CAPITULO 1

9.9K 519 49
                                    

Los primeros rayos de sol comenzaban a asomarse, lo que me daba indicios de que eran alrededor de las seis de la mañana, caminaba con los brazos cruzados por las frías calles de ellensburg para girar en el antiguo edificio que alguna vez había funcionado como estación de radio para posteriormente encontrarme caminando sobre la avenida Greenfield, me quede sin aliento al verla, la mansión Ledesma era tan ridículamente grande que era imposible ignorarla, cruce la calle sin cuidado pues a estas horas de la mañana por la carretera la única alma que transitaba era la mía. Me detuve frente a la enorme puerta de roble la cual era la entrada de la que alguna vez pensé era mi hogar, moví mi pie hacia adelante para chocarlo con la enorme puerta de roble, en caso de que el guardia de la entrada estuviera durmiendo una patada en la puerta lo despertaría de seguro, sonreí aliviada cuando una cara que yo conocía muy bien fue la que asomo por la puerta.

-¿Señorita Monserrath? – me dijo el amable anciano, yo le sonreí para abalanzarme a el y darle un abrazo.

-William! Creí que el codicioso señor Ledesma ya lo habría despedido. – le dije apartándome de el para mirarlo, William me miro con cara de pocos amigos.

-señorita soy un anciano, pero te aseguro que se hacer muy bien mi trabajo. – me dijo el con una amable sonrisa, algo muy propio de él.

-yo eso lo seee – le dije apartándome de el para caminar a su pequeña oficina situada a un lado de la puerta de entrada.

-señorita, ¿Por qué nadie la recogió? - me pregunto entrando también en su pequeña oficina para sentarse en una pequeña banca al lado de la silla en la que yo me había sentado.

-¿es una broma William? – le pregunte sonriendo de medio lado. – el señor Ledesma si acaso me pago un boleto de avión. – le dije sonriendo con ironía. – se nota que intento ahorrar al máximo, pues termine viajando en la peor aerolínea y con el peor horario, un vuelo que normalmente tarda siete horas me llevo trece horas por todas las escalas que hizo, al llegar al aeropuerto tuve que tomar un bus hasta acá y esta maldita zona es tan prestigiosa y clasista que lo más cerca que el bus pudo dejarme fue siete cuadras abajo.

-creí que su padre no la dejaría salir de Londres hasta que se graduara de la universidad. – me dijo con cautela.

-¿graduarme? – le pregunte soltando una sonora carcajada. – sí, eso creía el ¿acaso no me conoces William? – le pregunte negando con la cabeza en señal de desaprobación.

-señorita, yo la vi crecer. No es mi culpa que usted haya cambiado tanto. – me dijo, William parecía examinar mi reacción, yo solo le sonreí.

-bueno, esto es lo que hay. – le dije sin dejar de sonreír mientras me señalaba a mi misma moviendo mis manos frente a mí.

-para ser sincero señorita, no me parece que abandonara la universidad. – me dijo con cautela, lo mire sin ser capaz de molestarme con él, el viejo William era de seguro lo mas cercano a un abuelo, a un BUEN abuelo que yo tenía en la vida.

-bien, yo no la deje. El señor Ledesma me saco que es otra cosa. – le dije irguiéndome en la silla.

-sí, pero ¿usted que hizo? – yo solo negué con mi cabeza ¿Por qué todo el mundo creía que la culpable era siempre yo?

-Will... si me vas a juzgar, lo mejor será que me vaya a dormir. – le dije para salir de su oficina y tomar el morral que contenía las pocas cosas que poseía.

el maldito garaje que había entre la portería y la puerta de la casa poseía más carros de colección que la última vez que tuve que pasar por este extravagante lugar, siempre me había preguntado si el hombre que por genética era mi padre había diseñado la casa con el garaje al frente para que las visitas se vieran obligadas a admirar sus estúpidos autos, así era esta familia, todo se resumía en apariencias.

Dangerous [Embry Call] |Libro 4| de la serie 'Improntas'Where stories live. Discover now