XVIII

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Querido Marcus:

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Querido Marcus:

Nos alegra haber recibido noticias tuyas, recibimos la visita de algunos Omegas cuando se desveló la identidad de mi madre en las noticias, agradecemos de corazón que nos hayas informado personalmente de esta pérdida y sentimos mucho no haber podido establecer contacto antes. No sabíamos si recibirías el mensaje, te hemos seguido la pista en alguna ocasión pero la perdimos en Nueva York, nos ha sido imposible contactarte.

No podemos decirte dónde estamos actualmente, tenemos mucha gente detrás y lo que nos traemos entre manos es importante. Hemos encontrado pistas sobre la daga Bashmelek que nos han llevado hasta estar cerca de conseguirla, sin embargo hemos llegado a un punto desde el que no podemos salir, la daga ahora debe pasar a ser responsabilidad vuestra mientras nosotros seguimos las pequeños caminos que nuestra investigación ha abierto sin quererlo.

Hemos descubierto que la daga se encuentra en el castillo de uno de los antiguos celestes, en Reino Unido, desconocemos si se trata del de Aslan o el de Edmond pero tal vez puedas encontrarlo en tu diario, seguiremos en contacto contigo.

Con cariño

McKenna y Alan

Marcus sintió verdadero alivio por primera vez en varias semanas, dejó el portátil sobre la mesa y por unos instantes se permitió respirar con calma de verdad, sin sentir las presiones que llevaban invadiéndolo durante días.

Le preocupaban McKenna y Alan y había llegado a un punto demencial en el que difícilmente podía tomarse un pequeño respiro, además de que su encuentro con el Sol no había ayudado precisamente a relajarlo. El hecho de haber contactado con ellos y que además supieran algo de la daga, no era más que un plus, algo que tenía claro que inevitablemente debía notificarle a Arthur y Altair pero no sentía ganas de hacerlo en ese momento.

Dejó el teléfono encima de la mesita de noche para mirar el techo de su habitación, era de noche y no podía dormir, sentía aquel vacío que había sentido cuando pensaba que iba a morir, el vacío de no haber sido suficiente, de no haber vivido suficiente y entonces se acordó de ella. Recordó como Leseath se negaba a unirse a ellos alegando que quería una vida en la que vivir según sus deseos, donde quería cumplir las metas que se había propuesto. Ahora en el silencio de la noche reflexionaba sobre si las metas que él mismo se había impuesto eran suyas de verdad o de alguien más. Pensó en lo estúpido y egoísta que fue, en como creyó que la mala de la historia era ella solo por querer vivir a su manera, quizás ella moriría pronto también, no era segura la forma en la que arriesgaban su vida. Y pensó, que por su culpa, si ella moría, moriría con el mismo vacío que experimentó él, porque por cumplir su misión, le impuso como habían hecho con él, los sueños y metas de otros. Ella no sería la chica que comienza la universidad en la ciudad de sus sueños, hace amigos y disfruta cada momento, por él, ahora ella sería la chica que huye con un grupo de extraños de ciudad en ciudad sin saber si va a haber un mañana.

Caeleste Bellum © [EDITANDO]Onde histórias criam vida. Descubra agora