Capitulo 29.-

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Cuando Lance vio lo que tenía delante, por un momento pensó que se había quedado dormido

Porque de ninguna manera podía existir un lugar tan... maravilloso

Parecía que la isla brillaba con el más mínimo movimiento de la luna. La arena, como la de la playa, parecía hecha de estrellas o de diamantes, y cuando las suaves olas pegaban contra su orilla, Lance pensó que quizá cada uno de esos cristales contuviese un arco iris dentro, porque brillaban de los colores más hermosos que sus ojos jamas hubiesen contemplado. De las grandes palmeras, colgaban frutos igual de brillantes, tan redondos y altos que parecían a punto de caer en cualquier momento. 

El aire mecía con suavidad la brillante vegetación y levantaba de poco en poco pequeñas porciones de arena, que se retorcían y expandían unas delante de las otras, viajando con la suave brisa y bañando el mundo a su alrededor de un resplandor inquietante. El agua se arremolinaba sobre la arena, intentando llegar a tocar las plantas delante, con sus dedos alargados

Sintió una mano posarse sobre su espalda baja con suma delicadeza, y pronto tuvo una voz suave susurrándole al oído 

-Se llama Lazo de Luna. Aparece cada luna llena y desaparece cuando los primeros rayos del sol aparecen en el horizonte. Cuando supe que estaría aquí hoy...bueno, tenía que traerte

Lance se voltea lentamente hacia el rostro sonriente de su novio, que tiene esa, ESA mirada tierna, que siempre hace a Lance suspirar y temblar

Con cuidado, el cubano acaricia la mejilla del azabache. Traza con sus ojos todos sus rasgos. Pasea la vista por su mandíbula, y ese punto debajo de su oreja que siempre lo hace exhalar. Traza el arco de su nariz y la forma de sus pómulos, dibuja con la mirada el contorno de su boca, y el arco de sus cejas, así como la forma de sus ojos. Pasea sus palmas por la parte posterior de su cuello, acaricia los hombros que ya no son los de un adolescente de dieciocho años, los brazos, el pecho...

Y finalmente, con una mano en su cuello y con otra enterrada entre los suaves cabellos negros, Lance lo besa

Presiona sus labios temblorosos contra los de su novio, y descubre que no importa cuántas veces lo haga, jamás podría cansarse de sentir su aliento contra el suyo, formando nubes moradas entre ellos. Jamás podría cansarse de sentir las palmas de Keith abiertas sobre sus caderas, o acunando su rostro. Jamás podría cansarse de sentir el latido del corazón de su chico contra su pecho. Jamás podría cansarse de la forma que Keith tiene de besarlo, porque hace algo muy agradable con la barbilla, y su lengua está siempre en el lugar donde debe de estar.

Escuchan un carraspear detrás de ellos, que los hace separarse lentamente, casi renuente mente

El capitán del barco, del cual Lance ya olvidó su nombre, se está removiendo en su lugar incómodo, pero con una sonrisa alegre en el rostro

-Hey, miren, amo el amor juvenil y todo eso. Pero esta isla sólo permanecerá aquí durante algunas horas más, y estoy seguro de que besarse se sentiría mejor ahí que acá

Keith, para la sorpresa de Lance, sonrío 

-¿Vendrás en unas horas?- le preguntó al capitán

-Absolutamente, señor. Vendré a recogerlos en cuatro horas

Keith sonrío una vez más y bajó de un salto del barco, que se había anclado a la orilla. Antes de que Lance pudiese protestar o decir algo, el azabache lo tomó entre sus brazos y lo bajó del barco, como en las películas, antes de hacerlo quitarse los zapatos

El azabache entrelazó sus dedos con los de su novio, y juntos empezaron a caminar tranquilamente sobre la orilla de la isla. Sin decir nada. Solo disfrutando de la compañía y del calor que le proporcionaba el otro a su lado

Por siempre y para siempre (Klance) Secuela La distancia de un beso no dadoWhere stories live. Discover now