Capítulo 49

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- Le estoy diciendo la verdad – dijo Abel mientras le sostenía la mirada al beodo Espitalleri –

- Te creo. Lo peor que puede hacer un delincuente o un asesino es mentirle a su abogado.

- Yo no soy ni un delincuente ni un asesino. Hortensia se suicidó. Yo no tuve nada que ver. Podrán juzgarme por decirle a Lili lo de la medicación. ¿Cuánto tiempo me pueden dar?

- Si...no mucho...tal vez te convenga decir que vos la mataste.

- Usted aparte de estar en pedo está loco.

- No te pases, pibe. No estoy en pedo, sabés lo que tengo que tomar para ponerme borracho...

- Creo que usted huele un corcho y se mama.

Espitalleri lo miraba fijo a Abel. Su cuerpo se iba para adelante, se estaba durmiendo. Abel no le habló más para ver hasta donde llegaba el abogado. En un momento comenzó a roncar y Abel no aguantó más y se desternilló de la risa, no lo pudo evitar. Espitalleri se despabiló.

- Eh...¿Qué pasa? Me dormí, la puta madre. ¿Dormí mucho tiempo?

- No...ni dos minutos. Quiero saber cómo me va a defender.

- Te decía que te auto imputes. Sos pobre, un lindo pibe y a los jueces les encanta eso, te van a dar pocos años. Confía en mí.

- No voy a decir algo que no hice. Y no confío en ustedes. Y por otro lado usted cree que solo los pobres somos chorros y asesinos. Y cree que todos los pobres andan en algo oscuro. A usted le falta mucha calle. Mucha.

- ¿A mi calle? Déjate de hablar pavadas, pibe.

- Bueno, tengo ganas de dormir.

- Ok. Yo me voy. Y vos quédate tranquilo...

- Si...si...

Espitalleri llamó a los guardias para que le abran la celda para salir. Saludo desde lejos efusivamente a Abel y se fue de la comisaría. Mientras Abel estaba acostado meditando todo lo que había ocurrido. Le extrañaba sobremanera de que ni Victoria ni Lili lo hayan visitado aún. Se durmió un poco hasta que unos golpes contra los barrotes de la celda lo despertaron.

- Pibe...tenés visitas.

- ¿Quién mierda será ahora?

- Pase señorita – dijo el agente –

- Hola Abel – lo saludó con dulzura Lili –

- ¿Cómo andás Lili? Estaba extrañando tu presencia.

- Yo también pero viste como esto. Victoria está muy mal y hay que seguir con la actuación.

- Y si. Hoy estuvo el abogado. Me dijo lo de la medicación, que vos le dijiste yo te dije que se la suspendas a la vieja. Y me seguí diciendo que yo la había matado, es más, me dijo que confesara que había sido yo...

- ¡ja! ¿Y qué le dijiste?

- Que era una locura, eso le dije. Lo único que estoy horno por lo del medicamento, pero por eso me van a dar poco tiempo. Después salimos y a disfrutar de la guita de la vieja. ¿La valija donde la tenés?

- Está en tu casa, enterrada. Un lugar más seguro no encontré.

- Está bien. Vos seguí haciendo el teatro con Victoria, es buen piba, viste...

- Si, pero lleva en sus venas la misma sangre que Hortensia, tarde o temprano se convertirá en una garca como ella y como el padre. Eso no tiene remedio.

- Es verdad. aunque parece distinta.

- Vos lo dijiste, parece.

- Lo que no entiendo es como no sospecharon de alguien más. Yo solo a esa vieja no la puedo levantar...sin tu ayuda hubiera sido imposible.

- Igual con lo débil que estaba...no había comido nada en los últimos días, le servía re poca comida y la vieja ni se quejaba...

- Si...y ¿Victoria pregunta por mí?

- No...

- Alguna sospecha...

- No, ninguna...che, boludo...acá no habrá micrófonos... ¿No?

- Jajajajajajaja...déjate de joder...mucha serie vos... ¿eh?

- Bueno me voy. Voy a la casa de las García...cuídate, y no le digas nada al abogado.

- No...si lo hubieras visto, es un viejo borracho mal. Muy gracioso, vamos a ver si puede hacer algo para no comerme mucho tiempo en cana...

- Bueno, Abel. Nos vemos. Mañana estoy de nuevo por acá.

Lili se fue y Abel se quedó solo otra vez. Eran solo él y su conciencia. A pesar de que no podía borrar la cara de Hortensia con la boca abierta buscando aire mientras la soga le apretaba su frágil cuello, no sentía ningún tipo de remordimiento. Pensaba que había tenido el final que se merecía, tantas agresiones, tantas ironías, tanto sarcasmo para terminar pidiendo clemencia a un pobre pibe como él. Sonrió por ese pensamiento. Sin embargo lo que si le preocupaba era Victoria, no sabía si se había enamorado de ella pero si la quería mucho y le pesaba un poco el haber asesinado a su madre. Pero el vio una oportunidad en Hortensia y en ella y la tomó. De eso no se arrepentía.

Lili llegó a la casa y fue a ver a Victoria al cuarto de Hortensia. Recién se había despertado.

- ¿Cómo estás?

- Bien...bah...como puedo...todavía no caigo, es todo como una película de terror...

- Vengo de ver a Abel, tiene ganas de verte.

- Pobre...sin comerla ni beberla está encerrado...y ¿Cómo está?

- Bien, dice que va a salir pronto.

- Ojalá. Mañana voy a ver si puedo ir a visitarlo, depende de mi estado. Pero debo ir.

- Si, le va a hacer bien.

- Te quería confesar algo...

- Si...decime...

- Los últimos días no le di la medicación a tu madre.

Victoria abrió los ojos bien grande, no podía creer lo que Lili le había dicho...

- ¿Cómo me decís una cosa así? Con que permiso hiciste eso...

- Me lo pidió Abel...

- Justo Abel que la odiaba...justo Abel...

- Decía que extrañaba a la "vieja" Hortensia...

- Esto es una joda...ustedes creen que soy boluda...

- No Victoria...no creemos eso de vos...

- Mi vieja se suicidó por no estar medicada...ustedes tiene que pagar por eso...

- No me digas eso...no...por favor...no hicimos nada...

- Ya lo veremos. ¿Vos sabés que en el jardín hay una cámara?

- No, no lo sabía.

- Pues si la hay...ahora me voy a fijar que filmó aquella noche...

- Vos no te vas a fijar nada – dijo Lili mientras sacaba de entre sus ropas una pistola de caño largo –

SuecoWhere stories live. Discover now