Capítulo 29

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Para Lili sería, seguramente, difícil su relación con Hortensia, pero ella confiaba en su buena relación y en el buen tino de Victoria. Esa noche habló con Abel sobre lo sucedido en la casa de Victoria. Los dos estaban visiblemente contentos, Abel por el nuevo trabajo de su amiga y ella por poder, al fin, valerse de sí misma.

- Listo, Abel. Mañana empiezo.

- ¡Qué bueno, amiga! No sabés cuanto me alegro.

- Mañana tempranito en la casa de Vicky. A la vieja no la vi, pero ella me dijo que todo lo que vos me hubieras contando era verdad...jajajajajajja

- ¡qué guacha, Vicky! ¡Cómo me conoce! Mañana seguramente vas a tener el gusto de conocerla a doña Hortensia...

- ¿Hortensia? ¡Qué feo nombre! Con razón es tan mala, pobre mujer. Le cagaron la vida con ese nombre.

- Vos no entendés nada...es un nombre de "gente como uno" – le dijo Abel con la voz afectada, imitando y parodiando la forma de hablar de la gente de clase alta o que quiere aparentar serlo –

- Ahhh...no sabía, gordooooo – Retrucó Lili siguiéndole el juego. Haciéndole la segunda –

- Bueno, yo me voy a la casa de Victoria, cualquier novedad te chusmeo.

Lili se fue a su casa y, por suerte, pudo dormir profundamente, no le pasó lo de la noche anterior. Se levantó, se bañó y luego de desayunar salió para la casa de Victoria. Debido a su ansiedad, llegó veinte minutos antes de lo pautado, así que se fue a dar una vuelta por el barrio. No le daban los ojos para ver esas casas enormes y costosas. Lili soñaba con algún día vivir en una de esas casas, pero fruto de su esfuerzo y no porque su pareja tuviera plata como ya le había acontecido en el pasado. Una vez que se hizo la hora fue a la casa de Victoria y tocó el timbre. Victoria le abrió casi al instante y otra vez le regaló una hermosa y amplia sonrisa para recibirla.

- Hola, Lili. Adelante. Ya te dejé todo anotado en una pizarrita de la cocina. Vos andá preparando el desayuno que yo me baño y bajo en diez minutos. Mamá está esperándote en la cocina.

- Bueno...

Lili fue hacia la cocina como en cámara lenta, pero sabía que era inevitable cruzarse con Hortensia. Entró y ahí la vio sentada como esperándola, como agazapada. Lili la saludó y Hortensia le contestó entre dientes.

- Ahí en ese pizarrón verde tenés todas las indicaciones de mi hija. Hacé el desayuno rápido que no tenemos que perder tiempo.

- Sí, señora, descuide lo haré todo lo rápido que pueda.

- Sabés leer bien, nena, o lees como un nene de dos años. Yo no sé esta juventud a donde va ir a parar...

- Leo perfectamente, señora

- Bueno...y espero que tengas una buena capacidad de comprensión...

- Comprendo perfectamente, señora. Ahora cuando le sirva el desayuno lo va a comprobar.

- ¡Qué lindo pelo que tenés, nena! ¡Qué brillo!

- Gracias – dijo Lili mientras pensaba "Por fin me dijo una buena"

- Ese es pelo bien de indio...se lo lavan con mierda y les queda siempre así, con volumen, con brillo. Yo tengo poco pelo, pero bueno...yo soy europea...

- Ah... ¿si? ¿En qué país nació? – le dijo Lili con marcada ironía –

- Es un decir, nací en Argentina, pero mis abuelos eran españoles, vascos para más datos. Vos sos india, naciste acá pero tus abuelos eran indios.

- Y a mucha honra, señora.

EN ese momento, Hortensia, se dio cuenta que Lili era un duro hueso de roer. No se le achicaba y encima le contestaba con educación. Dentro de su maldad admiraba a sus contrincantes que podían mantenerse en su carril y sin caer en irrespeto.

- Bueno, basta de charla y hacer el desayuno que Vicky ya baja. Apurate, nena.

- Si, señora. Me llamo Lili...

- Bueno, Lili. Pero rápido por favor.

Lili comenzó a hacer el desayuno mientras Hortensia la miraba, la escrutaba. Cuando se cruzaban sus miradas le sonreía con malicia mientras revoleaba los ojos como "señalando" la mesa vacía, como diciéndole << Apurate>>. Una vez que Lili terminó de preparar el desayuno lo sirvió. Hortensia la miraba y acomodaba todo aquello que Lili depositaba en la mesa: tazas, platos, el vaso con el jugo, servilletas. Era como que corregía todo lo que ella hacía aunque lo moviera solo unos milímetros. Hortensia sonrió y la felicitó. Al fin bajó Victoria y entró a la cocina.

- Guau, Lili. ¡Qué buena presentación! Te felicito.

- Gracias...

- Bueno, nena, es solo un desayuno. Tampoco es tan difícil. Aparte vos le dejaste todo anotado, hasta una nena tonta lo hubiera hecho así...e incluso mejor...

- Mamá...yo solo le dejé anotado que tenía que hacer...café...leche...tostadas...jugo...no le dije como poner la mesa...no empieces a romper...

- Bueno, al final te molesta todo lo que digo. Estás muy contestadora últimamente.

- No te victimices, mamá. Ya conozco tus manejos. Desayunemos en paz.

- No me hables así delante de la servidumbre.

Lili sintió como si le hubieran clavado un puñal en el corazón, no por la palabra sino por la forma. Hortensia parecía que todavía creía que existía la esclavitud.

- Mamá...servidumbre...no seas bestia. Lili es una persona que viene a trabajar a casa, es una colaboradora. Te quedaste en el siglo pasado, con esas cosas denotás tu edad...

- ¡Qué edad ni ocho cuartos! Estoy divina. Ojalá a mi edad estés así, cosa que dudo.

- Sí, estás divina pero a fin de años cumplís sesenta...

- ¡No me podés hacer esto! Te tengo prohibido decir mi edad...y menos delante de...de...- mientras por su cabeza pasaba la palabra sirvienta – de tu colaboradora...

- Yo me retiro, señoras – dijo respetuosamente pero con un dejo de tristeza Lili –

- Vos no te vas nada, Lili. Te quedás acá. Mamá, dejá de joder.

- Está bien. ¿Viste qué lindo pelo que tiene esta chica? Lo que no me gusta es ese color de piel...tan oscurito... ¿Viste? Mirá mi piel, parece mármol de lo blanca que es...

SuecoWhere stories live. Discover now