Capítulo I: Take you home.

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«Si no tienes libertad interior, ¿qué otra libertad esperas tener?»

[Arturo Graf]

Era una noche asquerosamente fría, la lluvia caía incesante sobre todo aquello que podía y el viento gélido no mejoraba el ambiente. Pansy se ajustó mejor la bufanda verde y apretó su agarre en el paraguas para que no saliese volando; caminó por el desfiladero húmedo con lentitud hasta llegar a la entrada de aquella torre, sus nudillos chocaron contra la puerta de roble oscuro frente a ella y tras unos minutos ésta se abrió dejando ver a dos aurores.

—Su nombre y la razón de que esté aquí —dijo uno de ellos con sequedad y la mujer frunció el ceño.

—Pansy Parkinson —respondió—. Vengo a recoger a un presidario.

—Pase.

Ambos hombres se apartaron de la puerta, dejándola entrar. El contraste del frío del exterior con el cálido ambiente que había dentro del lugar le provocó un escalofrío. Conjuró un hechizo para secar sus ropas y calentarlas antes de subir las escaleras de piedra, acompañada por uno de los aurores.

Observó las personas en la sala, la mayoría miraban de forma ausente el fuego de la chimenea; todos tenían los rostros demacrados, casi como si estuvieran muertos. Su mirada buscó a la persona que la había llevado hasta allí, encontrándolo en el alfeizar de una ventana observando el exterior. Se acercó hasta él y apoyó una de sus manos enguantadas sobre su rodilla, él se giró con rapidez, observándola como si no la conociese.

—Draco —murmuró—. Soy yo, Pansy.

Los ojos grises del chico seguían fijos en ella, carentes de cualquier tipo de emoción o brillo. La chica tragó en grueso al percatarse del aspecto de la persona frente a ella. Su pelo rubio platino caía largo sobre sus hombros, enredado seguramente por haber estado bajo la lluvia, sus mejillas estaban hundidas y se podía notar como la palidez adquiría un tono grisáceo en esa parte de su cara. Unas profundas ojeras se dibujaban bajo sus ojos y sus labios finos estaban completamente agrietados. Quizá era Draco Malfoy, pero con la persona que ella recordaba solo compartía el nombre.

—Draco —volvió a llamarlo.

Entonces él pareció reaccionar ante su nombre, frunciendo el ceño y entrecerrando los ojos, examinando a la persona frente a él. Pansy no pudo evitar fijarse en la forma en la que las pupilas contrarias la observaban, era como si viese a través de ella. Observando sin llegar a ver nada realmente.

—Pansy —terminó pronunciando él, como si estuviese probando su nombre.

—Sí, Draco soy yo.

En unos rápidos segundos Draco se había levantado, había caminado la poca distancia que los separaba y la había envuelto en un fuerte abrazo, suspirando aliviado al ver un rostro conocido después de tantos años. Pansy enterró su cabeza en el cuello del chico y se abrazó fuerte a él, enredando sus brazos alrededor de su espalda. Era como volver a estar en casa. Cuatro años separados que se habían sentido como una eternidad.

—Te he echado mucho de menos —murmuró Parkinson.

—Y yo a ti, no sabes cuánto. —La mujer pudo notar la nostalgia detrás de sus palabras. El vacío.

—Vámonos a casa, ¿vale? —dijo ella con una sonrisa.

—Sí, vámonos.

Draco se colocó el abrigo que la chica le había traído y ambos bajaron las escaleras. Sus manos estaban entrelazadas en un fuerte agarre, ambos sentían que si soltaban el otro desaparecería ante sus ojos. Como las cenizas cuando la brisa las hace volar, alejándolas del lugar donde una vez reposaron. Se pararon frente a los dos aurores que había abierto la puerta a la mujer y una vez comprobado que Draco tenía derecho para salir, abrieron la puerta.

Redención [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora