Parte 1: El partido

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Bueno chicos, cuarta historia. Espero les guste, y que me sigan leyendo. ¡Disfruten!

- En una casa donde hay diez chicas y un chico, es increíblemente difícil obtener la atención de tus padres, y mucho menos de alguna de las hermanas mayores -decía un chico peliblanco.

Bueno, era algo obvio. Todos lo saben, ¿no?

Los padres eran muy buenos con sus retoños, pero tenían que atender más a las necesidades básicas de sus once hijos; esto era darles comida, cobijo, una casa y educación. Nunca faltaba el día en que tenían que ausentarse por varias horas, o incluso en ocasiones por algunos días para hacer todo lo que podían. Puede que en alguna versión alterna de sus vidas, los señores Loud tuvieran el tiempo necesario para hacer todo por sus hijos, pero era indudable que en esta versión no les era posible.

Claro, intentaban tanto como podían darles la atención que sus hijos merecían, pero simplemente no podían realizar todo. En otros momentos o situaciones se cuenta de lo atentos que eran los señores Loud, pero la realidad era que le daban mucha importancia al trabajo, y eran bastante permisivos con lo que hacían sus hijos. No podían darle toda la atención merecida a lo que hacía su descendencia, y mucho menos cuando en esos momentos planeaban hacer todas las actividades que no habían poder realizar desde su primera hija.

Las mismas niñas lo entendían, pero aún así era algo triste saber que tus propios padres no podían estar siempre para ti, sobre todo cuando uno quería compartir sus logros, lo que hicieron en sus días, o simplemente charlar con los padres. La compañera de cuarto de cada una, y la ocasional atención de las hermanas mayores era un pobre consuelo. Tal vez era por eso que el único hijo de la familia era tan solicitado por sus diez hermanas.

El único hijo varón irradiaba cierta autoridad, o por lo menos comprensión, que sus hermanas solían remplazar por la compañía de sus padres. Además, Lincoln Loud compartía al menos uno o dos gustos con cada una de sus hermanas, lo que lo hacía el hermano ideal para todas.

Éste no tenía más opción que atender a los caprichos y juegos de sus hermanas, dejándole poco o nada de atención para él mismo, algo que se lamentaba constantemente.

Y no es que ninguna de las demás lo quisiera. Lo amaban, claro está, pero si apenas y podían estar felices ellas mismas, muy difícilmente le pondrían atención a él.

Por suerte, ese día el albino no tenía nada pendiente, así que podía darse el lujo de descansar un poco.

- Lincoln, ¿con quién hablas?

- Oh, con nadie, Lana. Solo pensaba en voz alta.

- Lo que digas, rarito -repuso la amante de los animales, saliendo de la habitación.

Y ahí estaba, pleno y visible, lo rápido que perdían sus hermanas el interés por Lincoln. Al principio no le molestaba, pues era sólo un niño, pero conforme iba creciendo esa necesidad aumentaba. Quería tener un confidente, alguien con quien contarle todo, pero el caso era que simplemente no lo tenía: sus padres no siempre estaban, Lori era una mandona, Leni era demasiado inocente, y Luna, Luan y Lynn lo veían como un igual. Las menores miraban a su hermano como alguien mayor, lo cual no era del agrado del peliblanco, pues en muchas ocasiones las veía como alguien igual.

Clyde era un buen amigo, pero para Lincoln era simplemente eso, su amigo. No era suficiente como para hacerlo sentirse mejor. Y había cosas que ni siquiera a un amigo se le contaba.

- Bueno -pensó Lincoln, dándole vuelta a su cómic de Ace Savvy- Al menos por el día de hoy me dejaron tranquilo.

Esa mañana, ninguna de las chicas molestó a Lincoln. Ninguna de ellas tenía nada especial que hacer, y se contentaron con hablar entre ellas. Una de esas chicas, sin embargo, se sentía sola. Lynn Loud Jr. siempre fue considerada una de las mejores deportistas de la ciudad. Era capitana de prácticamente todos los deportes de la escuela. Lynn había sido admirada, y a la vez temida por todos sus contrincantes desde hacía años. Ese mismo día tenía un partido de béisbol, uno de los encuentros más importantes de su carrera como atleta. No obstante, se sentía devastada, ya que sus padres tenían que ir a ver al doctor, dado que Lily tosía sospechosamente. Lynn había tenido la esperanza de que podrían echarle un vistazo aunque fuera que llegaran tarde, pero sus padres le informaron que luego irían a hacer todos sus mandados.

- Lo siento, campeona -le decía su progenitor- Será para la próxima.

- Ese es el problema, nunca hay una próxima vez -pensó Lynn para sus adentros, sintiendo que las ganas de llorar estaban creciendo dentro de ella.

Lynn se quedó quieta mientras sus padres se marchaban de la casa. Mientras Vanzilla salía, y sus padres se llevaban a la más pequeña con ellos, Lynn subió las escaleras, en busca de que aunque sea una persona pudiera verla en uno de sus más importantes partidos.

- Oye, Lori, tengo un partido de béisbol, y quería saber si...

- ...ay, osito Bubu. No, tú cuelga primero... Lynn, cállate estoy ocupada. Como decía...

La mayor se alejó por los pasillos. Sin dejarse desanimar por las palabras de su hermana mayor, Lynn se fue hacia su propio cuarto.

- Lucy, ¿puedes ir a verme en mi partido?

- ¿Y estar con todo ese ruido y gente gritando? No, gracias -dijo la gótica, hundiéndose en la oscuridad.

- No cuentes conmigo -dijo Lola al pasar detrás de Lynn, sin siquiera dejarle preguntar nada.

- ¿Y tú, Lana? -preguntó Lynn, al verla salir del cuarto de Lincoln. Notó que dejó la puerta abierta.

- Lo siento, pero creo que Brinquitos va a tener hijos, lo tengo que cuidar.

- Fascinante -se asombró Lisa- No he tenido la oportunidad de presenciar el nacimiento de un anfibio, los huevos deben de estar en un ambiente próspero. Acompáñame, unidad fraternaria mayor.

- De acuerdo... Supongo -dijo Lana.

- Leni, ¿puedes ir a verme tú? -dijo Lynn, cada vez más desesperada.

- Ay, Lynn, me encantaría, pero hay rebajas en el centro comercial en todas las cosas. Tengo que aprovechar estas ofertas.

- ¡Vamos contigo, Leni! -gritaron Luan y Luna a la vez.

- Yo tengo que hacer mas pays...

- ...Y yo tengo que comprarme el nuevo disco de Mick Swagger.

Las tres agarraron sus billeteras y salieron corriendo al centro comercial.

Lynn volteó a ver a su alrededor, viendo como todas sus hermanas se perdían, alejándose y dedicándose a sus propios asuntos. Casi nunca le pasaba, pero sentía como el llanto se acercaba, y su garganta se cerraba, reprimiendo un gemido de tristeza.

Se sentía abandonada, y no creía merecer esa falta de atención, pero supuso que todas estaban ocupadas.

Tomó su bate, y caminó con la cabeza gacha, y la mirada en el suelo. Antes de salir, tomó un adorno con forma de cabeza de conejo. No se acordaba de dónde lo había sacado, pero siempre pensó que le daba suerte.

Estaba a punto de salir de la casa, cuando alguien le tocó el hombro.

- Yo te iré a ver, Lynn.

Su corazón se saltó un latido. Vio como su único hermano estaba completamente vestido, con una sonrisa en el rostro, una gorra azul, y una banderita con las iniciales R y W, simbolizando Royal Woods.

- Lincoln, no tienes que ir... -murmuró Lynn.

- No es que tenga que ir, es que QUIERO ir -enfatizó Lincoln- Hace mucho que no te veo jugar, y no pienso dejar que seas la única persona de tu equipo que no reciba apoyo.

Agitó su banderita para demostrar lo entusiasmado que estaba. Ahora sí, Lynn dejó salir unas cuantas lágrimas, solo que en esta ocasión fueron de alegría en lugar de tristeza. Y dejándose llevar por un impulso, abrazó con fuerza al albino.

- Gracias, Lincoln... Eres el mejor hermano que una chica pueda tener.

- No hay de qué Lynn. Te quiero.

- Y yo a ti, hermano.

Se abrazaron por unos cuantos segundos, saboreando el momento. Luego Lincoln le dio un último apretón a su hermana y se apartó con un sonrisa.

- Bueno, el partido ya va a empezar, y Royal Woods no puede participar sin su jugadora estrella. ¡Vamos!

- ¡Así se habla! -exclamó Lynn, mucho más feliz de lo que había estado minutos antes.

Y salieron corriendo de la casa, Lynn con el corazón alegre de contar con la persona que corría alegremente a su lado.

Mi hermana favoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora