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Llegué a casa enojada, celosa. No quería que Wanda se interpusiera entre Zabdiel y yo; digo, entre Zabdiel y Luciana. Así que haré todo lo que sea necesario para quitar a esa perra del camino de Zabdiel, y no se me ocurría otra solución que Luciana.

Subí hacia su habitación. Estaba allí mirando una película de Netflix en la televisión.

— Hola Luciana— saludé.

— Veo que tú y Zabdiel ya llegaron de su cita— rodó los ojos.

— No Luciana, no es como piensas. La única relación que tengo con Zabdiel es profesional, sabes que es bueno que me relacione con él en el área de moda... Y, además sigue siendo mi cuñado...— sonreí.

— No sé que te podría pasar si me entero que me mientes, hermana— sonrió.

— No te preocupes, no será conmigo con quién Zabdiel te engañe— volteé la cara para no verla.

— ¿Qué sabes Bárbara?— se acercó a mí.

— No, na-nada nada— fingí balbucear.

— Tranquila hermana, es lo mejor que me cuentes si sabes de algo que Zabdiel esté haciendo— esta era mi gran oportunidad y la iba a aprovechar bien.

— Luciana, yo no...

— ¿Dónde está él?— ella pregunta enojada—. ¿Volvieron juntos?

— No.

— ¿Dónde está?— su voz sonaba maldadosa y vengativa.

— Me envió alante, salió con una chica...— sonreí en mi interior y mostraba pena en mi exterior.

— ¿Qué chica? ¿Quién es? ¿La conoces?— se acerca a mi de manera desafiante.

— La conozco, de la Universidad, no me agrada, es una engreída y te apuesto a que está conquistando a Zabdiel.

— Gracias Bárbara— sonrió—. Me has ayudado mucho— se quedó un rato pensando, tomó un pequeño bolso que tenía dentro del armario y se dirigió a salir.

— ¿A dónde vas?— corrí detrás de ella.

— Me tengo que ocupar de un asunto— corrió tan rápido.

Hasta temí de lo que está tramando. Y si le pasa algo a Wanda, en cierto sentido sería cómplice y la culpable.

Iba a correr tras ella pero me detuve. Si Zabdiel iba a estar ahí para ver lo que le iba a hacer era mejor que no me vea allí.

Fui a mi habitación pero no me dormí, me quedé sentada esperando a que llegara Zabdiel o Luciana.

Pasaban las horas: una, dos, tres de la mañana y nada de llegar. Tomé el celular para marcarle a Zabdiel pero el sonido de la puerta se escuchó desde ese momento, no sabía cuál de los dos era. Abrí un poco la puerta de mi habitación para observar quien era.

Escucho murmullos al subir las escaleras. Zabdiel estaba incómodo y a Luciana no le importaba nada. Habían discutido. Ahora tengo miedo de qué Luciana le haya hecho a Wanda y todo por mi culpa, por sentir unos putos celos.

De repente algo tumbó la puerta de mi habitación y caí al suelo. Era Zabdiel. Ayudó a levantarme.

— Si no querías que saliera con Wanda me lo decías y listo— no parecía estar incómodo.

— ¿Qué pasó?— hice creer que no sabía nada.

— No te hagas la loca Bárbara por favor. Que ya sé que le contaste a Luciana que salí con esa chica... ¿Por qué hiciste eso Bárbara?— se acerca a mí.

— N-no sé— me puse nerviosa.

— De lo que sí es que estoy seguro es que esa chica jamás se acercará a mí y tampoco a ti al saber que eres hermana de Luciana— rodó los ojos.

— No quería que estoy pasara, Zabdiel lo siento.

— No te preocupes Bárbara. Lo celos son incontrolables— me guiñó un ojo.

— ¡¿Celos?!— reí.

— Descansa— sólo rió.

•  •  •

Zabdiel me tira de la cama a las 06:00 de la mañana.

— ¡Hey espera!— me rasco los ojos—. Solo he dormido tres horas, quizás menos... Pero déjame.

— Lo siento Barbie, pero hoy te vienes a trabajar conmigo— dijo molesto.

— ¡Pero casi no he dormido nada!— me quejé.

— Tenemos que preparar nuestra gran línea de sombreros y no es momento para estar durmiendo. Así que vamos.

Salió de la habitación. Su voz sonaba molesta. Pero como prometí ayudarlo me levanté de mala gana.

Me di una ducha y me puse un vestido fresco. Aguardé por Zabdiel en el auto y mientras tanto decidí dormir un poco.

— ¡Despierta pendeja!— Zabdiel me tira un paquete de telas en la cara.

— ¡Joder Zabdiel! ¡Te odio!— iba a pegarle una bofetada pero salió corriendo, dió la vuelta y se subió al auto. Aproveché y le pegué una bofetada.

— Bésame con la misma intensidad— me guiñó el ojo.

— Ridículo— sonreí.

Llegamos al edificio a las 7:10, nos pusimos a trabajar entre diseños de sombreros. Poco a poco llegaron los empleados quienes querían colaborar pero Zabdiel insistían que solo es trabajo nuestro.

— ¿Cansada?— sonrió al verme.

— Sueño— le devolví la sonrisa.

Se levanta de su asiento y va al mío. Me toma de las manos y me levanta del asiento.

— ¿Quieres que te lleve a comer y de paso vayamos a un spa?— coloca un mechón de mi cabello detrás de mí oreja.

— Zabdiel...— tomé su mano y la alejé de mí—, olvida eso, ¿sí?

— Bárbara— me toma de la cintura y me pega a él—. Eres muy hermosa.

Nos miramos por unos segundos. Y sin pensarlo le di un beso breve. Él me miró y sonrió y juntó nuestros labios.

— Te quiero... Bárbara.

Cuñado |Zabdiel de Jesús|Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu