Capítulo 18

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Elizabeth

—¡Suficiente! No discutiré contigo, Elizabeth, no seguirás entrenando a Nadia hasta que mi sobrino esté afuera de ti sano y salvo, ¿Entendido? —la mirada seria de Callum significaba problemas, sabía muy bien que no me dejaría en paz hasta que le dijera que lo entendía, pero por un demonio, ya estaba cansada de que todos me trataran como una completa inútil.

Estaba embarazada, no lisiada. Maldición, no me podía quedar confinada en mi habitación o solo pasármela sentada en algún lugar, yo no era ese tipo de persona.

—No, Callum —mi voz había salido más firme de lo que pensé, tal vez el enfado lo estaba provocando—. Ya me cansé de no hacer nada, ¿Qué no se dan cuenta de que eso me hace mal? ¡Yo no me puedo estar quieta! Por algo fui la portadora del verano, maldición —lo miré a los ojos, mi ceño se encontraba de lo más fruncido, la palma de mi mano picaba con ansiedad, necesitaba mi látigo, lo necesitaba con urgencia—. Es más, te aseguro que esto es mucho peor, porque me estás haciendo enojar y eso no es bueno para tu sobrino, ¿Entiendes? —él frunció el ceño y un deje de preocupación se instaló en sus ojos.

—Elizabeth, por favor —su voz sonó suplicante.

—Eliza, en verdad no creo que sea buena idea que tú continúes entrenándome, piensa en tu hijo... —miré a la de cabellos castaños e inmediatamente calló, por lo menos ella sabía que no era bueno contradecir a una mujer embarazada.

—Y es por mi bebé que hago todo esto, en verdad, siento una vibra diferente cada que me involucro en el entrenamiento de las portadoras, es como que si él o ella supiera que pertenece a este mundo lleno de magia y eso le encanta, y a mí me llena de energía —solté sin detenerme a pensar si aquello tenía lógica.

—¿Cómo puedes saber eso? Apenas tienes tres meses de gestación... —la confusión se notaba en el rostro de Scar, incluso yo no estaba segura de cómo era que sabía todo eso.

—Supongo que tiene algo que ver con el hecho de ser portador de sangre Arquerrihus —razonó Callum, mientras que su ceño se encontraba ligeramente fruncido—. Después de todo, ella es humana, pero el bebé no del todo...

Llevé una de mis manos hasta mi nada abultado vientre y sonreí con cariño, no podía entender bien todo lo que conllevaba estar embaraza, mucho menos de un ser que no sería del todo humano, pero no era como que si aquello me robara el sueño, lo único que me importaba era que estuviera bien y que sintiera todo el amor que le profesaba.

—No dejaré de entrenarla, Callum, así que más te vale que te vayas haciendo a la idea y me dejes de dar problemas,  ¿De acuerdo? —él me observó con indignación, mientras que en mis labios había una sonrisa ligeramente divertida.

—¿Arthur ya sabe sobre tu estúpida idea? —aquella pregunta me hizo fruncir el ceño.

—¿Piensas que estoy haciendo esto porque Arthur no lo sabe? —él no respondió, lo que me dio a entender que así lo pensaba, mis ojos se cerraron con fuerza y tuve que inhalar profundamente un par de veces para no lanzarme sobre él—. Al contrario de ustedes... —me contuve de soltar alguna mala palabra—, él sabe que nunca pondría en riesgo a nuestro bebé; sé mis límites, Callum, sé hasta donde puedo llegar, sé qué cosas puedo hacer y cuales no —solté un suspiro cansado—. Arthur confía en mí y obviamente yo nunca defraudaría su confianza, por lo que mi respuesta es sí, mi prometido está al tanto de mis planes de seguir entrenando a Scarlett y no me lo ha negado —con paso decidido avancé la poca distancia que me separaba del rubio y busqué la manera de mirarlo a los ojos para que le quedara más que claro que no me iba a dar por vencida—. Y, ya que ni el padre de mi hijo me ha reclamado sobre mi decisión, no veo el porqué de que tú lo hagas —mi mirada seria se mantenía fija en la furibunda de él.

*PAUSADA* Las cuatro estaciones: Tiempo (Bilogía #CuatroEstaciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora