Parte 19: Las hijas

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El tiempo es una cosa inexplicable, ¿no es así?

Uno puede sentir que una clase de una hora dura toda una eternidad, y sin embargo, pasarte horas jugando un juego que para ti apenas y acababa de empezar. Eso suele suceder en algunos casos. Y en este, el esperar meses para por fin ser padres era de lo más tardado que jamás hubiera hecho la joven pareja.

Lincoln y Lynn ansiaban el momento en que por fin podrían estar unidos para siempre. Los cuidados para mantener a Lynn prosperaban: tenía antojos repentinos, cambios de humor, dolores, vómitos, pero por todo el amor que sentía hacia ella, la postura de Lincoln no flaqueó nunca. Y cuando por fin llegó el momento en que la castaña sintió un increíble dolor en su vientre, Lynn se sintió muy emocionada, pero a la vez asustada.

Lincoln sintió un pánico que rápidamente reprimió. Reaccionó rápidamente al pedirle a Lori que los llevara al hospital. Fueron más de dos angustiantes, impacientes y temerosas horas, en las que Lincoln se rehusó a alejarse a más de dos metros de la puerta en la que los doctores se habían llevado a Lynn.

Pero cuando por fin le avisaron que podía entrar, una amplia sonrisa cubría el rostro de su hermana. No una, sino dos hermosas bebés reposaban en los brazos de Lynn, su madre.

Lynn lo miró y le sonrió. Le indicó que se acercara. Lincoln no se hizo del rogar, y acercó su rostro al de sus hijas. Ambas eran hermosas. Esperaba que se parecieran a Lynn. Ya de regreso a casa, Lynn estaba mucho mejor. Sentía la mayor felicidad del mundo, con las pequeñas en sus brazos.

Y cuando la familia las vieron, soltaron lágrimas, gritos y risas de alegría.

Esos años fueron un conjunto de desvelos, cuentos, risas, lloriqueos, cambios de pañales, pero sobre todo, esos momentos que unos padres adoran vivir: ver cómo sus hijos van creciendo.

Ver sus primeros pasos, sus primeras palabras, sus gustos por las muñecas y los juegos de mesa, era mucho más de lo que jamás se habrían atrevido a soñar. A los cuatro años, sus dos hijas ya sabían leer, peinarse, e incluso hacer unos cupcakes, con ayuda de su madre. Lynn nunca pensó que ese lado femenino suyo lo fuera a usar, pero en esos momentos era completamente feliz por como era ella ahora. Cocinaba, limpiaba, hacía caras graciosas, se enojaba si no le hacían caso, para luego mostrar ese cariño que solo las madres saben dar. Sin embargo, el comportamiento de Lincoln nunca cambió mucho, dado que siempre había hecho las mismas cosas con sus hermanas menores, aunque ahora era posible que fuera incluso más sobreprotector, responsable y cariñoso que antes.

Les enseñaron a sumar, a cantar, a jugar con animales, de todo. Sus tías adoraban pasar el rato con sus sobrinas. Y vendrían nuevos miembros a la familia por parte de Lori y Bobby; Luna y George; y Luan y Benny. 

Lincoln y Lynn ya llevaban un tiempo viviendo en su propia casa, dado que las niñas necesitaban su espacio. Ambos mantenían su hogar a base de la participación en partidos de diversos deportes por parte de Lynn, y escritos de cómics por parte de Lincoln. Y un día por fin llegó una fecha especial, una que ambos padres preparaban desde hacía días. Lynn y Lincoln se despertaron temprano por ese motivo.

- ¡Feliz cumpleaños! 

Un grito en la mañana despertó tanto a Lulú como a Lain.

- ¡Ya hoy cumplen diez años, niñas! Ya han crecido tanto... Las amamos -dijo Lincoln, abrazando a sus hijas.

Ya celebraban diez años de ser padres, y sus hijas, muy emocionadas, se despertaban con rapidez.

- ¡Venga, venga! ¡Abran sus regalos!

Ambas recibieron dinero para que usaran como quisieran, unos audífonos, muñecas, peines para cepillarse, entre otras cosas.

- ¡Muchas gracias! -dijeron al unísono.

Las niñas siempre habían sido muy amables con todos, pero para cualquiera que no fueran sus padres, era imposible diferenciarlas. Eran gemelas idénticas, y solo su madre y padre podían distinguirlas entre ellas. Lain era igual a Lynn tanto en su aspecto como en su actitud, pero leía y jugaba más juegos que Lulú, mientras que su gemela era más divertida, resolvía discusiones y jugaba cualquier deporte. También su físico era muy parecido al de Lynn. Pero había algo en Lulú que siempre les recordaba a Lincoln, lo que les permitía identificarlas. 

