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— ¡Llegamos!— el chillido de mi hermana hizo que me despertara.

La vergüenza que me dio entonces ver como todos en el avión nos miraban.

— ¿Puedes madurar Luciana?— dije molesta.

— Soy 2 años mayor que tú— contesta.

— Eso no quiere decir que ya seas madura— me molesté antes su respuesta de niña—. Espero que cuando tenga 20 años la gente no me vea como yo te veo a ti.

— Espero y cuando ya esté casada con Zabdiel me respetes— ella toma su bolso y se dirige a salir del avión.

La inmadurez se mi hermana era demasiado grande. Lo único en lo que pienso es en qué dirá su novio, ya que nunca se han visto personalmente; se conocieron por Internet hace 5 años y ahora se piensan casar. No entiendo como ese tipo multimillonario va a querer casarse con una desconocida. Puede que se hayan conocido más o menos por todos estos años, pero ninguno conoce todas las facetas del otro.

Voy tras ella, para que no me deje votada en este país. Aunque fuera un bien punto el hecho de quedarme aquí sola y cogerme a todos los franceses que quiera.

— ¡Camina Bárbara!— me grita.

Maldita perra de mi hermana.

— Tenemos que llamar a un bus para que cargue con todos nuestros equipajes— dice nerviosa, comiéndose las uñas.

— Pensaba que tu novio querido nos venía a buscar— dije sarcasticamente.

— Él está muy ocupado como para venir a buscarme. Es un hombre de empresas. Al menos deberías ser como yo y buscarte a alguien con mucho dinero.

— Si en realidad él te ama dejaría lo que está haciendo para conocer a su novia— ella me fulminó con la mirada—. Y creo que tienes razón, buscaré a alguien con mucho dinero, tal vez, pero si estoy segura de buscar a alguien que me ame de verdad, y desde un principio conocerlo en persona.

— Estás muy pequeña aún para entender algo sobre el amor.

— Idiota— rodé los ojos.

Esperamos a que nos bajaran las maletas del avión y luego llamar a un taxi bus para que nos llevara a casa del susodicho.

Esperamos más de 1 hora a un taxi que pudiera cargar con todas nuestras cosas, basuras de Luciana y pertenencias mías, ya que ella es la que más disparate carga. Esperar tanto no es lo mío, y más cuando sabes que la casa de tu cuñado está a 3 horas del aeropuerto.

Cuando por fin pareció haber pasado las 3 horas, el taxi nos dejó fuera de lo que parecía ser una mansión. Bajamos todas nuestras pertenencias. Un gran portón se abrió dejando ver lo que ocultaba tras él.

Una casa grandisima. Hermoso jardín. Una fuente de agua, con un león que salía agua de su trasero, ¿qué rayos?

Entramos y el servicio nos atendió amablemente, llevándose nuestras malesta.

— El señor está en la piscina— nos indicó uno de los mucamos.

— ¿No que estaba en su empresa bien ocupado y trabajando?— me burlé de ella.

— No te metas entre nosotros dos demonia— intenta pegarme, pero ella sabe que si me pega se jode—. Mejor vamos a conocerlo hermanita.

— Cuando tenga la oportunidad de matarte, lo haré sin dudarlo— sonreí falsamente.

Ella siguió su camino, como si conociera perfectamente dónde están cada parte de la casa.

— ¡Amor!— chilló al ver a su supuesto novio.

Se abalanzó encima de él como garrapata y lo besa desesperadamente.

Asco.

— Ven Bárbara— mi hermana me hace señas.

Camino hacia donde están ellos.

Quedé mirándolo fijamente. Su boca, su sonrisa, son perfectas. Su cuerpo perfectamente marcado. Quedé embobada ante él.

— Hola Bárbara, un gusto Zabdiel— sostuvo mi mano dándole un beso.

— El gusto es mío Zabdiel— su sonrisa hizo que sintiera una corriente por todo mi cuerpo.

Cuñado |Zabdiel de Jesús|Where stories live. Discover now