Capítulo 17 - five-oh-five

1K 63 13
                                    

Bueno, tras unos 10 meses me digno a volver  a actualizar esto. He tenido varias peticiones en los últimos meses de retomar esto pero el trabajo no me ha dado ni un momento de respiro y he tenido bastantes movidas. Hoy me he sentado y he retomado el capítulo desde donde lo dejé (el primer párrafo).  Casi 2900 palabras del tirón. Hacía mucho que no me ponía a escribir, así que supongo que esto se puede hasta considerar una pequeña victoria. Espero que lo disfrutéis y que me comentéis qué os parece. Muchas gracias por los meses de espera y por vuestra paciencia. Espero poder acabar esto.

Canciones de este capítulo:

-505, de Arctic Monkeys.

- Dancin' in circles, de Lady Gaga.

- Suburban War, de Arcade Fire.

//

Heaven (Mimi):

Nada me animaba más que el hecho de poder salir de Madrid durante unas semanas. Las vacaciones de Navidad en Tenerife habían sido un respiro para ambas pero volver a ese piso nos envició. Ana estaba inquieta, apenas dormía, fumaba mucho y comía todavía menos. Estaba demacrada, las ojeras cada vez las tenía más profundas y estaba intratable. Se iba temprano, en ese filo en el que la madrugada y la mañana bailan de la mano. Y sobre todo, estaba intratable.

Era imposible mantener una conversación de cualquier tipo con ella: saltaba como un resorte a la primera de cambio, con cualquier pequeño matiz. Tenía un problema pero no quería reconocer que lo tenía. Y yo no podía ser su bastón si ella no pedía ayuda.

De vez en cuando se atisbaba un rayo de calma, pero duraba tan poco que parecía que no existía. Su actitud me cansaba cada día más, iba minando mi paciencia como una gota de agua que cae constantemente en el mismo sitio, permanentemente.

Sus palabras hirientes eran el agua, y mi aguante la roca.

Podía soportar torrentes, oleaje fuerte, mareas de toda clase... Pero aquello no. Cada día me iba resquebrajando un poco más, cada día me iba haciendo más daño. Cada gota representaba un cuchillo que iba penetrando poco a poco dentro de mi espalda, algo que seguramente acabaría conmigo en poco tiempo.

Hasta que un día me quebré del todo.

Ana había llegado pronto del trabajo, mucho más de lo que solía acostumbrar. La acompañaba su habitual nerviosismo y crispación, además de un olor a tabaco que no aguantaba. Tiró su bolso y abrigo en la entrada y no me saludó. Con el cigarro todavía en la boca, se hizo un moño y avanzó hacia la cocina. Fui detrás de ella para que reaccionara.

-Hola, eh. Estoy aquí.

-Hola. – Musitó mientras soltaba una calada del cigarro y abría la nevera.

-¿No me vas a decir nada?

-¿Qué tal? – Dijo sin ganas.

-Bien, gracias. De hecho estaba esperando que lle-

-Ahora no, Mimi. Tengo mucho trabajo.

-¿Trabajo de qué? ¡Si has venido antes!

-He venido antes por no aguantar a mis compañeros de trabajo. He discutido con ellos. – Apagó el cigarro en el cenicero de la cocina y se abrió una cerveza. – Estoy harta de trabajar con incompetentes.

-¿Qué ha pasado?

-Que son estúpidos, eso es todo. Putos manazas.

-Ana, relájate...

-¿¡Que me relaje!? Esos patanes, grandísimos hijos de puta, me han jodido la grabación de esta semana con su sección de mierda. Me han jodido todo lo que cuidadosamente había planificado sólo porque a ellos les ha parecido suficientemente importante cambiar una entrevista por otra. Han destrozado el hilo conductor de esta semana por puro capricho... Panda de gilipollas.

Sweeter than heaven, hotter than hell // WarmiOnde histórias criam vida. Descubra agora