Parte 7: La invitación

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Hubo un revuelo en la escuela entre los estudiantes, ya que era obvio que ver a dos de los chicos más amistosos y amables del curso volver transformados en hombres era algo sorprendente.

Claro, ambos estaban en medio de la pubertad, por lo que les dio un empujón inicial, pero los ejercicios intensivos ayudaron a acelerar el proceso, por así decirlo. Eran ya de los más altos, imponían cierta autoridad en los demás, sus voces eran más graves y maduras, y mientras Lincoln sentía una cada vez más furiosa barba a lo largo de su barbilla, Clyde lucía un cada vez más asombroso bigote encima de sus labios.

Eran la envidia de los chicos, y los sueños de muchas chicas, así que ya tenían otra cosa más de qué preocuparse en la escuela. Por suerte, Lisa seguía siendo una ayuda invaluable a la hora de los estudios, y Lori los solía llevarlos allá donde lo necesitaran. Sin embargo, el cambio más notorio fue en las hermanas Loud.

Lincoln no solo seguía con su entrenamiento con Lynn, ahora sus hermanas lo ayudaban más. Desde que Lincoln se enojó con ellas, notaron que prácticamente le quitaban tiempo de vida a Lincoln, así que aceptaron hacer más cosas para él, con tal de que pasara también tiempo con ellas.

Vieron películas, salieron a jugar, lo dejaron libre en el centro comercial, no le dieron tanta lata en el parque, y reducieron en gran medida el tiempo que Lincoln empleaba en ayudarlas a ellas. Aún así, a Lincoln se le acarrearon ciertas tareas que antes no le habían pedido, especialmente por parte de sus padres.

Su padre le pidió que se hiciera cargo de Vanzilla, y con ayuda de Lana, arreglaron el vehículo; movió cajas en el sótano, puso los garrafones de agua, llevó la despensa, cargó con unos muebles nuevos; en fin, que con su nueva fuerza ya era capaz de hacer esas cosas.

A menudo ocurría que las personas pedían favores usando la palabra "puedes", lo que para muchos suena como: "si puedes hacer tal cosa, entonces DEBERÍAS hacerla", algo que sus padres usaban a menudo como argumento. A Lincoln le fastidiaba un poco, y le habría gustado que dijeran si QUERÍA hacer esas cosas. A pesar de todo, eran sus padres, así que no podía objetar mucho.

Sin embargo, por alguna razón, había otras cosas que tampoco antes había hecho con frecuencia...

- ¡Lincky!

Leni se acercaba con unos papeles en su mano.

-¿Te gustaría ir al cine conmigo?

- ¿Ahorita, Leni? Tengo que acabar una tarea...

- Jajaja, qué chistoso eres. Pues no te veo muy atareado -rió Leni.

Lincoln había elegido la peor excusa posible. Por supuesto, el cómic en sus manos, y la vista de sus paños menores no le daban una apariencia en absoluto ocupada.

- Pero... Ay, está bien. ¿Cuál vamos a ver?

- Será una sorpresa. ¡Vamos!

Últimamente Leni lo sacaba para ir a estas "sorpresas". Lo que el albino no entendía era porqué Leni lo quería a él. Sus demás hermanas estarían más que encantadas al ser invitadas a alguna de las cosas que Leni hacía, pero la modista invitaba siempre a su único hermano. En fin, a pesar de todo, el albino no se iba quejar porque lo invitaran a ir a almorzar, hacerle una visita al zoológico, o pasar la tarde en un museo.

- En serio, Leni, quiero saber qué película vamos a ver. A propósito, ¿por qué no invitas a nadie más? Me siento un poco raro al ir solo yo.

- Quiero pasar más tiempo con mi hermanito -sonrió Leni- Sobre todo después de que me salvaste. Ya te quiero mucho más conmigo, Lincky.

- Ya te dije, Leni, no me tienes que agradecer nada... -comenzó el albino.

Leni casi se puso a llorar.

- ¿Entonces no quieres estar conmigo?

Lincoln rápidamente rectificó.

- No, no es eso... Bueno, vamos.

- ¡Sí! -Leni volvió a sonreír, más radiante que nunca- Ah, y no quiero arruinar la sorpresa, es un secreto. Pero creo que te gustará la película. ¡Te espero abajo! -y se marchó.

- Ok, pues vamos -se dijo Lincoln a sí mismo.

Pero cuando Lincoln apartó la vista, Leni dejó de ocultar su rubor y salió de la habitación. Tocó su pecho, que recibía constantes martilleos por parte de su corazón. Leni no olvidó nunca el ardiente cuerpo que ahora tenía su hermano.

El albino se vistió, y como la tarde estaba avanzada, las demás no tenían ningún favor que pedirle, así que lo dejaron en paz. Sin embargo una hermana estaba cada vez más solitaria.

Lynn nunca pensó que llegaría ese momento, pero parecía que alguien en la familia se volvería más fuerte que ella. Aún podía vencer a Lincoln, pero al ritmo que avanzaba, pronto su hermanita la sobrepasaría. Como ya se sabía de memoria su rutina, Lincoln casi podía seguirla con la misma rapidez. Lynn ya no era tan necesaria como entrenadora, y se alejaba cada vez más de su hermano. Lincoln ya hacía sus ejercicios solo, compitiendo a veces con Clyde, pero dejando a Lynn de lado.

De vez en cuando salían a jugar, con lo que Lynn rememoraba felizmente todos esos momentos que pasaban juntos, pero sentía que cada vez disminuían esos tiempos. Se preguntaba a menudo porqué antes apenas y le ponía atención a su hermano, y ahora buscaba su compañía continuamente. Claro, le gustaba estar con sus amigas, pero sentía una especie de abandono.

- No puede ser -pensó- Ahora sólo me siento completa con... Lincoln. Esto nunca me había sucedido. ¿Qué cambió? Claro, estoy orgullosa de él. Estoy orgullosa de que mi hermanito por fin haya crecido. Pero, ¿y si llega a un punto en el que ya no me necesite? ¿Qué se deshaga de mí? No sé por qué... pero algo en mí se niega a dejar que se vaya.

Dejó de rebotar su pelota de tenis en la pared de su cuarto, y tomó unos guantes, un bate y unas pelotas de béisbol. Dispuesta a todo y de reforzar su relación, Lynn se fue al cuarto del peliblanco, ansiosa de verlo. Llegó justo cuando Lincoln salía, abrochándose una camisa.

- Oye, Link, ¿no quieres ir a jugar béisbol conmi...? Oh, ¿vas a algún lado?

Al notar bien su atuendo, Lynn se dio cuenta de que la camisa que portaba su hermano era en realidad algo elegante, como para salir. Su tono de voz se volvió un poco triste, pero el albino, tan ocupado con su botón, no lo notó.

- Este, sí... Voy a ir con Leni al cine, que me invitó... Ahí está -dijo este, al terminar por fin de abrochar su botón- ¿Me veo bien?

Lynn no podía responder de otra forma, aún escondiendo su dolor.

- Sí, genial.

- Gracias, Lynn. Lo siento, pero jugamos otro día, ¿sí?

- Claro. Espero que te diviertas.

- Gracias. Nos vemos.

Lincoln se juntó con Leni, y juntos se subieron en Vanzilla, que por una vez estaba desocupada, y se fueron al cine.

Lynn sintió como su pecho se desinflaba cual globo, su entusiasmo y emoción bajaron en picada, su ánimo desapareció. Y después, una llama se encendió en su interior. Algo le dio el impulso de ir y destrozarle esa cara de chica linda a Leni, aunque esa sensación desapareció en cuanto lo notó. ¿Qué pasó? ¿Qué fue lo que acababa de sentir?

Tenía claro que prefería estar con Lincoln que con cualquier otra persona, pero llegar a querer golpear a alguien para tenerlo consigo...

- No es mío -se dijo con firmeza- No me pertenece, ni a mí ni a nadie más. No es un juguete que pueda mover a mi antojo. Entonces... Si sé todo esto, ¿por qué se siente tan mal? ¿Qué es esta furia que surge de mí? ¿Son... celos? ¿Por Lincoln? ¿Pero, qué me pasa?

Sintió el impulso de gritar, de llorar, de seguirlos, de golpear su almohada.

En lugar de eso, se derrumbó en la pared, deseando entender a su corazón.

Mi hermana favoritaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang