CATORCE

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SEMANA 11

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SEMANA 11














ASÍ COMENZARON las semanas más caóticas que Lydia creía que iba a tener en toda su vida, pero por que no sabía lo que iba a venir después. A partir de este momento todo cayó en picada, como si la persona detrás de la puerta fuese el símbolo del mal augurio.

    Su mente se puso en blanco mientras intentaba buscar una forma de evitar el desastre que se estaba por armar justo en frente de sus ojos. No sabía lo que esperaba, pero definitivamente no era esto. En su interior aún había una pizca de esperanza que se desvaneció por completo cuando vio al desconocido a través de la ventana. Sus manos temblaron al cerrar la cortina lentamente y se dio vuelta para mirar a Mitch con pánico.

    —Lydia... —soltó él con cautela, sintiendo qué tal vez esas sean las últimas palabras que pueda decirle. Todo su cuerpo estaba listo para escapar de allí lo más rápido posible, pero no quería hacerlo. No quería irse. No iba a hacerlo a menos de que esté seguro de que la amenaza tras la puerta era verdadera. Antes de asomarse por la pequeña ventana, dio dos pasos en dirección a la aterrorizada pelirroja inmóvil frente a él, su vista estaba perdida en algún lugar e inmersa en el miedo. Con el corazón en el pecho y una angustia agobiante, apoyó suavemente sus labios en su frente y suspiró, permaneciendo cerca de ella varios segundos y cerrando los ojos, respirando su esencia una vez más antes de alejarse para correr la cortina lo suficiente como para espiar sin ser visto.

    Mitch lo hubiese reconocido en cualquier lado. Su postura, la forma de su cuerpo, sus botas de combate sucias y su cazadora desgastada. No lo dudó ni un segundo.

Impulsivo como siempre fue, le quitó todas las trabas a la puerta sintiendo al enojo hacer hervir su sangre. Lydia gritó desesperada y confundida por sus acciones, intentando detenerlo de alguna manera con sus frágiles manos. Pero ya era tarde, Mitch había salido a la calle.

    —¿Que carajo haces aquí? —soltó tensando su mandíbula y todo su cuerpo. Lydia se asomó por la puerta al escucharlo, solo para verlo dirigirse al hombre con ferocidad. Las venas se hicieron más notables alrededor de su cuello y en sus brazos debido a la fuerza con la que se cerraban sus puños.

—¡Rapp, Rapp! —intentaba llamar la atención él chico, retrocediendo cada vez más mientras se cubría con las manos ante la posibilidad de recibir un golpe en cualquier momento —¡Rapp, no vengo con la CIA! ¡Lo jur-... —antes de que pueda terminar de hablar, Mitch tomó con su mano izquierda uno de sus antebrazos y lo bajó con fuerza quebrando su guardia. Con la rapidez de un parpadeo, su mano derecha aterrizó en la mandíbula del muchacho con una potencia que Lydia no había visto jamás en un hombre.

Ella soltó un grito ahogado mientras sostenía la respiración. Cubrió su boca con su mano cuando vio al chico herido trastabillar y caer al suelo, sosteniendo su rostro.

I THINK I LOVE HIM,     mitch rapp.   ✓Where stories live. Discover now