Capítulo 39

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La llegada de Abel a la casa de Hortensia le agregó una tensión que ya tenía por las peleas entre madre e hija. El día que llegó, Hortensia se quedó encerrada en su cuarto. Solo había entrado a su habitación Lili para llevarle la comida. Estaba con mucha bronca y mucho miedo por lo que podría pasar. NO se fiaba de Abel en lo más mínimo.

Abel acomodó sus pocas cosas en la habitación de Victoria. No se sentía del todo cómodo pero tampoco le parecía justo que Hortensia se metiera en la relación de el con Victoria. La pareja también se quedó casi todo el día encerrados. Lili, mientras tanto estaba en su cuarto acostada mirando tv. Era tal vez el único habitante de la casa a la cual no le influía demasiado la presencia de Abel. A pesar de haberse enterado de lo que había ocurrido con su hermano, no le guardaba rencor. Pero, igualmente, quería tener una charla con él. En un momento escuchó a alguien que estaba merodeando por la cocina. Lili se levantó para ver quién era y si podía ayudarlo en algo. Era Abel. Lili caminó unos pocos pasos y le tocó el hombro.

- Hola, Abel.

- Hola...Lili...me asustaste. Pensé que te iba a tu casa hoy. Es tu día de descanso, ¿no? – dijo Abel con perceptible nerviosismo –

- Sí, es mi día de descanso. Pero la verdad que no tenía ganas de irme a casa, para estar sola...prefiero quedarme acá.

- Está bien.

- Si, aunque no creas acá siento calor de hogar. Vicky y la señora me tratan muy bien.

- Si, son buena gente.

- Vos a Hortensia la odias, no me digas que es buena gente...- le recriminó Lili clavándole los ojos –

- Bueno...vos ya sabes lo que pienso de ella. Pero vos te llevas muy bien y no te voy a hablar mal de ella.

- Abel... ¿por qué no me lo contaste?

- ¿Qué cosa? – repreguntó Abel para hacer tiempo para elaborar la respuesta –

- No te hagas el tonto. Que le disparaste a Marcelo, eso...

Abel se quedó un instante en silencio mirándola a Lili a los ojos. No sabía que contestarle. Tragó saliva y siguió el dialogo con ella.

- No quería herirte más de lo que estabas. Fui un cobarde, lo sé.

- Me hirió más que lo hayas ocultado. Obvio que me enojo mucho que le hayas disparado pero yo no estuve en tu lugar y muy difícil hablar de ciertas reacciones de los demás. Yo lo conozco bien a Marcelo, se cómo era y que borracho y drogado era incontrolable. Pero me hubiera gustado que la verdad saliera de tu boca.

- Ya lo sé, fue una tontería. Sabemos que la verdad siempre sale a la luz y a pesar de eso seguimos insistiendo con mentir, es como una enfermedad que tenemos los seres humanos.

- Pero no te guardo rencor, está todo bien. Sabes que en mi tenés a una amiga y que siempre que pueda voy a ayudarte. Espero que tu estadía en la casa sea buena y puedas sortear el caos que Hortensia va a querer generar.

- Si, Lili, te agradezco y vos también sabes que podes contar conmigo y con Vicky.

- Si, gracias. Eso lo tengo claro. Sé que puedo acudir a ustedes.

Lili se fue a su habitación y a pesar de haber aclarado las cosas con Abel, se puso a llorar como una nena. Sentía que no tenía gente en la cual confiar, ella lo había sentido a Abel como un par, con un mismo origen que ella, con los mismos códigos y ahora se daba cuenta de que lo había perdido de alguna manera.

Abel entró al cuarto de Victoria y le contó lo sucedido en la cocina.

- Bueno...tiene razón Lili, le mentiste.

- Ya lo sé, vos también me vas a recriminar.

- No...no te enojes...te digo lo que hiciste nada más. Si te molesta para que me lo contás.

- Está bien, tenés razón. Lo que pasa es que me da bronca, yo a Lili la quiero mucho pero ahora la siento distante.

- Bueno, las cosas se irán acomodando. No te aflijas. Ya se le va a pasar, eso sí, la relación no va a ser la misma.

- Espero que te equivoque...

- No creo, mi amor, es psicología pura, estas cosas pasan. No digo que no van a volver a ser amigos, digo que va a ser diferente, tal vez un poco más frio.

- Sí. Veremos.

Abel y Victoria se acomodaron bien en la cama y se aprestaron a ver una película. El calor apretaba afuera y el aire acondicionado fuerte los obligaba a taparse con una manta. Buscamos combatir el calor y volvemos a buscar calor para contrarrestrar ese mismo frio que lo venció. Abel comenzó a cabecear, Victoria se dio cuenta y lo despertaba cada vez que veía que le colgaba la cabeza. Victoria reía y lo acomodaba una y otra vez. Parecía un zombi, cada vez lo acomodaba con más fuerza para ver si lograba despertalo, pero no lo lograba. Abel estaba muy cansado. Victoria se reía como una nena. No le gustaba ver películas sola, no le gustaba que Abel se duerma. La enojaba un poco. Se daba cuenta de que se estaba poniendo bastante demandante. La tarde iba pasando lentamente. Victoria escuchó unos pasos en la escalera, por la forma de caminar se dio cuenta de que era Lili. Victoria miró su reloj y supuso que le llevaba el té a su madre ya que eran las cinco en punto. De golpe escuchó ruido de vajillas caer y romperse contra el piso, escuchó gritos desesperados de Lili, lo zamarreó a Abel para que se despertara. Se levantaron ambos de la cama y se encontraron con Lili arrodillada, llorando y rodeada de pedazos de loza rota en la entrada de la habitación de Hortensia. Tenía las manos ensangrentadas y gritaba que se le había muerto. Victoria la levantó y la abrazó y de paso la alejó de la entrada del cuarto de su madre para entrar y ver qué era lo que había pasado realmente. Abel estaba paralizado sin hacer nada. Victoria entró y vió a su madre acostada en la cama, más blanca que de costumbre mientras unos gruesos chorros de sangre oscura le brotaban de ambas muñecas. Victoria se abalanzó sobre la cama, la abrazó y con las sábanas trató de parar el flujo de la sangre. La notó muy fría, casi helada. Le hablaba pero no le contestaba. Los gritos desgarradores de Lili rompían la monotonía de ese típico silencio de domingo.

SuecoWhere stories live. Discover now