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Llegamos más o menos a las 11 de la noche, algo más tarde de lo normal.

— ¿Podemos hablar?— nos recibió Luciana en la puerta. Se veía muy molesta.

— Los dejo a solas— dije apenada. No quería escuchar la boca de Luciana gritar, mientras está enfadada.

—  Quiero que hablemos los 3— sentí una tensión en todo el cuerpo.

Esto se va a empeorar.

— ¿Me puedes explicar por qué tu línea de sombreros lleva el nombre de Bárbara y no Luciana, el mío, el de tu novia?

— A Bárbara le gustan los sombreros y pensé que...

— ¡¿Y pensaste qué?!— sus gritos se escucharon por toda la casa—. ¿Qué pasa Bárbara? Tú si me vas a decir la verdad.

— N-nada Luciana— estaba tan nerviosa que ni me salían las palabras.

— Juro que pasa algo entre ustedes. Si tu línea tuviera el nombre de otra chica lo entendería pero Bárbara, ¿en serio Bárbara? ¿Qué pasa Zabdiel? ¿Qué demonios te pasa?— estaba totalmente histérica.

— ¿Quieres que te diga lo que me pasa?— Zabdiel la enfrentó—. Me enamoré de Bárbara, eso me pasa. La amo a ella mucho más de lo que te amé. Digo, a ti nunca te amé Luciana.

— Imbécil— le pega una bofetada a Zabdiel—. Y tú, ven para acá.

Me toma del cabello y me sube a su habitación.

— ¡Maldita! ¿Qué hiciste? Me lo robaste, me juraste que no te pasaba nada con él ni que lo enamorarías y mira como terminó todo.

— No te tengo miedo Luciana— ella me volvió a dar otra bofetada.

— ¡Sueltala!— Zabdiel entró a defenderme. Estaba sangrando por la nariz y por la boca.

— ¡No lo haré! ¡No la soltaré hasta que tenga su cabeza en mis manos!— gritó.

— No eres consciente de lo que dices. ¡Suelta a mi novia, ya!— Zabdiel gritó desesperado. Al ver como Luciana sacaba una navaja de su pantalón y la ponía en mi cuello.

— Con qué novia, ¿eh? A pesar de eso salían a escondidas y no me habías dicho nada.

— Tu estás con no se sabe quién y nunca me dijiste nada— Zabdiel se acercaba poco a poco.

— ¡No estoy con nadie!— chilló—. Siempre, pero siempre Zabdiel, te he sido fiel.

— Nunca en tu vida le fuiste fiel a Zabdiel, mentirosa— dije. No me importa estar siendo amenazada. Solo quería dejarla mal parada.

— ¡Tú cállate!— me partió la boca con su codo.

— ¡Suelta a Bárbara ya!— Zabdiel la toma por el cuello sin pensar en las consecuencias.

— Zabdiel, no cometas una locura— empecé a llorar—. Zabdiel, por favor.

— Vamos Zabdiel, mátame— ella rió como una descabellada.

— Ojalá pudiera matarte, me engañaste Luciana.

— ¡Tú me engañaste idiota! ¡Y con mi propia hermana!

— ¿Acaso crees que quería seguir contigo después de enterarme que estabas embarazada de otro?— Luciana abrió los ojos como platos—. Barbie ha sido mi mejor amiga en ese caso y más que una amiga, una verdadera compañera.

— Dices cosas sin sentidos— ella se ríe—. Cuando te conocí online pensé que eras lo máximo pero no, eres un pito ricachón que solo se la pasa de su trabajo a la casa y nada de nada me prestaste la atención que yo me merecía.

— ¿Entonces por qué no te fuiste de la casa y me dejaste en paz con tu hermana?— le aprieta más el cuello.

Salí un momento de la habitación para llamar a la policía.

— Nunca te amé a tí pero sí a tu dinero— escuché que ella le contestó. No tiene escrúpulos.

Zabdiel estaba perdiendo el control, tenía menudas ganas de pegarle. Volví a entrar a la habitación y me quedé mirando la expresión que tenía Luciana, aunque Zabdiel la tenía con un cuchillo en la garganta estaba de lo más pacífica, como si su vida no le hubiese importado.

— Zabdiel, cálmate. Déjamelo a mí— traté de que la soltara pero solo le temblaban las manos mientras sujetaba el cuchillo a centímetros de arrancarle la garganta. Me acerqué a él y con cuidado quité su mano de él. Luciana intentó correr pero la arrastré por el suelo en venganza.

— No eres más fuerte que yo— se ríe—. Pronto se te cansarán los brazos y no podrás sostenerme más. Y con tu novio— rió—, con ese ni cuentes, es una mariquita no se atreve a matarme.

Zabdiel se enfureció y buscó entre las gavetas y sacó una pistola, ¿cómo diablos Zabdiel ha conseguido esa puta arma? Le apunta en la cabeza con furia en sus ojos, ahora ya no estaba tan nervioso, estaba cien por ciento decidido de lo que quería hacer.

— Tu te callas hija de la gran puta— tiró del gatillo sobre su cabeza.

— Zabdiel...— intenté acercarme a él despacio.

— Sal de aquí Bárbara, que no quiero que mires como le vuelo la cabeza a tu hermana— dice furioso y mordiéndose los labios.

— ¡No le creas!— se ríe Luciana—. Si no hará nada.

Zabdiel se enfureció y le pegó un tiró en la pierna. Los gritos de desesperación de Luciana se resonaban en toda la habitación, me desesperaban. A mis oídos se les pegaron unos pitidos algo molesto. Me tiré en el suelo al ver cómo la sangre recorría el suelo.

— Me has lastimado imbécil— decía entre llantos.

— Vuelves a abrir la puta boca y el próximo te será en la sien— le amenaza con la pistola.

Las sirenas de la policía retumbaron entre toda la casa. Me puse completamente nerviosa. Zabdiel se sintió aliviado.

El día no podía acabar peor; al menos con Luciana presa las cosas serán mucho mejor.

Cuñado |Zabdiel de Jesús|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora