Capítulo 2: Una Bestia En Mi Camino.

215K 10.4K 2.8K
                                    

No podía decir mucho de ese chico desde donde estaba porque no tenía una visión muy buena de él, solo veía su espalda. Volvimos a cerrar la puerta de los vestidores y mire a los chicos.

—No entiendo muy bien todavía, ¿él es un delincuente o algo así? — pregunte.

—No, estoy seguro que no lo es — dijo Ryan rascándose la barbilla —, pero de lo que, si estoy seguro, es que se pone de mal humor con mucha facilidad y si quieres evitar malos tragos, te recomiendo que te alejes de él. Es el protocolo estándar para seguir, lo que la mayoría de personas hace.

—No entiendo como alguien puede ser de esa forma — dije.

Pero claro que lo entiendo. Yo conozco a alguien así, la miro siempre que me veo al espejo. Claro que yo controlo un poco mi temperamento. Quizás estén exagerando y él solo sea una persona difícil de tratar... o quizás no.

Me habían asignado el casillero número dos, lo localicé y dejé mis cosas dentro. Tome la llave y le quite el pequeño llavero que tenía para poder meterla en mi tenis, ya que no tenía donde más guardarla y no quería que se perdiera; tendría que pensar en algo más practico después. Seguí a Emily hasta donde estaban los sacos de boxeo, me puse mis guantes y comencé a golpear despacio solo para calentar. Emily hacia lo mismo a un lado de mí y Ryan estaba del otro lado del gimnasio levantando unas pesas.

¿Por qué los hombres más guapos tienen que ser gays? ¿Acaso las mujeres tenemos tan mal karma?

Sacudí mi cabeza y alejé esos pensamientos. Seguí golpeando y no sé en qué momento mis ojos fueron a dar a donde estaba el muchacho del que Emily y Ryan me advirtieron.... ¿cómo se llamaba? Oh cierto, Dylan. Estaba levantando unas pesas, tenía el cabello castaño y aún desde lejos era obvio que era guapo. Puse atención a mi saco de nuevo cuando me di cuenta que lo miraba fijamente. Después de unas cuantas combinaciones de golpes sentí el sudor en mi frente, alguien me toco ligeramente el hombro y cuando me giré para ver quién era, me encontré con unos ojos verde esmeralda. Lindo.

—Disculpa que interrumpa tu entrenamiento de niña, pero ese es mi saco. Muévete – dijo el dueño de esos ojos con voz brusca.

Era Dylan, el chico del que me habían hablado, y tenía los brazos cruzados. Ciertamente no lucia como alguien agradable con quien te sientas a ver las flores. De hecho, era más del tipo maleducado.

Vi a Emily negar con la cabeza y vocalizó con sus labios la palabra «corre». La pobre lucía asustada. Bueno, si este chico era un demonio, yo era el maldito lucifer en persona.

—Disculpa, pero no veo ningún nombre en el saco. Ve y toma otro —conteste tajante.

Nadie me habla en ese tono.

—¿Porque no vas tú y tomas otro?, así dejas de malgastar mi tiempo. Ni siquiera deberías estar aquí, las chicas como tú siempre andan de chismosas o comprando ropa.

Sentí el enojo formarse dentro mí y cerré los puños con fuerza. No solo era grosero, si no también prejuicioso ¿quién diablos se cree que es para hablar así de mí? ni siquiera sabe mi nombre y ya dice semejantes tonterías de mi persona.

—¿Sabes qué... Bestia? — ¿por qué de todos los sobrenombres horribles que hay, tuve que elegir ese? Es patético. Tú eres patética. Me sopló mi conciencia—, ¿Porque no te vas mejor al diablo? Tal vez ahí encuentres alguien a quien le interese toda esa basura sin sentido que sale de tu boca.

Note que todos nos miraban en silencio, pareciendo más estatuas vivientes que personas.

— ¿Por qué no te vas mejor tú? así dejo de perder mi jodido tiempo contigo. Un gnomo como tú no duraría aquí — dijo él. Claramente había perdido la paciencia.

Tentación - En proceso de correcciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora