Parte 15: El sueño

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Mientras el cansancio los consumía, soñaron. La asombrosa noche que habían pasado los había dejado agotados. Y eso sin contar que ninguno de los dos estaba en sus mejores momentos de salud. La cercanía de la persona que más amaban les rompió una barrera en su memoria, o simplemente el resurgimiento de un recuerdo no revisado con frecuencia los invadió esa noche. No en esos días al menos. Pero en su tierna infancia todo fue diferente. De hecho, siendo niños hablaban poco sobre otras cosas.

Una tarde, hacía ya varios años, los Loud se preparaban para comer. Los hijos aún no eran tan tragones, pero eran aún más ruidosos, si eso era posible. Sin importarles lo que les pudiera ocurrir si iban a lugares peligrosos, ni lo que dirían los vecinos, ni cómo reaccionarían otras personas, jugaban como si no hubiera un mañana. 

Los niños comieron con prisa, ansiosos de volver a sus juegos. Lincoln en especial estaba muy emocionado, ya que era la primera vez que él y Clyde irían al parque. Para que no hubiera tantas vueltas, Lori, Leni, Luan, Luna y Lynn los acompañaron con sus respectivos amigos. Las demás eran aún muy pequeñas y las cuidaban sus padres. Fue una muy divertida tarde de juegos, entre las cuales incluían una captura de insectos, varias fotografías, persecuciones, huidas e incontables risas que solo los niños saben dar. 

Sin embargo, Clyde se tuvo que ir antes de lo que el albino creía, pues su amigo tenía que irse al dentista.

- ¿En serio tienes que irte, Clyde? -dijo el pequeño albino, triste.

- Lo siento, Lincoln, pero es una emergencia. Te veo mañana.

- Ok... Adiós. Hasta mañana.

Lincoln se quedó, pues, solo. Se fue a la caja de arena, donde se puso a juguetear con una cubeta en forma de torre de castillo. Se sentía un poco solo, pero era algo que era desgraciadamente común en un Loud: la inmensa familia hacía difícil la atención de alguien aunque fuera de solo unos minutos. A pesar de ello, Lincoln se fue olvidando de su soledad y se divirtió un rato. Estaba tan concentrado en sus juegos, que no se dio cuenta de que repentinamente se había quedado solo.

- ¿Hola?

Nadie le respondió.

- ¿Hola? -exclamó.

Nada. Comenzó a llorar, asustado de estar solo en ese mundo demasiado grande para un niño tan pequeño. Se puso de pie y caminó un rato, hasta que escuchó algo.

- ¡Lincoln!

Era Lynn, su hermana deportista.

- ¿Dónde estuviste? Llevamos buscándote un buen rato -lo abrazó con fuerza.

- ¡Buahhhh! -el pequeño Lincoln sollozaba, asustado, pero también aliviado de encontrarse a alguien conocido.

- Tranquilo, tranquilo -lo calmó Lynn, acariciándole la cabeza- Tu hermana mayor está aquí.

No dejó de abrazarlo hasta que dejó de llorar. Y cuando lo volteó a ver, vio a su hermanito alegre de siempre. 

- Perdón, Lynn, pero es que Clyde se tuvo que ir, y me quedé en la caja de arena.

- Está bien, pero la próxima vez avísanos, no te queremos.... No, no te quiero perder otra vez.

- Ok.

- Bien. Entonces, ¿quién quiere helado?

- ¡Yo!

Los hermanos pasaron un buen rato juntos, olvidándose de los amigos que no estaban, y reemplazándolo con un hermano. Y como ya se ha mencionado, al ser de edades bastante cercanas, los juegos y gustos no diferían tanto. Las diversiones entre ambos no se detenían. Aún en la casa, casi siempre eran ellos dos quienes se acompañaban en sus juegos, y ninguno quería parar.

Mi hermana favoritaWhere stories live. Discover now