Capítulo XXIV: Sweet lies

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«Nuestro gran tormento en la vida proviene de que estamos solos y todos nuestros actos y esfuerzos tienden a huir de esa soledad».


[Guy de Maupassant]

—Me han dicho que estás enfermo, pero yo te veo bastante bien —comentó el rubio y escuchó al otro reír, mucho más ronco, mucho más doloroso.

—Llevo mucho tiempo enfermo, muchacho —dijo y tosió—. El mismo que llevo esquivando a la esa cabrona, soy un bastardo con mucha suerte, supongo.

—Me parece que esa cabrona está cada vez más cerca de ti —dijo Draco y trató de mantener la sonrisa—. ¿Cómo recibirás a la muerta? ¿Con una metáfora, con una sonrisa de idiota o como un nuevo reto?

—Creo que es la pregunta más fácil que me has hecho en la vida —se burló el hombre—. Pues muy sencillo, chico, la recibiré como lo que es: una vieja amiga.

Draco agachó la cabeza y apretó sus manos en dos puños. Avery parpadeó varias veces para enfocar al chico y comenzó a reír cuando lo vio sentado delante de la celda.

—¿Qué te trae por aquí, Draco? —preguntó y el chico se mantuvo en silencio—. No me digas que me has echado de menos.

—Sí —confesó—, te he echado de menos. No sabes lo raro que es irme a dormir después de un día sin escuchar los desvaríos de un anciano y su tos que indica lo cerca que está de morir.

—Me vas a hacer llorar, chico y no soy de los que lloran —Draco levantó la cabeza y observó la gran sonrisa de Avery—. Siempre fui del tipo de hombres que hacían llorar a las chicas, un rompecorazones.

—Estoy seguro que sí —se burló Draco—. ¿Quién se hubiera podido resistir a esa voz nasal y esos ojos bizcos?

—De bizco no tengo nada, Malfoy —replicó el hombre—, y que sea la última vez que te quejas de mi voz, es ronca y sexy, no nasal.

Draco comenzó a reír junto a Avery ante lo surrealista que parecía su conversación. Más de medio año sin verse, a pocos meses de cumplirse un año desde que Draco salió de la prisión y la primera conversación que tenían era para discutir sobre algo tan estúpido como eso.

—Venga, dime, ¿qué te ha traído aquí? Es cierto que te dije que nos volveríamos a ver, pero no esperé que tan pronto —suspiró—. Sabes que soy más de reencuentros épicos, podríamos habernos visto en el País de las Maravillas, o el de Nunca Jamás. Incluso aquí en Londres, en el 221B de Baker Street.

Draco se sintió perdido por un momento, pero luego sonrió al darse cuenta que una vez más Avery estaba metiendo referencias a la literatura muggle en su charla. Había extrañado hablar con alguien que todo lo relacionaba con un libro.

—¿No te parece suficiente épico este lugar? Nos reencontramos en el mismo sitio donde nos conocimos y nos despedimos. Digno de los mejores libros de aventura.

—Supongo que es aceptable, pero no me has respondido y soy de los que se quedan dormidos si no les dan un tema de conversación interesante —replicó Avery—. A no ser que hayas venido a escuchar mis ronquidos, empieza a hablar.

—Estoy perdido —comenzó y Avery frunció el ceño—, siento que estoy dando vueltas sobre el mismo punto, incapaz de encontrar el camino que debo seguir. Estoy moviéndome hacia adelante, pensando que estoy superando el pasado pero es como estar en un laberinto, cada vez que avanzo me encuentro en una callejón sin salida.

—¿Y qué es eso que no te permite avanzar? ¿La chica? ¿Tu madre? ¿Tus amigos?

—Soy yo —suspiró y su voz salió rota, ronca y débil—. Cada vez que pienso que estoy avanzando me encuentro conmigo mismo, con mi yo de hace cinco años. Asustado y perdido, metido de lleno en una guerra que solo sirve para derramar sangre inocente y destruir a las personas.

Redención [Dramione]Where stories live. Discover now