VEINTIUNO

1.9K 230 74
                                    














TENÍA FRÍO

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.















TENÍA FRÍO. No sabía si era porque la pequeña habitación en donde se encontraba era helada, o porque cuerpo estaba casi tan muerto como su alma, pero temblaba como si se encontrara en la Antártida sin abrigo. Frente a ella, un escritorio de metal vacío con una silla, vacía también. Sus manos estaban esposadas detrás de su espalda y se dijo a sí misma que jamás hubiese pensado que las cosas cambiarían tanto. Jamás se le hubiese ocurrido que una buena acción como fue la de salvarle la vida a un hombre moribundo le costaría tan caro. Jamás se le hubiese ocurrido que estar enamorada la llevaría a estar sentada en una sala de interrogatorios de la CIA en este momento.

Esperó durante tanto tiempo que perdió la cuenta de las horas que llevaba encerrada allí. Podrían haber pasado horas o días en los que sólo hubiese escuchado a sus errantes y arrepentidos pensamientos.

Tiempo. Eso era lo que más tenía. Tiempo a solas con su mente.

No hay peor tortura para una asesina de buen corazón.

   Detrás de un ventanal espejado por el cual ella no podía ver hacia el otro lado, tres personas la miraban atentamente y calculaban todos sus movimientos. Una de ellas, el psicólogo que la había analizado hace pocas horas. Otra, Irene Kennedy, una de las subdirectoras de la CIA y a su lado, Stan Hurley, el hombre que pretendía cambiar su futuro completamente.

    —No sé si podrá soportarlo, pero vale la pena intentar.

—Stan, esto es diferente —advirtió Kennedy —. Se que necesitamos de urgencia a alguien que remplace a Mitch, pero esto es una locura.

—Lo es, pero lo que yo veo allí —señaló a la pelirroja —Es una oportunidad. La gente que tú has reclutado no tiene lo que se necesita para sobrevivir a esto.

    —¿Y tú crees que ella si?

    —No, pero lo tendrá. Verás, Irene, puedo enseñarle a disparar un arma a cualquiera. Apuntas, disparas y si aciertas, la bala golpea algún órgano vital y ese es el fin. Si tiene las suficientes agallas puedo enseñarle a desgarrar la garganta de un hombre con tan sólo un pedazo de plástico. Son cosas básicas que todo el mundo puede hacer, pero no todo el mundo puede convertirse en lo que buscamos. Mitch Rapp es y siempre va a ser mi obra maestra, y no creo que nadie nunca lo supere. Por eso es que debemos intentar con alguien completamente diferente a él e intentar crear a alguien que lo iguale.

Irene suspiró, alejando uno de sus mechones de pelo negro lacio de su rostro y acomodándolo en su lugar. Las facciones de su rostro moreno le decían a Hurley que no estaba del todo convencida con lo que él tenía para ofrecer.

—Nunca ha recibido entrenamiento —señaló.

—Es una ventaja. No tendré que corregirle malos hábitos. Podré moldearla y educarla como yo quiera.

I THINK I LOVE HIM,     mitch rapp.   ✓Where stories live. Discover now