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- Hola Wanda- saludé-. Créeme, que si vas a creer ser mi pesadilla, yo puedo ser la tuya mucho más rápido.

- A mí nadie me habla de esa forma, ¿estamos?- sus ojos azules se agradaron. Como si fuera una especie de demonio.

- Yo no te vuelvo a hablar así si no te metes conmigo- seguí caminando.

Este chico Frederick no paraba de perseguirme tomándome más y más fotos.

- ¿Podrías dejar de tomarme fotos? ¡Por favor!- le grité alterada.

- 2 minutos con 36 segundos- sonrió.

- ¿Qué?- pregunté confundida.

- Tardaste 2 minutos con 36 segundos para gritarme. Eres la que más ha tardado en hacerlo. La mayoría lo hacen en menos de un minuto.

- Supongo que es por la misma razón- dije-. La cámara.

- Sí- suspiró-, intento ser buena honda con los demás pero nunca encuentro la manera de hacer amigos. Todos me odian.

- No sé qué decir- me metí las manos en los bolsillos.

- Nadie nunca sabe que decir- agachó su cabeza y dio unos pasos. Levantó la mirada hacia mí-. Bienvenida al IFA. Que te vaya bien en tu primer día de clase.

- Gracias.

Busqué en los papeles que Zabdiel me había pasado. Quería revisar en qué salón me tocaba la primera hora de clase.

No entendía nada de lo que decía el papel. Me giré y vi al chico de las cámaras, Frederick, observándome.

- Si quieres te puedo ayudar- dijo de forma amistosa.

Le mostré el papel y sonrió.

- Sígueme.

Fui tras él. Entramos a un salón enorme, lleno de máquinas de coser antiguas, telas, agujas. Era todo totalmente hermoso. El salón tenía aroma a manzana.

- Justo tengo clase aquí ahora- me cedió un asiento, él se sentó detrás de mí.

- Buenos días idiotas- la chica Wanda saludó. Cuando me vio en el aula se molestó mucho-. Hasta clase tenemos juntas. Ahora es el colmo que te tenga que soportar en todos lados.

Se sentó a dos filas de mí. Me quedé callada guardando toda la bronca, para el día en el que la agarre le de sin miedo.

- Bonjour- un hombre alto entró al aula. Con una bufanda de piel negra y unos anteojos-. Una nueva- me observó-. ¿Cómo te llamas?

- Bárbara Smith- quise ser amable pero no me salió.

- Nicolas Leroy, profesor de costura.

Sonreí. El profesor parecía no querer estar allí.

- ¡Ya saben que lo tienen que hacer!- sacó unas galletas de uno de los bolsillos de su abrigo y salió del aula.

- Yo te explico qué hacer- Frederick me susurró.

Me giré para que me explicara mejor.

- El señor Leroy es así, acostumbrate- reí-. A final de semestre quiere que le entreguemos una prenda de vestir hecha por nosotros. Dice que él no enseña a nadie a coser, ni a usar estas máquinas. Porque él supone que todo el que quiera ser un diseñador debe saberlo hacer todo.

- Tiene sentido- dije-. Yo sé coser de todas las formas perfectamente. Mi mamá me enseñó.

- Yo aprendí buscando tutoriales en YouTube y poniéndolo en práctica en casa de mi abuela. Aunque todos me regañaban por eso- se puso al melancólico.

- ¿Pasó algo?

- Vivían subestimandome todo el tiempo. Decían que era amanerado, por el hecho de que me gustaba coser y estar metido todo el tiempo en el mundo de la moda.

- No tiene nada que ver- me sentí mal por su historia.

- Eso mismo le decía. Fíjate, el diseñador puertorriqueño Zabdiel de Jesús, es un exitoso diseñador y modelo de ropa, y no es amanerado, de hecho, le gustan mucho las mujeres.

- ¿Por qué dices eso último? Lo de que le gustan mucho las mujeres.

- Porque es un mujeriego- el rió y sentí un escalofrío por todo el cuerpo-. Aunque hace un tiempo que ha estado más tranquilo.

- Espero que siga así- sentí una sensación rara.

No me importó Luciana en ese entonces. Sentí bronca no sé porqué. Es como si estuviera celosa o algo parecido. Esto debe ser imposible.

- Hablaré con él- dije molesta.

- ¿Con quién?- él se quedó confundido.

- Con Zabdiel- tomé mi bolso y me levanté de la silla.

- Oye espera, no puedes irte así.

- Sí que puedo. No me importa nada, el profesor no está aquí y tú no me vas a delatar.

- ¿Qué te garantiza que no lo haría? Además, las demás personas que están aquí lo harían.

- Solo me interesa que tú los desmientas.

- Creo que estás loca. Irás a hablar con Zabdiel, cuyo diseñador nadie puede acercarsele- se burló de mí.

- Yo vivo con él. Y si me prometes que me vas a cubrir, hablaré con él y te invitaré a casa- nadie rechazaría tentadora propuesta.

- ¿Qué me asegura que no mientes?

- Hablamos después- salí de allí corriendo.

Fui a la oficina de Zabdiel. Quedaba a 2 cuadras del IFA. Subí corriendo, los guardias de seguridad corrieron atrás de mí para detenerme.

Entré a la oficina de Zabdiel y él se quedó sorprendido.

- Déjenla- le dijo a los guardias.

Se quedó mirándome por un momento.

- ¿Qué haces aquí Bárbara? ¿No se supone que debas estar en el IFA, estudiando?- preguntó enojado.

- El profesor se fue a comer galletitas y nos dejó solos en el aula. Y no hubiera salido de allá corriendo si no fuera una emergencia. La suerte que un compañero se quedó cubriéndome pero a cambio tengo que llevarlo a casa para que te conozca.

- De acuerdo, ahora, ¿cuál fue la emergencia que provocó que saliera así de rápido?

- Es algo horrible- lo miré unos segundos-. ¡¿Cómo es posible que estés con muchas mujeres al mismo tiempo?!

Él me miró raro y luego rió.

- No estoy con otras mujeres. No engañaría a Luciana.

- No me interesa Luciana.

- Entonces- se levantó de su asiento y se acercó a mí-, ¿quién te interesa?

- N-nadie- mis piernas empezaron a temblar.

- ¿No me vas a decir? Porque sabes bien que no estoy muy cómodo con Luciana, y tengo miedo romperle el corazón- se rascó la cabeza.

- Tienes un lindo trasero- fue lo único que pude decir. Zabdiel se rió al escucharme.

- Tu eres muy linda y diferente... Diferente a Luciana. Y es por eso, que te veo tan especial.

- ¿Especial?- reí-. Si yo no tengo nada de especial.

- Si te lo muestro, ¿qué me darías a cambio?

Me quedé mirándolo a los ojos. ¡Dios este chico es encantador! Tenía ganas de violarlo en ese momento.

- Un beso- dije-. Te daría un beso.

Cuñado |Zabdiel de Jesús|Where stories live. Discover now