ᴄᴏᴍᴘʟᴇᴛᴀ
Lydia Martin daba todo por salvar una vida. Era su vocación. Una pasión indiscutible por su trabajo como doctora y un buen corazón eran las cosas que más la caracterizaban; pero normalmente la gente buena debe enfrentarse a situaciones difí...
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SEMANA 5
LYDIA SE PARÓ FRENTE AL ESPEJO y se miró fijo a sus propios ojos intentando aclarar sus ideas. 5 semanas.
5 semanas y su paciente especial ya estaba bien. Había curado con muchísima rapidez. Ella supuso que debido a su trabajo su cuerpo ya estaba familiarizado con las heridas y por ende había desarrollado una mayor agilidad al sanar. Al menos, psicológicamente. Por que si bien no estaba físicamente óptimo, Mitch parecía bloquear el resto de dolor en su propia mente.
Pero, resumiendo, ya estaba bien. Ya podía caminar, comer y realizar cualquier tarea básica sin la ayuda de nadie, sin la ayuda de Lydia. Ya podía irse de su casa y continuar con cualquiera sea el extraño estilo de vida que tenga, o buscar venganza, o suicidarse, o simplemente retirarse de su profesión. Lo que él desee. Ya no sería su responsabilidad.
Pero había tres cosas que la detenían: 1. Le daba pena echarlo. 2. Aún se sentía responsable. 3. La otra era la que estaba tratando de descifrar frente al espejo.
¿Por qué no quería que se vaya? Si cualquier persona desearía más que nada en el mundo dejar de convivir con una persona tan peligrosa como él. Si se llevaban mal y tenían más cruces que charlas que los acerquen. Si vivía intimidada por la idea de que era un completo desconocido con un pasado muy oscuro.
¿Qué era lo que veía en él que hacía que quiera conocerlo más, entonces? Tal vez lo misterioso que era. Esa incertidumbre que le generaba constantemente, esa idea de que por más vacío que parezca por fuera, ocultaba miles de cosas en su interior. A Lydia le gustaría descubrirlas, porque parecían valer la pena. Lo había comprobado cuando lo vio sonreír.
Salió del baño lista para comenzar su domingo. Odiaba despertarse temprano cuando no tenía que trabajar, le gustaría poder dormir hasta las 12 del mediodía y quedarse en la cama hasta las 3, pero su cuerpo decidió despertarse a las 6 y no volver a dormir.
Cuando tenía que trabajar no podía levantarse, y cuando tenía el día libre se despertaba sola. Bufó ante la ironía de la situación.
En la sala de estar, la luz de sol dibujaba pequeños destellos amarillos sobre algunas superficies, la tranquilidad de la mañana invadiendo todo su cuerpo. Respiró ese aire tan especial antes de posar su vista sobre Mitch durmiendo en el sofá.
Se acercó en puntitas de pie sin un propósito claro, pero cuando lo tuvo enfrente entendió lo que su subconsciente quiso hacer. Se arrodilló frente a él intentando no hacer crujir la madera del suelo bajo sus rodillas y lo observó.
Lo observó por un largo instante. Sus labios estaban levemente separados, sus ojos completamente cerrados, su pecho subía y bajaba al ritmo de su respiración. El reflejo de la luz del sol volvía su piel más amarilla y marcaba cada una de sus facciones a la perfección, facciones en las que Lydia jamás había visto tanta paz.
