Capítulo VI: Sea.

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«Me siento frágil, disperso, como mantequilla untada sobre demasiado pan».

[Bilbo Bolsón, El señor de los Anillos]

Draco se pasó varios días encerrado dentro de la casa. Saliendo de su cuarto solo para ir al baño y para comer. Su humor no era el mejor y por esa razón Pansy había decidido quedarse al margen. Blaise había mandado varias lechuzas preguntando por él y recordándole que tenía que ir a terapia, pero nunca recibía respuesta.

La mayoría de las cartas terminaban quemándose en la chimenea con la penetrante mirada de Draco sobre los pergaminos hasta que solo quedaban las cenizas de estos. No paraban de reproducirse en su mente el encuentro con Granger, la terapia y las palabras de Pansy.

Nunca se había sentido tan perdido.

*********

Parpadeó, comenzando a contar otra vez la cantidad de piedras que componían el techo de su celda. No sabía qué hora era, pero por la cantidad de luz que entraba a su celda gracias a la Luna y la cantidad de vueltas que había dado desde que anocheció estaba seguro de que era de madrugada.

—¿Otra noche sin poder dormir, chico? —La voz del hombre interrumpió su patético entretenimiento.

—Al igual que tú —replicó.

Una risa ronca y algo congestionada se escuchó desde la otra celda y el rubio sonrió. A veces se preguntaba si el hombre se reía porque realmente le hacía gracia lo que decía o porque prefería reír a llorar.

—Yo soy como los vampiros, muchacho —respondió y Draco rodó los ojos—, duermo por el día y vivo por la noche.

—Poco puedes vivir si estás encerrado entre cuatro paredes.

—Tienes tiempo para pensar —contestó con falso tono jovial.

—¿Pensar? —A Draco se le atragantó una carcajada con eso—. Eso es una tortura producto de la propia mente cuando se está aislado del mundo. Pensar en un como este es abrirle la puerta de tu cabeza a la locura e invitarla a bailar contigo.

—No te confundas, Draco —replicó el hombre—; la alternativa a pensar es la locura o, en el mejor de los casos, la muerte.

—¿La muerte es el mejor de los casos? —Se echó a reír. Una risa seca, sin humor. Rota.

—Prefiero morir a que mi mente se vea invadida por pensamientos incoherentes y terminar convertido en la mujer aquella, ¿cómo se llamaba? —Draco lo escuchó murmurar unos cuantos nombres por lo bajo antes de volver a hablar—; ¡Bellatrix Lestrange!

—¿Conociste a Bellatrix? —inquirió sorprendido.

—He compartido celda con más gente de la que tú nunca conocerás —contestó con simplicidad el anciano.

—Conozco a mucha gente.

—¿De verdad lo haces? —cuestionó el hombre y Draco frunció el ceño—. Una cosa es conocer y otra es reconocer.

—¿Qué marca la diferencia?

—Reconocer puedes reconocer a muchas personas: famosos, compañeros de clase, incluso personas en la calle. —Sus palabras fueron interrumpidas por un ataque de tos—. Pero conocer es distinto, chico, conocer implica saber de esa persona incluso los pequeños detalles de su vida como su segundo nombre, su cumpleaños, los nombres de sus padres, sus manías, sus gustos. —El hombre hizo una pequeña pausa—. ¿No ves la diferencia ahora? Dime, ¿cuántas personas conoces?

Redención [Dramione]Where stories live. Discover now