Capitulo 1.-

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Los paladines de Voltron habían encontrado a Lance McClain de rodillas en el piso, con la mirada perdida en el lugar donde se había encontrado momentos antes la grieta espacial

-¡Lance!- Hunk había sido el primero en reaccionar, y había empezado a correr hacia su amigo cuando unos soldados lo detuvieron 

-No lo toques- sisearon, apuntando las armas al pecho del paladín amarillo 

-Hey, hey, tranquilos- Shiro se apresuró a ponerse a la altura de Hunk, con las manos en alto- Venimos en son de paz. Somos los paladines de Voltron 

La última frase tuvo un efecto un poco distinto al que los paladines se habían acostumbrado. En vez de admirar asombrados, la gente del planeta extraño había fruncido más el entrecejo, mientras intercambiaban miradas nerviosas entre ellos 

Uno de los soldados se fijó atentamente en ellos. Especialmente en su armadura 

-Bajen las armas- ordenó, y sus hombres cumplieron las ordenes hesitantemente 

-¡Lance!- volvió a gritar Hunk, y se colocó delante del cubano, cayendo sobre sus rodillas- ¡Cuánto te he extrañado!- colocó sus enormes palmas sobre los hombros de Lance 

Lance, que hasta entonces no había reaccionado ante nada y se había mantenido impasiblemente con la mirada sobre el cielo, abrió mucho los ojos 

Y gritó 

Su boca se abrió más de lo que cualquiera creería capaz, y de ella salió un sonido extrangulado, que semejaban de una manera muy pobre palabras 

-Eh... Eith... ¡KEITH! ¡KEITH! ¡KEITH!

Los ojos del cubano se movían en todas las direcciones, horrorizados, buscando algo. Su cuerpo temblaba, y grandes lágrimas resbalaban sobre sus mejillas 

-¡KEITH! ¡KEITH, KEITH, KEITH, KEITH!

Hunk abrió mucho los ojos ante la reacción de su amigo, y retrocedió sin comprender muy bien que pasaba 

-¿QUÉ LE PASA? CORAN, ¿QUÉ LE PASA?- Pidge gritaba, con los grandes ojos castaños fijos en el paladín, que seguía gritando 

El alteano fue incapaz de responderle 

Allura tenía los ojos muy abiertos, y la boca abierta formando una "O"

Los soldados del planeta rodearon a Lance una vez más, protegiendo al paladín 

-Está gritando el nombre de su Lazo- les informó aquel que parecía haber tomado el mando- Acaba de perderlo 

-¿Su qué?- Shiro dirigió su atención abruptamente hacia el soldado

-Su lazo- repitió él, sin aclarar nada con ello 

Lance seguía gritando el nombre del azabache. Lo gritó hasta que la voz le falló, y entonces cayó también sobre sus brazos, mientras enterraba la cabeza entre las manos y unos sollozos incontrolables le sacudían el cuerpo 

Los paladines seguían sin saber muy bien qué hacer. Lance no parecía dañado físicamente, al menos no tanto, así que no existía la posibilidad de meterlo en una capsula de sanación 

No

Su dolor era emocional 

Shiro movía los ojos con desesperación entre los vivos y los muertos ¿Dónde estaba Keith? ¿Dónde estaba su hermano? ¿Qué había visto o qué sabía Lance que lo había herido tan profundamente como para perder la cabeza de aquella manera?

Sus ojos se fijaron entonces en un chico pálido y de cabello dorado. Su armadura carmesí estaba extrañamente más oscura en algunas partes, y sujetaba firmemente una espada manchada de sangre. Tenía una expresión seria pero noble, y en su cabeza reposaba una corona que le venía un poco grande

Por siempre y para siempre (Klance) Secuela La distancia de un beso no dadoWhere stories live. Discover now