XIII

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El ambiente jocoso de después del partido no parecía haberse disipado cuando llegaron al apartamento tras ver a los Yankees jugar contra los Mets en un partido amistoso local que a Isaac le hacía especial ilusión, no solo porque eran dos de sus eq...

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El ambiente jocoso de después del partido no parecía haberse disipado cuando llegaron al apartamento tras ver a los Yankees jugar contra los Mets en un partido amistoso local que a Isaac le hacía especial ilusión, no solo porque eran dos de sus equipos favoritos, si no porque era la primera vez que acudía a un partido. 

Descansó en la habitación mientras observaba entre sus pertenencias la bola de baseball firmada por los San Diego Padres que las monjas le habían regalado hacía algunos años por su cumpleaños. En muchas ocasiones las echaba de menos, eran las mujeres que lo habían criado después de todo, siempre se habían esforzado en educarlo bien y en que no le faltase de nada. Pese a siempre haber soñado con salir de allí y ser libre para conocer mundo eso no significaba que no extrañase a aquellos a los que había dejado atrás, tal vez podría hacerles una visita cuando todo aquello acabase, aunque no estaba muy seguro de cuando fuera a ser aquello, sabía que mientras todos lo creyeran muerto no podría acercarse a ellas y una vez todo terminara sería complicado para todos explicar lo sucedido, porque tal vez Skylar tenía una versión de los hechos sencilla, seguía su carrera a distancia y sus amigos la creían conociendo a su madre, pero lo suyo... Eso ya era más difícil de explicar.

Skylar en cambio reposaba sobre el sofá con las piernas dobladas para acomodarse en un solo espacio y dejar el sitio disponible para Isaac mientras ojeaba los folletos de comida para llevar que había cogido por el centro de Nueva York mientras daban el paseo hacia la parada del metro para ir al apartamento que la exesposa de su padre tenía mientras dirigía una obra en la ciudad. Esa noche no estaba en casa, solía estar en varios lugares distintos cada día, era una mujer realmente inquieta, entendía que su padre se hubiera fijado en ella, era realmente agradable y tenía un carácter que hacía que quisieras estar con ella, incluso cuidó de ella cuando de vez en cuando iba a la ciudad a ver a su hermano mientras era pequeña pese a no estar casada ya con su padre y no ser de su familia. 

La pizza de uno de los restaurantes pareció por fin llamar su atención cuando el teléfono interrumpió sus pensamientos, suponía que era su padre, que cada noche llamaba para ver cómo estaba y le contaba lo que había hecho en el día con pelos y señales, pero en cambio, la foto de perfil de WhatsApp del hijo de Géminis la sorprendió apareciendo en medio de la pantalla. Le resultaba algo extraño que la llamase a ella, normalmente solía hablar con Marcus, aunque supuso que su aventura nocturna le dificultaba contestarle. 

La hija de Capricornio deslizó el dedo por la pantalla suavemente y sonrió cuando reconoció su rostro en lo que parecía un aeropuerto, algo cansado por la diferencia horaria pues en Europa era ya entrada la madrugada.

—Mi italiano favorito —dijo sin poder evitar morderse ligeramente el labio para contener un poco su sonrisa y dar un aspecto algo profesional, regio, como el que hubiera dado Marcus.

— My American girl —Altair sonrió sin importarle lo cansado que se encontraba y las ganas que tenía de subirse al avión para dormirse un poco más —. ¿Sabes dónde está Mamá Marcus? Le estoy llamando al teléfono y no me contesta, me estaba comenzando a preocupar ¿Va todo bien?

Caeleste Bellum © [EDITANDO]Where stories live. Discover now