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— Zabdiel...— me alejé de él unos centímetros—, yo también te quiero pero, no puedo hacerle esto a Luciana.

— Yo tengo derecho a ser feliz Bárbara, quiero enamorarme, estoy enamorado de hecho, de ti. Lamentablemente no siento nada por Luciana y tú me has hecho más feliz que ella. Si ella se larga por ahí a quien sabe que, que estoy seguro de que me está engañando, entonces yo también tengo el derecho a estar con alguien más.

— Entiendo lo que dices Zabdiel, pero no sé, sabes lo rara y peligrosa que es Luciana y si se entera nos puede matar y lo sabes.

— Intentemoslo— me toma de las manos.

No sabía que decirle. Quería estar con él pero no quería meterme en problemas ni convertirme en una mala persona por engañarla. Y pensar, que ella estuvo con mi ex me hizo pensar muchas cosas. No es bueno pagar con la misma moneda, pero si estaba enamorada merecía ser feliz.

— Bueno— me crucé de brazos—. Tengamos una relación, pero que nadie se entere porque después Luciana nos mata. Y cuando ella esté cerca, pues, actuemos como personas normales que no quieren morir. ¿Vale?

— Como usted diga mi señora De Jesús— me besa en la frente.

— ¡Wow, wow! Espera... No nos estamos comprometiendo, ni soy tu esposa, a penas estamos empezando— reí.

— Lo sé loca vieja— rió—. Sigamos trabajando. Ah, y lo del spa va.

— Vale— rodé los ojos.

Seguí con la costura de sombreros para la presentación que tenía la empresa de Zabdiel, tenía que quedar espléndida y debíamos quedar ganadores.

Ya exhausta casi a la hora del almuerzo, Zabdiel me detiene para que vayamos a comer.

— Sé que debes de tener hambre y sueño. Sobre todo sueño pero debemos avanzar todo eso— me da un beso en la frente—. Te prometo que cuando todos los sombreros estén listos te dejaré dormir hasta tres días si es necesario.

— ¡Estás loco Zabdiel!— le di un pequeño empujón. Él aprovechó y me levantó de la silla y me pegó hacia él. Acarició mis mejillas y me observaba a los ojos con ternura.

— Eres muy diferente a Luciana— sonríe—. Me arrepiento una y mil veces de no haberte conocido antes.

— Tal vez nuestro momento era ahora Zabdiel. Las cosas pasan por algo, y en el tiempo adecuado. Siempre lo digo.

— Sí, lo sé Barbie, pero es que a veces tomamos decisiones o nos enamoramos de personas incorrectas y en ocasiones no se pueden reparar esas decisiones— dice apenado—. ¿Tu crees que yo sería capaz de dejar a Luciana? Si lo hago me mata, me clava un cuchillo o me desparece, me lanza al mar o quién sabe qué.

— Tarde o temprano va a enterarse de esto y efectivamente debemos estar preparados para lo que sea. Recuerda que tampoco eres el único en amenaza. Si eso es a ti que será de mi que soy su hermana y la traición es aún más grande y más dolorosa.

— Prefiero no hablar de eso— me da un cálido beso en los labios—. Disfrutemos el presente. Ya estaremos preparados para lo que venga después. No vamos a estar toda la vida asustados por lo que pueda pasar en el mañana sin disfrutar el hoy.

— Estoy de acuerdo contigo cabeza de chorlito— reí.

— Te odio Bárbara— rodó los ojos y sonrió.

Su celular sonó. Era una llamada de Tamara Swang, la diseñadora de moda capaz de quitarle la empresa si el trabajo que Zabdiel presentara no le gustaba.

Zabdiel suspiró y tomó la llamada.

— ¿Qué desea señorita Swang?— su voz se sentía tensa.

Se llevó la mano a la cabeza y estaba sumamente preocupado. Más que nunca. No lo había visto así de ningún modo.

— Ok, entiendo— colgó.

— ¿Qué quería?— pregunté.

— La perra movió el desfile para mañana en la noche— se llevó las manos a la cabeza.

Me acerqué a él y lo abracé. Le di todo el ánimo que pude. Sabía que éramos capaces de ganar, habíamos dado todo y sé que lo íbamos a lograr. El miedo de Zabdiel era obtener una mala crítica, que saliera en todos los periódicos, iba a perder clientes y poco a poco quedaría en la quiebra. Algo que cien por ciento estoy segura de que no pasará. Daremos lo mejor.

— ¡No tengo sombreros suficientes!— sollozaba.

— Zabdiel mírame— levanté su barbilla hasta que nuestras miradas quedaron cruzadas—. Hemos trabajado duro, la cantidad de sombrero que tenemos es más que suficiente para realizar ese desfile.

—¡No Bárbara!

— ¡Sí Zabdiel! Por favor, necesito que vayas a casa y descanse. Estás demasiado estresado.

Con un poco de ayuda bajé a Zabdiel del edificio. Estaba demasiado deprimido para manejar así que tuve que hacerlo yo. Lo lleve a casa, se dió una ducha y se recostó. Preparé algo de comer y se lo llevé a la cama.

— Aquí tienes— coloco la bandeja con la comida en la mesa de noche.

— Gracias Bárbara por lo que hiciste por mí— besa mi mano—. Eso me demuestra que eres la mujer que necesito en mi vida. La que estará siempre conmigo en más buenas y en las malas. La que cargue conmigo si fuese necesario— rió.

— No te burles de mí— reí a carcajadas. No pude evitarlo.

— Tengo algo para ti— me pasa una bolsa de regalo gigante.

— ¿Qué es esto tan grande Zabdiel?— curioseo.

— Ábrela— me guiña un ojo—. Es toda tuya.

Abro la bolsa de regalo. Un vestido de gala colo rojo escarlata hermoso y unos tacones de 12 cm color dorado.

— ¿Qué es todo esto? ¿A qué se debe?

— Mañana en el desfile serás mi invitada— me sostiene de las manos—. No iba a dejar que llegaras como una loca— rió—. Nadie debe de saber que tengo una novia loca.

— ¿Acaso vas a presentarme como a tu novia?— levanto una ceja.

— ¿Por qué no?— rió.

— Y si Luciana se aparece allá, ¿qué crees que pase? ¿Qué crees que nos haría?

— Al fin y al cabo tiene que enterarse. Y lamentablemente yo no puedo ocultar los sentimientos que tengo hacia la mujer de la que estoy enamorado.

— Es una locura Zabdiel. Pero estoy contigo hasta el final— le doy un beso—. Y gracias por el regalo, te prometo que pronto te lo pagaré.

— El mejor pago sería que me sigas amando y cuidando como lo has estado haciendo.

Sonreí.

— Te lo prometo— le di un beso en la mejilla y le dejé para que comiera y descansara.

Efectivamente, estoy totalmente enamorada.

Cuñado |Zabdiel de Jesús|Where stories live. Discover now