11. Agridulce

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Tuve una pesadilla, hubiese preferido no haber dormido.

La conversación que tuve con Carlos perturbó mi mente, soñé a Samuel y a Mauro, ambos sentados frente a mí, sonriendo, podría decir 'burlándose' de algo, tal vez de mi.

Mauro fue un error, pero yo también lo soy. Apuesto a que Dorian se siente mal por haberme obligado, bueno, es lo que pienso por qué ahora dice estar sintiendo cosas por mí. ¿Se arrepentirá de haberme tomado? ¿De haberme separado de mi familia? ¿Se arrepiente tal vez de no haber mordido a Samuel? ¿Se arrepiente de tenerme aquí? ¿Aún quiere estar conmigo? ¿Carlos lo hará cambiar de opinión?

Pero no puedo negar el hecho de mi debilidad cuando me fue nombrado "síndrome de Estocolmo". Quizás pude haber escapado hace mucho, quizás soy yo el que se quiere quedar con Dorian.

Sí.

Me he enamorado de Dorian Gómez.

Síndrome de Estocolmo ni que nada. Me gusta ver ese trasero, me gusta ver sus ojos profundos, me gusta sentirme nervioso cuando me habla al oído, me gusta ser caprichoso con él.
Mira, ya me puse cursi por él.

Mis manos buscan el cuerpo de Dorian, hoy quiero abrazarlo, parece que se levantó temprano, me levanto con fuerza de la cama y corro hacia la cocina, no puedo dejarlo solo con su primo, como pensé, su primo parece la serpiente que le susurra a Eva para que consuma la manzana.

— Así te quería agarrar, puerco. Deja de llenarle de basura la cabeza a Dorian —dije entrando casi gritando, separándolo de Carlos— Ah, buenos días también.

Dejé un beso en los labios de Dorian, me dirigí a la nevera y saqué una banana, así hago juego con mi pijama.

Estás mostrando tu pecho a esos dos.
Como si Dorian ya no lo hubiese visto.
Pero Carlos no.
Ay juemadre.

Mis mejillas se sintieron calientes, cubrí mi pecho y estaba dispuesto a correr a la habitación.

— Que bonito panorama —dijo Carlos, y eso que ayer queríamos asesinarnos.

Dorian volteó a verme y luego a su primo, gruñó y le lanzó una mirada celosa. Les di la espalda y empecé a comerme la banana, cuando acabe corro a ponerme la camiseta.

— Que lascivo se ve comiendo esa banana. -No jodas, estoy de espalda.

— Carlos te mataré si sigues viéndolo

— Está bien, mejor veo la banana de su pijama.

— ¡No le veas el trasero! Ve y báñate mejor. -siento mis mejillas arder.

Tenemos un lindo trasero.
Real, pero no me siento feliz de que me vea Carlos.

Me terminé la fruta y corrí a la habitación — No jodas, joven se equivocó de habitación.

— Solo vine a decirte que quiero llevar las cosas en paz, soy un buen primo y quiero lo mejor para Dorian. Es más, lo mejor para ti también es mi deseo.

— Golpear gente es muy severo ¿No cree, super primo? Y muchas gracias por la consideración.

— Qué desafiante, encantador.

— Mejor lárgate a bañar.

— Sí, sí pero antes —se acerca a la puerta- ¡No Cheiz, este cuerpo es de Dorian! ¡Mi pureza, ayúdame Dorian! -grita poniendo sus manos en su pecho y haciendo una pose de vergüenza.

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA qué rayos pasa en su cabeza.

Dorian llegó corriendo, le dejó un zape en su cabeza y este riendo entró en su habitación.

🌚

Hoy Dorian estuvo más animado, Carlos se volvió muy divertido -pero aún desconfío- y la madre de Dorian llegó con el señor Gómez. Como es costumbre, el padre de Dorian me trajo un recuerdo, se volvió algo incómodo porque era una clase de reunión familiar y por ello escapé un rato. Salí al jardín a observar las estrellas.

— Carajo, tanta contaminación apenas y deja ver las estrellas. Me hacen sentir tan pequeño pero tan feliz el verlas.

Cerré mis ojos y lo sé, no hay ninguna estrella fugaz pero pedí un deseo.

"Permite que sea feliz con la persona que amo" Quise pedir.

En realidad mi deseo fue "Permite ser realmente feliz a Dorian"

He tocado fondo, su felicidad antes de la mía, rayos, he cambiado.
Abrí los ojos, volví a ver la estrella y sonreí, sería tan perfecto si pudiese ver una cometa vagar en el cielo, recuerdo al pequeño que ví un día, a pesar de caer al suelo estaba tan feliz con su cometa.

Ahg, no debo dejarme llevar por los sentimientos, pensando mejor las cosas, se supone que soy un rebelde sin causa, me pregunto si ya pasé esa etapa, mi cabeza ahora solo tiene una etiqueta gigante "Dorian", ya no sé donde termina él y empiezo yo.

Intento pensar en otra cosa, vuelvo a cerrar mis ojos, pienso en el café que solía preparar en mi trabajo (único que he tenido), incluso estaba aprendiendo a preparar el granizado que Dorian tomaba siempre que iba a nuestro puesto.

Quedamos flechados desde que lo vimos.
No, no, no, bueno sí. Es que era sexy.

Sonrío al recordar el día que un tipo me lanzó un piropo, Dorian se quedó viéndolo, le acorraló en un callejón y le repitió cinco veces que él no era una decoración y que era muy valiente al ver lo que era de su propiedad. Abro mis ojos y encuentro a la persona en la que pensaba justo frente a mí.

— Que susto —dije poniendo mis manos en el pecho, quién rayos se aparece así.

— ¿Estoy tan feo?

— Más de lo que crees —sonreí y negué— Sabes que eres amado por el universo y por ello tienes una cara linda.

— Con tal de que te guste a ti —estaba a punto de lanzarme sobre él hasta que se corrigió— Digo, con tal de que pueda defenderme con esta apariencia.

Me dejó loco. No entendí weón.

No le di vueltas al asunto y puse mi mano sobre su mejilla.

— ¿Por qué? —un nudo se formó en mi estómago— ¿Por qué pones esa expresión?

Me transmitió tristeza, pensé que ya todo iba bien, ¿por qué?, por qué sus ojos no reflejan determinación o control, seguridad, no hay nada más que confusión y... Yo.

— Por favor no hagas esa expresión cuando estoy dándote todo de mí —dije separando mi mano y corriendo dentro de la casa.

No pude retener las lágrimas cuando estaba dentro de un cajón, este se encontraba en el cuarto de servicio pero era espacioso; mi piel picaba, no quiero estar en este cuerpo, quiero largarme pero su rostro aparece en mi mente cuando estoy determinado.

— Solía hacer lo mismo, pero lo hacía en la lavadora.

— Déjame solo, por favor —intenté ser lo más de cuidadoso al hablar con Carlos, no quería sonar grosero o que supiera que estoy chillando como un niñito.

— Lo mejor en estos casos es conversar con alguien. Cien por ciento real.

Quería meterle un puño, más puede que funcione si me desahogo con alguien.

Salí del cajón, con mi cara hecha un desastre, se quedó viéndome, SI YA SÉ QUE ESTOY DE HORROR, NO ME VEAS IDIOTA.

— Todo empezó en mi segundo mes de trabajo —le contaré toda la historia, sin omitir nada, quiero que un tercero me de respuestas.

Ugly [Omegaverse] Where stories live. Discover now