Pacto entre compañeros

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Cal sostuvo a Tessrin en esas escaleras, mientras gritaba y lloraba por el dolor de sus heridas, por la perdida de sus soldados y sobre todo por la traición de su hermano. Entendió que la maldición se estaba debilitando, no solo porque Tessrin ya podía mostrar sentimientos intensos, sino también porque ya podía oír. La agudeza de su oído fae le permitió escuchar todo lo que ocurría adentró.

Así como padre, estarás metida en sueños, pero a diferencia de él, no habrá madre que te despierte con amor. Él jamás se enamorará de ti si ve el monstruo que eres.

¿Enamorarse? Eso era. Tessrin lo miró suplicante, sintiendo que ya se avecinaba lo peor. El le acaricio el rostro. Un beso no bastaría pensó, un beso no llegaría a hacer nada si él no estaba enamorado de ella y en esas circunstancias él no había sido capas de enramarse de Tessrin.

La peor parte inicio. Escuchó el sonido del cartílago y piel rompiéndose, los gritos desgarradores de la Tessrin en la sala y los gritos de Tessrin en sus brazos. Su sangre caliente comenzó a caer por su espalda a borbotones, empapándolo, pero él no se movió. Se quedó a su lado, sintiendo su mismo dolor, retorciéndose y gritando de impotencia, pero sin soltarla, porque nunca más la dejaría sola.

Sintió como la sangre se hacía más fría y las fuerzas se le iban yendo. Morirían pronto, atrapados en esa pesadilla, porque no había sido capas de conocerla y de enamorarse de ella, a pesar de la maldición.

– Lo siento Tessrin. – Le susurró al oído. Sus labios rozaron su piel y él sintió nuevamente el latigazo de fuerza que había sentido antes. ¿Realmente eso era todo lo que tenia que hacer? Le beso la frente con las ultimas fuerzas que le quedaban, sintió nuevamente la fuerza, pero no fue suficiente. Rendido, abrazándola, escuchó la voz de Ianthe.

Sangre es sangre, pero no es más poderosa que el pacto entre compañeros.

Esa frase, esa vendita frase.

– Eres mi compañera. – Susurró una y otra vez a su oído. Aceptándolo y asimilándolo él mismo. – Y eso es más fuerte que nada, eso es más fuerte que el amor de pareja, que la sangre y que cualquier cosa que valga en este mundo. A donde tu vayas yo iré, porque mi alma es tu alma y mi cuerpo es tu cuerpo.

Sintió en ese momento un peso en el pecho, como si algo se hubiese terminado de acomodar. El vinculo ya había encajado.

Todo comenzó a dar vueltas frente a ellos y luego en un abrir y cerrar de ojos, estaba en otra habitación. Fría y húmeda, sin ventanas y solo con unos candelabros gruesos al redor de su cama. Parecía una cripta. ¿Donde diablos estaba? Sintió el aroma a sangre, cobre y metal tan conocido de la Corte de las Pesadillas. Su cuerpo se crispó. ¿Por qué diablos estaban en ese horrible lugar?

Buscó a Tessrin a su costado y el pánico comenzó a apoderarse de él. ¿Donde estaba su compañera? Intentó pararse inútilmente, sus piernas estaban tan débiles que cayó al piso, llevándose consigo un par de candelabros. ¿Cuánto tiempo había estado dormido?

– Tessrin. – rugió con la voz rasposa.

Sentía como el vinculo de compañero y toda su magia se hacia cada vez más fuerte, sofocándolo por tanto poder contenido. Gritó y drenó algo de su magia estirando sus alas. Volvió a rugir y parte de su magia salió como una onda expansiva que reventó la cama y los candelabros como si fuesen cristal. Se paró haciendo que su magia rellenara cada musculo flácido y cada hueso débil.

Las puertas se abrieron, pero no fue Tessrin la que entró a la estancia. Frente a él estaba su padre, mirándolo como si fuese un fantasma.

– ¿Dónde está?– Preguntó, pensando con un pánico creciente que había sido demasiado tarde, que su compañera había muerto.

Una Corte de Venganza y Amor - Parte IWhere stories live. Discover now