Parte 16: El crecimiento

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La lluvia tardó horas en desplazarse a otra parte. Cuando lo hizo, Lynn y Lincoln estaban completamente agotados, pero felices de contar con la presencia del otro. Tomados de la mano, se dirigieron lentamente a su casa, sin hablar. Había veces en las cuales uno no necesitaba de la palabra dada para comprenderse, y estos dos no tenían nada que decirse. Bastaba con verse a los ojos para entenderse mutuamente.

Sus hermanas y padres se abalanzaron sobre ellos en el momento en que pusieron un pie en la casa. Los abrazaron con fuerza, y agradecieron a los cielos que no hubiera pasado nada más. Sin embargo, un estornudo por parte de Lynn llamó la atención de sus padres. Independientemente del largo tiempo que pasaban fuera de casa, no podían hacer la vista gorda ante un hijo enfermo. La llevaron al baño donde la bañaron, secaron y le pusieron ropa calentita. Luego la acostaron para que descansara y se recuperara del susto.

Lori y Leni hicieron una deliciosa sopa de pollo, las gemelas le dieron juguetes para que se entretuviera, Luna y Luan le hicieron compañía en su cama, en fin, que todas ofrecieron ayuda a su manera. Sin embargo, dado que la señora Loud volvía a estar embarazada, no hubo mucho tiempo para atenderlos.

La nueva miembro de la familia llegaría en unos meses, y el señor Loud le puso toda su atención. Y después de unos días, las hermanas que atendían a Lynn se iban, pues su interés y preocupación comenzaban a disminuir. Eso era precisamente la razón por la cual Lynn no se sentía del todo feliz por haber sido salvada o de que trataran curarla: la falta de atención era casi una enfermedad en sí.

Sin embargo, en otro punto casi agradeció lo que le había pasado, y de que estuviera enferma también. A pesar de la falta de atención de las demás, una persona sí que le prestaba más cariño que nunca.

- ¡Y ya llega Ace Savvy!

Un pequeño Lincoln vestido de superhéroe entró en la habitación. Desde que Lynn cayó en cama, el albino se aparecía para alegrarle el día a Lynn. Y Clyde venía también.

- Vamos, Un Ojo Jack, ¡nuestra damisela en apuros nos necesita!

- ¡No! ¡Qué alguien me salve! -actuaba Lynn.

- No te preocupes, ¡que estamos aquí! -decía Clyde.

Los juegos aumentaban, las historias se hacían, y Lynn poco a poco mejoraba. Además de divertirse, un profundo cariño por Lincoln iba surgiendo en su corazón. Y Lincoln cada vez le gustaba más estar con Lynn. Aún después de salir de cama y de regresar a clases, ambos hermanos seguían estando el uno con el otro. Cuando estaban solos, querían estar solo con su ser más querido.

Nunca habían sentido nada parecido, no con sus amigos, no con sus padres, ni siquiera con alguna otra de sus hermanas. Ese sentimiento único solo lo presenciaban y compartían entre ellos dos, y por ambas partes, un amor que podría llegar más allá de lo fraternal iba surgiendo con cada vez más fuerza. Sin embargo, Lynn tenía miedo de que en algún momento su hermano la dejara de querer. Por eso fue que, un día, quiso hablarle.

- Lincoln, ¿sigo siendo tu hermana favorita?

- ¿Eh? ¡Claro que sí! Ya te lo había dicho, tú eres a la que más quiero.

- Pero, ¿no llegará un día en que ya no me quieras? ¿O de que te vayas? ¿Qué pasaría entonces?

Las lágrimas surgieron, y cada vez Lynn se sentía más triste. No podía aceptar la idea de que Lincoln se fuera, o de que ya no la quisiera. Si eso llegaba a ocurrir, no sabría que hacer. Sin embargo, sus temores eran infundados. Lincoln la tomó de las manos y le levantó la cabeza.  

- Escucha. No importa el tiempo que pase, yo siempre voy a quererte. Y no solo porque se supone que es lo que un hermano debe hacer, sino también porque te quiero tal y como eres. No quiero que cambies. Y si en algún momento te sientes sola, siempre puedes contar conmigo.

Lynn sonrió, y se secó las lágrimas.

- Yo también te quiero, Lincoln. Y no solo por ser mi hermano; eres la persona que más quiero en el mundo -y le dio un beso en la mejilla.

Lincoln sólo se rió, siendo aún un niño. Se le ocurrió una última idea. Sacó un adorno de su bolsillo que se había comprado en una tienda y se lo dio. Lynn lo miró.

- Jaja, ¿un conejito? Se parece mucho a ti.

- Jajaja, lo sé. Por eso te lo doy, para que siempre me tengas contigo -y le devolvió el beso.

Lynn sonrió, complacida. Y de ahí en adelante sus juegos continuaban. No había un solo día en el que no hicieran algo juntos.

Pero hubo un problema que ni uno ni otro se esperaba: el tiempo. Ambos crecían y empezaban a pensar en otras cosas. Lincoln se moría por leer cómics, por pasar el tiempo con sus amigos en la escuela, y resolver más cosas por parte de sus hermanas. Y aunque Lynn le pedía favores a veces, ya no lo necesitaba tanto en sus deportes y entrenamientos. El distanciamiento aumentaba con el paso del tiempo. Y el recuerdo de esos días juntos se fue enterrando cada vez más en el rincón más profundo y olvidado de su mente, en esa parte que decía infancia. 

Pero por lo mismo de que una de sus hermanas estuvo en peligro, siendo ellas las que estaban al mando, las cuatro hermanas mayores siempre tuvieron el recuerdo presente de que la unión que había entre ellos dos era mucho mayor que la de unos hermanos normales. Y la pena de ver cómo se separaban sin poder decirles nada, era grande. No tenía sentido que se siguieran juntando si no era voluntario, lo comprendían todas. Y el paso del tiempo continuaba, irremediable y definitivo, sin que los dos volvieran a tener algo tan especial como lo habían tenido en su infancia. Hasta que...

Hasta que Lincoln fue el único que fue al partido de Lynn. Esa llama entre los dos se avivó de repente otra vez. Sin ser conscientes, habían vuelto a esos momentos perdidos en su infancia, y sus destinos se volvían a unir nuevamente.

Lo que ninguno de los dos podía esperarse era la historia que formarían juntos, los problemas que tendrían que pasar, los dolores y calumnias que tendrían que soportar, sólo para que las dos almas volvieran a juntarse, después de tanto tiempo, en una sola.

Y el sueño esa noche después de hacer el amor les recordó que no solo en esos momentos, sino el tiempo que pasaron en su infancia eran más unidos de lo que creían. El sueño les recordó el amor que profesaban entre ellos, y los muchos días que pasarían juntos como hermanos, como novios... y algo más.

Mi hermana favoritaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora