Capítulo 56

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Hortensia se había quedado con una espina y no iba a parar hasta sacársela, aunque le duela. Su cabeza daba vueltas y vueltas e intuía, y estaba segura, de que entre Lili y Abel estaban tramando algo y no precisamente bueno. En un momento le vino a la cabeza el nombre de un amante, que hacía unos años que no veía. El tipo era policía y ya debería tener un cargo importante. Se llamaba Carlos Bauzá. Los buscó en la guía y no pudo encontrarlo, por internet tampoco. Entonces fue directamente a la central de policía. Se vistió para la ocasión con un trajecito sastre azul bien entallado y con un generoso y vistoso escote que dejaban ver sus "95" como le decía ella. Remato todo con un toque de perfume, de los caros, de los más caros diría. Llegó al edificio y preguntó por la autoridad máxima. Era el comisario general Reinaldo Perette. Esperó u nos instantes hasta que el comisario la recibió. La secretaria la hizo pasar a su despacho. El hombre al verla, se paró y le extendió su mano. Hortensia se la dio y luego de un par de movimientos de arriba hacia abajo, el comisario no le soltaba la mano mientras parecía hipnotizado mirándola a los ojos.

- Comisario...un gusto...esa que tiene ahí es mi mano...

- ¡Uy! Pero discúlpeme. Ando tan estresado. Mil perdones señora García Ureña. En que la puedo ayudar. ¿Qué problema está teniendo?

- Le explico, señor comisario. Estoy buscando a ...un buen amigo...que no veo hace años. Él es policía y la verdad que no lo puedo encontrar por ningún lado. Ni en la guía, ni en internet.

- ¿Cómo es su nombre?

- Carlos Bauzá.

- ¡El flaco Bauzá! Pero como no. Yo lo conozco. Hemos sido compañeros de promoción. Siempre tuvo buen gusto el flaco...

- ¿Buen gusto? No sé a qué se refiere.

- Me refiero a las mujeres...

- Bueno, me parece que está siendo un tanto impertinente. Yo solo soy una amiga.

- Si, yo no dije que no fuera amiga. Dije que tenía buen gusto para las mueres, no dije que tenía buen gusto para las amantes o novias o esposas. Mujeres en general me refería. Si no fui claro, le pido disculpas.

- No, no hace falta. Ha sido un mal entendido de mi parte. ¿Sabe dónde puedo encontrarlo?

- Claro que sí. Él es comisario de la primera. ¿sabe dónde queda?

- Si, si...está cerca de acá. Voy para allá entonces.

- Perfecto, señora. Le dejo mi tarjeta por cualquier contingencia que tenga, no dude en llamarme.

Hortensia se retiró del departamento central de policía y se dirigió a la comisaria primera. Como estaba a unas pocas cuadras decidió ir caminando. Llego y se presentó. Rápidamente el comisario salió de su despacho, y al verla la estrecho en un fuerte y cálido abrazo. El comisario siempre había sido un tipo atractivo, alto, atlético, morocho y con una mirada muy penetrante. La mirada era lo que siempre le había gustado a Hortensia de él, por eso siempre que hablaban, él no le sacaba ni por un segundo su mirada de los ojos de Hortensia, y eso siempre lo ponía nervioso. Y aunque habían pasado más de veinte años, seguía poniéndose nerviosa...

- Hola, Hortensia. A vos no te pasan los años...

- Carlos, y a vos nunca se te actualiza el verso. Más de veinte años pasaron...

- ¿Y qué tiene que ver? Estás hermosa.

- Bueno, yo tengo que reconocer que vos estás muy bien, pero el tiempo pasó, y se te nota, pero se te nota para bien. Las canas te sientan muy bien y eso kilitos de más también. ¡Eras demasiado flaco!

- Si, era muy flaco. Es verdad. Pero vos sos una hermosa mujer madura y no me digas que es verso porque todo el mundo te lo debe decir.

- Sí, no todo el mundo pero...si, me lo dicen. Modestamente.

- Sí, siempre fuiste muy modesta...jajajajajjaajaja

- Jajajajajajajaaj...sigo siendo la misma, por dentro estoy cada día mejor...

- Ya veo...bueno...en que puedo ayudarte.

Hortensia le contó con lujo de detalles su relación con Lili y la relación de Abel con Victoria. Bauzá no lo podía creer. Sin embargo trató de mantener su compostura.

- El tema fue meter a esa gente en tu casa, Hortensia.

- Ya lo sé, Carlos. Ni me lo recuerdes. Me dejé llevar primero por mi hija, la vi tan enamorada...igual ese chico nunca me cerró. Y luego cuando conocí a Lili me enceguecí. Tan joven, tan frágil, con esa piel tan suave. Y me deje llevar. Ahora no confió en ninguno de los dos.

- Y entonces... ¿Querés que los sigamos?

- Sí, quiero que los sigas vos...

- Yo no puedo, no hago más la calle. Voy a buscarte al mejor. No te preocupes.

- ¿No haría una excepción por una vieja amiga? Mirá que puede haber premio...

- Ah... ¿Si?...Pensé que solo te gustaban las nenas...

- Carlos, sabés que vos siempre me pudiste...y ahora también...

Hortensia se fue de la comisaría a comer algo a un bar que estaba a unas pocas cuadras. A los pocos minutos de pagar la cuenta recibió un mensaje de Carlos. La esperaba en su auto particular en la esquina. Hortensia salió del bar, divisó el auto se dirigió hacia él. Abrió la puerta, la cerró y se tiró encima de Carlos dándole un salvaje e interminable beso. De ahí fueron a un departamento que tenía Carlos en Palermo. Llegaron en menos de quince minutos. El departamento era moderno, no muy grande y con muy mal gusto. A Hortensia le pareció un "bulo" de cuarta categoría.

- Este es tu departamento de soltero...

- ¡Ja! Y bueno...tantos años con mi mujer me han aburrido. Por eso tengo este departamento para...tomarme alguna licencia...

- Y no poética...este departamento destila sexo por todos lados...todo muy obvio...esa luz roja...muy cursi...

Carlos fue hacía la cocina y saco de la heladera una botella de champagne bien frio, agarró dos copas y las llevo a la habitación. Hortensia fue al baño y salió semi desnuda. Ingreso en la habitación y se tomaron dos copas de champagne muy lentamente. Ya no tenía la edad en que la ansiedad quema las ganas llegando a un clímax torpe y sin gracia. Se acostaron en la cama y comenzaron a besarse suavemente. Luego si hicieron galas de sus dotes salvajes, se comieron casi literalmente casi hasta que les quedará la lengua acalambrada y sus sexo rojos casi morados. Carlos la penetró con fuerza y Hortensia gritó de placer, sin ningún tipo de exageración. Luego ella se puso encima de él y lo cabalgó hasta dejarlo exhausto. Carlos se alivió cuando Hortensia dejó de moverse y se puso a su lado. Los dos estaban realmente cansados pero muy satisfechos. Hortensia se acomodó en el pecho de Carlos y comenzó a jugar con sus pelos rizados.

- ¿Y? – pregunto Hortensia con estudiada inocencia –

- ¿Y qué?

- ¿Vas a hacerme vos el trabajito?

- Ah...por eso fue todo esto...pensé que era por lo sexy que soy – se rio de le mismo Carlos –

- Por eso también...

- Si...tengo que arreglar un par de cosas en la comisaria y yo seré el "detective" por llamarlo de alguna manera...

- Ok. Pero mirá que quiero sangre...

- ¿Cómo sangre? – le preguntó Carlos sorprendidísimo –

SuecoWhere stories live. Discover now