Capítulo XXII: Stigma

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«La muerte no nos roba a los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo».

[François Mauriac]

Hermione apretó la mano de Draco con la suya, entrelazando sus dedos y sonriéndole suavemente para tratar de infundirle un poco de ánimo. El rubio le correspondió el gesto, apretando un poco más el agarre de sus manos antes de empujar la reja que cerraba el mausoleo de Narcissa.

Bajaron las pocas escaleras que había y llegaron a una sala de color blanco llena de flores por todas partes. Un gran cuadro de la matriarca de los Malfoy colgaba delante de ellos con varias velas apagadas debajo de este y un narciso colocado dentro de un jarrón de cristal. A Hermione le recordó a la rosa de la Bella y la Bestia.

Allí, a sólo unos pocos pasos de ellos, se encontraba el ataúd de madera blanca y marfil de Narcissa. Vio a Draco tomar profundas respiraciones antes de soltar su mano y avanzar varios pasos hasta el lugar donde estaba el féretro y se arrodilló ante él.

Las grandes manos se colocaron sobre la tapa de la caja en el mismo momento en el que apoyaba la frente en la madera. Hermione se mordió el labio cuando vio como Draco comenzaba a llorar, sus sollozos siendo a penas audibles y su cuerpo sacudiéndose por el llanto. Ella había aceptado el hecho de que sus padres no pudiesen recordarla jamás y había aprendido a vivir con ese hecho, al menos tenía el alivio de saber que estaban vivos y felices. No quería ni imaginarse cómo se debía sentir el perder a tu madre y no poder visitar su tumba hasta años después.

Dio varios pasos hasta llegar al lado de Draco y se arrodilló junto a él. Apoyó una de sus manos en la espalda del hombre y parpadeó varias veces para alejar las lágrimas que querían caer al escuchar a su novio llorar de esa manera.

—Lo siento —susurró el rubio con voz rota—. Lo siento mucho, mamá. Lo siento.

Soltó otro sollozo y formó dos puños con sus manos, apretándolos contra la blanca madera. Se mordió el labio inferior y cerró los ojos, sintiendo las lágrimas resbalar por sus mejillas. Soltó un suspiro tembloroso.

—Lo siento —dijo otra vez, pero esta vez su voz sonó más firme—. Siento no haber estado contigo. Siento no haberme despedido de ti. Siento haber tardado tanto en verte. Siento...

Draco sintió como una de las manos de Hermione cubría su puño derecho y parpadeó para alejar las lágrimas. Tenía que ser fuerte en ese momento, tenía que respirar y decirle a su madre todo aquello que no le dieron la oportunidad de pronunciar.

—Siento no haber sido el hijo que querías —murmuró y sonrió—, aunque sé que a pesar de todo me quisiste como nadie. Siento no haber podido demostrarte lo mucho que he cambiado. Siento no haberte dicho que te quería cuando debí hacerlo. Nunca fui el mejor hijo, pero tú sin duda has sido la mejor madre. —Dos gruesas lágrimas cayeron—. Te quiero. Te quiero y estoy muy orgulloso de ti y de lo que hiciste por mí. Eres lo mejor que me pudo haber pasado. Lo mejor.

Hermione apretó aún más el agarre y esperó a que Draco se tranquilizase. La mano que seguía en su espalda se movía de forma circular en un intento de reconfortarlo, mientras que la otra rodeaba con sus dedos el puño del hombre.

—Mamá —volvió a pronunciar tras unos minutos—, te quiero presentar oficialmente a Hermione Granger. Estoy seguro que sabes quién es, pero igualmente quería hacerlo. Estamos juntos y me hace feliz a pesar de todos mis demonios y el desastre de persona que soy.

Hermione sonrió y se acomodó mejor sobre sus rodillas, poniéndose un poco más firme y observando el ataúd frente a ella.

—Hola, señora Malfoy —dijo y sintió la mirada de Draco sobre ella—. Soy Hermione, la pareja de su hijo. Realmente no tengo mucho que decirle, bueno en realidad es que no sé qué puedo contarle. Draco es una persona maravillosa —susurró—, ha cambiado mucho y se ha convertido en un gran hombre. Sé cuánto la quiere a pesar de que usted ya no está, y sé que la echa mucho de menos. Me hubiera gustado conocerla.

Redención [Dramione]Where stories live. Discover now