TRECE

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SUS MANOS jugaban con la fina tela de su remera, esforzándose por mantenerla en su lugar

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SUS MANOS jugaban con la fina tela de su remera, esforzándose por mantenerla en su lugar. El hecho de que ella esté sentada sobre sus caderas y lo bese de una forma tal pasional no ayudaba para nada a su autocontrol. Descubrió que sus labios sabían mejor de lo que imaginaba y que eran capaces de llevar un ritmo único que podría hacerle perder la cabeza, y cuando sus dedos hicieron un lento trayecto desde su cadera hasta sus muslos -vestidos únicamente por un liviano short de pijama- descubrió también que su piel en esa zona era más suave de lo que se veía. Sus ásperas manos recorrieron sus piernas provocando que su tez se erice y enviándole corriente a todas sus terminaciones nerviosas.

    Era la primera vez que la besaba y ya todo en él ya le pedía más. Todo su cuerpo estaba deseoso de tener más contacto, de poder disfrutar más de cada una de sus curvas y terminaciones.

Lydia estaba en su misma situación.

    Su beso comenzó a demostrar su deseo y su lengua le pidió permiso para entrar en juego. Pronto se convirtió en algo desastroso, sus labios chocando desesperadamente mientras sus lenguas luchaban para tomar el poder. Las manos de Mitch recorrían desde su espalda y su cintura hasta sus muslos a ambos costados de sus caderas, pasando disimuladamente por la curva de su trasero, aunque ambos sabían hacia donde se dirigían sus acciones y cómo iban a terminar.

Él no quería apresurar las cosas, pero no sabía cuánto tiempo tenía allí -en cualquier momento iban a encontrarlo; ya sea la CIA o las autoridades del país- y él no quería irse de esa casa sin haber probado el cuerpo de Lydia. No iba a irse de esa casa sin haber probado el cuerpo de Lydia.

Incapaz de seguir controlándose, comenzó a jugar con el final de su liviana remera, que le había comenzado a molestar hace tiempo. Como si hubiese adivinado sus intenciones, Lydia levantó los brazos para que se deshaga de ella y volvió a besarlo con ferocidad y desesperación, colocando ambas manos sobre sus mejillas para sentirlo más cerca. Las caricias sobre la piel desnuda de su espalda la volvían loca y sus caderas comenzaron a moverse lentamente sobre las de él aumentando el calor entre ambos.

    Cuando Lydia encontró el momento para deshacerse de su remera fue cuando Mitch tomó el control. Levantó sus caderas con brusquedad, llevándola a ella también, para acostarla delicadamente sobre el suelo, como si fuese algo que no quería romper, cuidándola de cualquier golpe o movimiento fuerte. La espalda de Lydia hizo contacto con las baldosas heladas del piso, enviándole un escalofrío a todo su cuerpo y generando que se arquee, sus pechos haciéndose más notables para él. Mitch sonrió; era exactamente lo que quería que pase, y sabía que en segundos iba a revertir cualquier rastro de frío en ella.

I THINK I LOVE HIM,     mitch rapp.   ✓Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora