Capítulo 16 - Contemos aullidos

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Canciones de este capítulo:

- Contemos aullidos, de Siloé.

- Mountain at my gates, de Foals.

- Violet hill, de Coldplay.

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Heaven (Ana)

Noviembre había pasado sin pena ni gloria: yo seguía enfrascada en la radio, preparando mis guiones y mis temas, trabajando tanto en casa como en la redacción, y Mimi seguía yendo a sus reuniones y a ensayar con Miriam y Amaia. Apenas nos veíamos y agradecí un poco esa pequeña separación porque me estaba costando asimilar mi nuevo puesto de trabajo. Mi vida había dado un giro radical y no sabía cómo encajar a Mimi en ella. Pero no quería perderla.

La convivencia se había enrarecido y aunque seguíamos compartiendo espacios, comidas y cama, todo era distinto. El cariño ya no era tanto como antes y me costaba arrancarla un beso o una caricia antes de irme a dormir. Y la escuchaba a veces irse a dormir al salón por no rozar mi piel o por no acurrucarse conmigo. Lo echaba de menos.

La echaba de menos.

Nos echaba de menos.

Diciembre sólo trajo el frío de manera literal, porque Mimi de repente cambió su actitud conmigo, como si de repente todo se hubiera pasado y estábamos bien, como al principio. Pronto volvieron los besos fogosos y las caricias, arroparse conmigo y abrazarme, darme las buenas noches y querer acostarse conmigo.

Me sentía superficial por pensarlo pero era una de las cosas que más había extrañado, sentir sus manos tocándome, acariciándome, su boca llevándome a lo más alto, sus dedos profundizando en mí sin ningún esfuerzo. Todas aquellas sensaciones las había echado de menos. Pero había algo dentro de mí que me estaba trastornando entera y me estaba haciendo sentir a cada día que pasaba peor. Nunca había tenido una ansiedad tan fuerte como la que tenía en esos momentos, y perdía los estribos si no tenía las cosas bajo control. Y lo peor es que me daba pánico hacer daño a Mimi.

No podía controlar esos achaques, no podía frenarlos porque salían como una manada de ñúes en estampida, llevándose por delante todo lo que hubiera. Y daba igual porque a pesar del cansancio terrible y de la sensación de culpabilidad que me asolaba después, me sentía un poco mejor sin esa carga, después de haber dejado salir de todo sin mesura. Me había pasado ya en la redacción con uno de mis compañeros, y aunque no deseaba que fuera así, Mimi iba a ser la siguiente.

Llevaba unos días malos en la redacción por el trabajo. Dos entrevistados me habían cancelado la entrevista para mi programa en el último momento y no estaba muy fina en el programa de Carmina. Además llegaba tarde a casa y el cansancio estaba siendo mi leitmotiv. Apenas dormía y el café me tenía nerviosa de más.

Abrí la puerta del piso y me encontré a Mimi tirada en el sofá, tapada con una mantita mientras miraba el móvil. Estaba todo desordenado y como lo había dejado por la mañana. Un par de platos en la mesa del salón, el fregadero lleno y la encimera sucia. Además la cama estaba sin hacer y la casa sin ventilar. Intenté contenerme pero se me escapó un portazo que sobresaltó a Mimi.

Hell (Mimi)

Ana llegó hecha una furia del trabajo; se me había olvidado completamente recoger la casa y limpiar un poco pero llevaba toda la mañana ensayando y estaba hecha migas. La siesta se me había ido de las manos y no había hecho nada.

-Ana, dios mío, de verdad que lo siento...

-Podrías dejar de sentirlo y hacer más las cosas. – Me espetó enfadada.

Sweeter than heaven, hotter than hell // WarmiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora