Capítulo 14 - La llamada (Talk that talk)

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Canciones de este capítulo:

- La llamada, de Leiva.

- Sax, de Fleur East.

- Stop the world I wanna get off with you, de Arctic Monkeys.

- Blue jeans, de Lana del Rey.

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Heaven (Ana):

Can you talk that talk?

-¿Qué? - Exclamé al otro lado de la línea. Empezaba a sentirme mareada.

-Ana, no te estoy engañando. Juanjo realmente ha muerto.

-¿Y de qué ha sido?

-Un infarto fulminante, por lo visto. Esta mañana, en su casa. No han podido hacer nada...

-No me lo puedo creer... - Mimi se acercó a mí con nuestras maletas y puso cara de no entender nada. - Ricky, ahora que llegue a casa te llamo. O vienes y me lo cuentas todo despacio porque no me lo creo.

-Vale. Ahora nos vemos.

Colgué. Mimi se asustó. Estaba completamente pálida y me temblaban las manos.

-Ana, ¿qué ha pasado?

-Mi... Mi ex jefe... Ha muerto.

-¿El que te despidió?

-Ese mismo... - Noté cómo se mordía la lengua y me miraba intentando consolarme. Adiviné lo que quería decir en ese momento. - Puedes decirlo. No... No me va a afectar.

-No, no lo diré. No te preocupes. ¿Estás bien?

-Sí... Pero necesito ir a casa. Ricky viene a casa a contarme lo que ha pasado. - Me levanté del suelo con dificultad. No me lo podía creer. - Era un tío que estaba bien de salud, que no tenía problemas, aparte de ser un gruñón y un malhumorado. ¿Pero un infarto repentino?

-Te está saliendo humo de la cabeza, Banana. Relájate.

-Necesito... Necesito llegar a casa.

El trayecto fue incómodo y en silencio. Rechazaba el contacto de Mimi y me agobiaba el metro. Juanjo había sido un déspota conmigo y una persona horrible en general pero no merecía morir... ¿O sí? No, no. No merecía morir. Y me sentía en deuda con él... Tenía miles de pensamientos machacándome la cabeza y era incapaz de soltar una lágrima por él. Me sentía en conflicto; por una parte estaba mi moralidad susurrándome que debería llorar, que gracias a él había conseguido llegar a donde estaba ahora. Por otra, mi sentido común me decía que no estaba mal alegrarse de su muerte, que en el fondo se lo merecía por cómo me había tratado y por cómo me había echado de su revista. Como el cuento del lobo negro y el lobo blanco batallando en nuestro interior, el bien y el mal echando un pulso.

Pero en mi caso todo era muy gris y estaba muy diluido. No había buenos ni malos, sólo mi sentido común y mi deontología.

Llegamos a casa y Mimo me recibió cariñoso aunque no fui capaz de corresponderle. Sin decirle nada a Mimi me metí en el baño a ducharme. Me sentía sucia y pegajosa, una mala persona, y esperaba que el agua fría me ayudara a limpiar todo aquello. Me quedé bajo la alcachofa mucho rato, mirando a la nada, dejando que corriese.

Mi relación con Juanjo nunca había sido la mejor. Me había aceptado casi como favor, uno de los que le debía a Ricky -¿Cuántas veces le salvaste el culo a esa sabandija, Ricky?- y a mí me daba los peores trabajos con la esperanza de poder echarme cuanto antes con la excusa de que "no había aprendido nada". Pensándolo en retrospectiva, todo el tiempo que había pasado en El Monóculo no había sido muy grato. El ambiente de trabajo era malo, enrarecido, y mis compañeros apenas me hablaban. Trabajaba sola, en una mesa apartada.

Sweeter than heaven, hotter than hell // WarmiWhere stories live. Discover now