Ese día tenían una gran fiesta para celebrar sus diez años cumplidos. La familia entera comenzó a llegar desde las dos, encabezada por una embarazada Lori junto con Bobby, los rockeros de Luna y George, y las menores Lisa y Lily.

Que alguien llamara a Lily "tía" era extraño, ya que no había mucha diferencia de edad, pero se llevaba de maravilla con sus sobrinas.

Luego llegaron sus padres con Lola, Lana y Lucy. Y ya alrededor de las tres de la tarde llegaron Leni, Luan y Benny. Hubo mucha comida y chismes que contar, por lo que los adultos charlaban mientras los jóvenes jugaban. Después hubo pastel, que fue repartido entre todos. Todos alabaron lo bien que sabía; Lynn mejoraba sus habilidades culinarias con el tiempo. Y por supuesto, las gemelas recibieron más regalos, desde un reloj hasta una bicicleta. Fue un día fantástico, con juegos, risas, sorpresas y mucho amor.

Ya a la noche salieron a contemplar un pequeño espectáculo que Luna y George prepararon especialmente para las cumpleañeras. Cantaron y gritaron hasta que les dolió la garganta. La noche descendía sobre ellos, recordándoles que era tarde y que los vecinos querrían dormir.

Uno por uno, los invitados se marcharon, satisfechos por el gran día que habían pasado. Sin embargo, mientras Lincoln lavaba los platos, alguien tomó a Lynn del hombro.

- Felicidades, hermana.

Leni se despedía de ella con una sonrisa en su rostro. Lynn estaba muy feliz de que todo volviera a la normalidad entre ellas dos. Cualquier antigua rivalidad había quedado olvidada.

- Gracias -dijo, dándole la más amplia de las sonrisas.

Al final la casa se vació. Que todos fueran al cumpleaños de sus hijas era un regalo en sí, ya que todos eran mucho más unidos y felices que nunca.

Debido al largo día que habían pasado, Lulú y Lain se quedaron dormidas casi en el mismo instante en el que el último invitado salió de la casa. Lynn y Lincoln las acostaron en sus respectivas camas, donde durmieron hasta bien entrada la mañana siguiente.

Sin embargo, Lincoln y Lynn se quedaron despiertos un rato más. Junto a la cama, un adorno de conejito se notaba en el buró. 

- ¿Aún lo conservas? -cuestionó Lincoln, sonriendo.

- Claro que sí. Nunca en mi vida me voy a deshacer de él -respondió Lynn, cariñosa.

- Ay, Lynn.... No sabría qué hubiera pasado si no lograba traerte de vuelta. Antes pensaba que tener fuerza era todo. Pero... Solo te necesito a ti para sentirme completo. Tú eres mi vida. 

Lynn se sonrojó.

- Y yo no sé que hubiera hecho si no me hubiera enamorado de ti. Me hiciste mejor persona, mejor hermana... y mejor mujer. Tú eres todo para mí, amor.

Se sonrieron y besaron tiernamente. Mientras apagaban las luces y cerraban la puerta, se unieron una vez más en su cama. 

El amor que había entre los dos no podía ignorarse.

- Te amo, mi conejito.

- Y yo a ti, mi atleta favorita. O más bien... Mi hermana favorita.

Rieron ante el pasado que compartían, pues los hacía recordar porqué se amaban, y cómo es que habían terminado juntos. Olvidaron todo lo demás, y se fundieron en una sola alma, oculta en la oscuridad. Todos los padecimientos sufridos valieron la pena ahora que estaban juntos, después de tanto tiempo. Los ruidos no pararon hasta bien entrada la noche.

Bueno chicos, el final de la cuarta historia. Y para todos los que especulaban y decían, nada se acaba hasta que yo diga que se acaba. Y ahora digo, SE ACABÓ XD. Agradezco a todos los que me llevan leyendo desde hace mucho, me dan el apoyo que a muchos les hace falta para seguir escribiendo. Cualquier observación que quieran hacer, estoy abierto en los comentarios. Gracias a todos los que usan su valioso tiempo para leer a este modesto escritor, y para los nuevos, los invito a leer mis otras historias. Espero que hayan disfrutado de esta historia tanto como yo lo hago y que te haya hecho pasar un buen rato. Y una vez más, por si no había quedado claro. Gracias. ¡Sigan leyendo!

Mi hermana favoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora