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— ¿Cómo te pareció la casa de mi novio?— mi hermana me saca de mis pensamientos.

Ya estaba en la habitación en la que debía quedarme. Mi hermana iba a dormir con su novio de ahora en adelante.

— Es muy bonita— dije cortante, refiriéndome a la habitación.

— ¿Y él?— ella me mira esperando una respuesta rápidamente.

— Es un chico decente. Va contigo— le sonreí.

Ella me mira con desconfianza.

— No dejabas de mirarlo en la piscina— la estúpida seguía con sus celos enfermizos.

— Quería asegurarme de que sea un buen muchacho para mi hermana— mentí—, simplemente lo analizaba.

No podía decirle que analizaba su trasero y su marcado cuerpo detenidamente porque podría ser el último día de mi vida.

— No me gustó la forma en la que “analizabas”. Se nota que te lo estabas comiendo con los ojos.

— Nada que ver Luciana, deja de ser tan paranoica.

— Yo te aclaro una cosa Bárbara— se acercó a mí lentamente—.Te llego a ver en algo raro con Zabdiel y no te perdono ni la vida, ¿te quedó claro?

— Quédate tranquila hermanita. Yo no soy tan perra como muchas— la observé detenidamente y salí de la habitación buscando aire.

Me metí por unos pasillos extraños de la casa, que no sabía cómo encontrar la salida.

— ¿Perdida?— mi sexy cuñado se apareció en unos de los rincones de la casa con un periódico en mano.

— Estoy conociendo mi nueva casa, nada más— me puse totalmente nerviosa.

— Si quieres te acompaño— rió—. De aquí Bárbara. Porque estoy seguro que no encontrarás la salida.

— ¿Acaso me estás subestimando? ¿O estás intentando decirme inútil?

— Nunca subestimaría a alguien, y menos a una persona como tú, que te ves bien emprendedora. Solo que quiero enseñarte bien el camino a donde debes ir.

— Eres bien juicioso— lo miré anonadada—. Para mi hermana, digo.

— Tu hermana es una persona muy interesante, y la quiero mucho. Pero ahora que está aquí conmigo, me siento extraño con ella y conmigo mismo.

— La miras y no sientes nada, ¿es eso?

— No creo que sea eso— me dejó a un lado y siguió su camino.

Seguí tras él para salir de ese pasadizo.

— Le dices a tu hermana que la quiero ver— siguió su camino sin mirarme a la cara.

— De acuerdo.

Fui a buscar a mi hermana quien estaba en la que sería ahora mi nueva habitación.

— Pensaba que te habías ido ya— le dije molesta.

— Aún no hemos terminado de hablar, Bárbara.

— Creo que sí. Porque tu novio te anda buscando como un loco.

— ¿En serio?— empezó a arreglarse el cabello.

— Yo soy tú y jamás me despego de él. Así él nota que lo quieres en serio.

— ¡Eres una genia! ¡Eres la mejor hermana del mundo!— me da un beso en la mejilla.

— ¡Por fin!— dije bajito.

Me eché a descansar en la cama.

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Cuñado |Zabdiel de Jesús|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora