Capítulo V: Lost

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«En algún lugar del alma se extienden los desiertos de la pérdida, del dolor fermentado; oscuros páramos agazapados tras los parajes de los días».

[Sealtiel Alatriste]

El silencio que se instauró en la sala era incómodo. Blaise temía caminar y cortarse la garganta con la atmósfera tan pesada y tensa que había. Sus ojos pasaban de Draco a Hermione y viceversa. Era como un partido de tenis, solo que los jugadores no estaban pasándose la pelota, simplemente se miraban.

—Eh, ¿ocurre algo? —preguntó finalmente.

—No, nada —contestó lentamente Hermione tras unos largos segundos.

—¿Seguro?, porque me da la sensación de que entró un dementor y yo no lo he visto —trató de bromear el chico.

Hermione pareció recuperarse poco a poco del shock y le dedicó una pequeña sonrisa a Blaise, pero en ningún momento apartó sus ojos de los de Malfoy. Una extraña sensación se plantó en su estómago y los recuerdos del beso volvieron a su cabeza, casi mareándola. ¿Por qué tenía que reaccionar de esa manera? En el pasado no le dio importancia, y en ese momento no debería tenerla tampoco.

—Bueno, Herms, ¿qué necesitabas?

—No, nada. Es sólo que oí gritos y vine a ver qué ocurría.

—Oh, no te preocupes. Draco y yo solo estamos discutiendo algunos puntos de su integración a la sociedad —comentó él con tranquilidad, observando el cuerpo tenso del rubio—. ¿No es así, Draco?

El chico tardó en reaccionar, su cuerpo completamente tenso y un sudor frío recorriéndole todos y cada uno de los músculos. Estaba como una estatua, aunque no conseguía explicarse a sí mismo por qué. Tragó el nudo que se había formado en su garganta y con la voz un poco más ronca de lo normal, contestó:

—Sí, todo está bien.

Pero nada estaba bien.

Sentía que sus músculos se romperían ante la tensión y que se caería en cualquier momento. Su respiración se estaba acelerando y él no era capaz de controlar sus propias bocanadas de aire. Ni siquiera consideraba que hubiese aire en ese salir. «¿Qué harás cuando te vuelvas a encontrar con ella?», le había preguntado Pansy. Sin duda, en ese momento, contestaría con un «posiblemente, morir por un ataque de pánico».

Patético.

«Necesito salir», ese era el único pensamiento que cruzaba su mente en esos momentos.

—Bueno, Hermione, ya puedes volver a tu amado despacho —dijo Blaise con una sonrisa—. Draco y yo tenemos cosas que arreglar todavía.

—No —la voz de Malfoy salió dos tonos más graves, haciendo sobresaltar a los otros dos.

—¿No? —cuestionó el moreno—. ¿Estás bien, Draco?

«No, no estoy bien joder, estoy teniendo un jodido ataque de pánico».

No contestó, no podía. Sentía como si dos manos lo ahorcasen impidiéndole hablar. Cada vez le costaba más respirar y no sabía si sus piernas responderían a la orden de huida que su cerebro mandaba por todo su sistema. Para su suerte, sus piernas sí respondieron y antes de que Blaise pudiera hacer nada, Draco ya había salido del despacho, sus pasos apresurados lo llevaron hasta el ascensor donde entró y sin pensárselo tocó el botón que lo llevaría a la salida. En tiempo récord llegó hasta las chimeneas y graznó el nombre de la casa de Pansy.

—¿Draco? —la voz de Pansy le taladró los oídos.

Un punzante dolor en la sien lo obligó a arrodillarse, sus manos se colocaron en sus muslos, apretándoselos con fuerza mientras trataba de regularizar su respiración. Cuatro años encerrados en una prisión jodían cualquiera, eso era lo único que había tenido claro en su momento cuando lo metieron en Azkaban, pero hasta ese momento no había experimentado las consecuencias de haberse pasado cuatro años de su vida en una celda. Hasta ese momento todo había ido relativamente bien.

Redención [Dramione]Where stories live. Discover now