Capitulo 18.-

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Keith había empezado a fumar cuando se cumplieron los dos años 

El cigarro era uno de los pocos placeres que se tenían entre las celdas del imperio. Al principio, Keith se había asombrado de que se vendieran cigarros (o al menos algo sumamente parecido) en un planeta tan alejado y distinto de la Tierra

Los cigarros sabían a mierda. 

Bueno, siempre sabían distinto. Keith había llegado a la conclusión de que su pútrido sabor se debía a el estado de emoción en el que los consumieras. A veces, le parecía que comía tierra. Otras, frutas demasiado dulces por viejas, y otras, limón con sal

Le producían malestar. Le quemaban los labios y hacían que le ardiera la garganta y la lengua. Siempre terminaba con dolor de estómago

Sin embargo, solía fumarse uno o dos cada tres días

Noah desaprobaba completamente el hábito 

-¿Sabes? Esa cosa terminará matándote 

Keith lo miró largamente mientras le daba una larga calada al cigarro. Frutas 

Se obligó a tragar el humo y siseo entre dientes mientras las toxinas le quemaban los pulmones. Sonrió 

-Descuida, Noah. Mis pulmones y el cigarro se llevan de maravilla

Sacó el humo restante en sus pulmones directamente en la cara de su amigo, que arrugó la nariz con disgusto 

Ambos estaban sentados frente a frente en la celda de Keith. A los demás guardias había dejado de importarles la cercana relación entre los chicos. Keith pensaba que ellos creían que tenían un amorío enfermizo esclavo-soldado

Noah agitó una mano frente a su rostro e intentó arrebatarle el cigarro. Keith lo esquivó 

-Hablo en serio, Kogane. No creo que le sirvas de mucho a Lance si te da cáncer de pulmón 

El azabache apretó los labios e hizo una mueca

Dejó caer su cabeza hacia atrás hasta que se posó contra el muro de piedra

-Nunca volveré a ver a Lance

Se llevó el cigarro a los labios e inhaló. Disfruto del dolor que le causaba. Era más controlable que el que llevaba en el corazón desde hacia dos años 

Noah puso los ojos en blanco y agitó sus alas

-No seas estúpido. Prometí que te regresaría con él, y eso haré. No le voy a regresar a un fumador compulsivo 

-No soy un fumador. No fumo tanto. Además, no lo conoces. ¿Cómo sabes que no le gustan los fumadores compulsivos?

-Porque, por como hablas de él, me parece un idiota obsesionado con la relación y vidas perfectas, y el cigarro no entra en ese panorama 

El paladín rojo lo pensó unos momentos, después rió 

-Si. Es un idiota. Es mi idiota 

Sonrió ensimismado, dios, cuánto amaba a Lance

Poco a poco la sonrisa desapareció de su rostro. Apagó el cigarro. De igual manera, ya casi se lo había terminado y aún tenía dos cajetillas debajo del colchón 

-¿Sabes? Hace unos meses olvidé cómo reía. Ahora no puedo recordar cómo le gustan los huevos en la mañana, ¿eran revueltos o volteados?, tampoco puedo recordar cuántas pecas tiene 

-¿Contaste sus pecas?

Keith rió por lo bajo 

-Si. Siempre despertaba antes que él, y las contaba todos los días, aveces me parecía que bailaban sobre sus mejillas 

Por siempre y para siempre (Klance) Secuela La distancia de un beso no dadoWhere stories live. Discover now