seguía buscando el fondo de aquella garrafa que habían preparado de mezcla.

— Chicos, quiero entrar ya —. Volvió a repetir tensandose ante la falta de respuesta porque parecía que ellos no iban a llegar a entrar a la fiesta.

Buscó con la mirada a Andreu sin encontrarlo, sabiendo que quizás él podría acompañarla, porque había algo que la aterraba y era entrar sola, sin nadie. Pero cada vez parecía mejor idea eso que quedarse fuera, ayudando a la gente a caminar sin caerse.

— Denna no seas un coñazo ¿no ves que estamos bien aquí? —Eric rodó los ojos y suspiró encontrándola tediosa e inaguantable —. Joder, si te quieres ir vete, pero no des la lata, todo el rato con esa cara de enfadada. Para eso haberte quedado en casa.

Sus amigos rieron, alentados por el alcohol creyendo que Eric la había puesto en su sitio. Ella apretó los puños sin ganas de discutir o ofenderse por un borracho, porque sabía que era incapaz de enfadarse sin llorar.

— Me lo habría pasado mejor que contigo —. Cogió su cartera de golpe, aquella que había estado reposando al lado de Eric todo el tiempo que llevaban ahí. 

— Tu no sabes divertirte —. Le dio un sorbo a su vaso de cubata mientras se le asomaba una sonrisa burlona, que dejaba claro si se estaba burlando de ella.

Denna le quitó el vaso enfadada pensando que ya había bebido suficiente, sin ganas de tolerarle a nadie que se pasara de listo con ella, porque era buena, si, pero no por eso tonta.

—¿Quieres comportarte de una vez como una persona normal? —le habló apretando los dientes en voz baja esperando que la obedeciera sin herir casi ese orgullo que tenía.

—¿Y tú quieres dejar de ser la friki que sueles ser y divertirte por una vez en tu vida?— reprochó él balanceandose por la bebida y la embriaguez recordándole a Denna todas las inseguridades que solían embargarla en cuanto se quedaba sola en su casa. —¿No te cansas de ser doña perfecta? ¿El ser más soso y aburrido que existe?

Caeleste Bellum © [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora