Capitulo 5.-

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Cuando recuperó la conciencia, lo primero que notó Keith fue un sabor extraño en la boca, como a tierra. Sin abrir los ojos, intento alargar la mano hacia el extraño sabor, pero algo alrededor de su muñeca se lo impidió 

Gruñó distraídamente. Seguramente Lance lo había atado otra vez a la cama. Lo había hecho una vez antes, porque Keith había empezado a levantarse de la cama a media noche, sonámbulo, y Lance odiaba perder el calor que le ofrecía el cuerpo del azabache, entonces lo mantuvo atado a la cama un día, y después de eso Keith había dejado de caminar dormido 

-Lance- murmuró, intentando alcanzar el calor del paladín azul- Lance, estoy despierto, puedes desatarme. Ya habíamos hablado acerca de esto 

Intentó estirar los brazos hacia Lance, pero estaban atados. Luego intentó llegar a él con las piernas, y quizá patearlo para que se despertase, pero por alguna razón no podía moverlas 

Giró el rostro a un lado, y dio un respingo cuando su mejilla encontró una superficie helada

Abrió los ojos, pero se encontró con la oscuridad absoluta 

Un dolor agudo le atravesó todo el cuerpo justo en el momento en que los recuerdos le inundaban la mente 

Lo habían llevado delante del emperador

Había dicho que tenían asuntos qué discutir o algo así

Aunque en realidad no habían discutido nada, porque el emperador había hecho un movimiento de cabeza y un guardia de seguridad distinto al que lo había llevado ahí, se había acercado y antes de que Keith pudiera reaccionar de cualquier forma, el nuevo guardia le había asestado un golpe completamente brutal en la parte posterior de la cabeza

Keith había sentido cómo se le ponían los ojos en blanco y cayó al piso como saco de papas. También recuerda que lo último que pensó antes de penetrar en la oscuridad infinita fue en aquel chico, el de hace tantos años

...

Suspiró contra la dura superficie de metal sobre la que estaba dispuesto. Sería algo parecido a una mesa quirúrgica, en donde sus extremidades se mantenían firmemente atadas sobre las cuatro esquinas de dicha mesa

En ese momento, se abrió una puerta delante de él, y por ella entró una chica ligeramente mayor que él 

-Estás despierto- comentó, sin prestar demasiada atención 

Keith la inspeccionó detenidamente. Era delgada y pequeña, así que en caso de poder liberarse, no presentaría ningún obstáculo 

Súbitamente la mujer se dio vuelta, y Keith notó algo en ella que había pasado por alto antes

Su mirada

Su mirada tenía... un matiz enloquecido 

La mujer ladeó ligeramente la cabeza hacia la izquierda y sorprendió a Keith cuando sus labios formaron una sonrisa de una manera tan lenta que resultaba escalofriante. Keith pudo notar cómo los músculos de la cara de le alargaban y tensaban, e incluso deslumbró el color rojizo de las encías, porque la mujer sonrió tan abiertamente que las mejillas, en un acto de solidaridad, de Keith empezaron a doler

-¿Tienes sed?- preguntó la mujer 

Sólo en ese momento fue que el azabache notó que tan seca tenía la boca. Asintió débilmente, sin apartar la mirada de la extraña mujer 

Esta se alejó aún luciendo aquella extraña sonrisa, y Keith escuchó cómo se abría un grifo 

Exploró la habitación con la mirada aprovechando que la mujer no se encontraba, pero no encontró más que una pequeña mesita metálica con algunos objetos extraños encima

La mujer volvió con un paño húmedo que le pasó por los labios al azabache 

Aunque odiaba admitirlo, Keith casi suspiró de alivio al contacto con el agua. Era algo tan natural... mojarse los labios, que le dieron ganas de llorar 

-Ahora sientes alivio, ¿no es cierto?- le preguntó la mujer con voz dulce 

Keith no respondió, pero cuando la mujer alejó un poco la prenda, emitió un gemido involuntario por la perdida del líquido 

La mujer rió por lo bajo y volvió a acercarle el paño. Keith intentó absorber todo el líquido que contenía 

-Resulta fascinante el alivio que podemos obtener de algo tan simple como una toalla mojada con agua- esperó unos segundos, como para que Keith respondiera. Este no lo hizo

>>Pero..., que lo mismo que nos proporciona alivio puede aterrorizarnos 

Mientras pronunciaba la última palabra, de improviso empujó la toalla contra la boca y la nariz de Keith Kogane. Él, asfixiado, boqueó en un intento de gritar, pero su grito quedó sofocado por la toalla 

<<¡Dios mío! -pensó- ¡Voy a morir! ¡No puedo respirar!>>

Comprendió que estaba ahogándose y tuvo una súbita visión de aquel chico de hace tantos años, luego de Lance, que lo miraba impasible. 

Sintió como si le estuvieran arrancando los pulmones del pecho. Puso los ojos en blanco y se debatió contra sus ataduras mientras que en su cerebro, anegado por el pánico, todo se tornaba negro 






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Capítulo corto pero intenso ggg

-VFOMPEROSA 

Por siempre y para siempre (Klance) Secuela La distancia de un beso no dadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora