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- Valla, alguien viene con una alerta roja, si sabes de lo que hablo.

Por un momento pensé en irme, pero no podía sin mis cosas, no vine hasta aquí para después no llevarme lo que buscaba, así que, tomé aire y miré a Sans sin expresión alguna.

- Olvidé mi maleta aquí.- ladeó su cabeza y miró un momento hacia el interior de la casa, cuando me volvió a mirar, fue con una expresión preocupada.

- ¿Sabes qué hora es?

- No exactamente,- desvié la mirada un poco hacia el piso- Pero llegué lo más rápido que pude...

No me respondió. Su mirada clavada en mi estaba incomodandome. No estaba segura de que haya entendido a lo que me refería con mi "indirecta". Un escalofrío apareció al sentir que gotas frías de sudor recorrían mi espalda, cuello y frente. El aire de mañana se hacía más fuerte.

- Creo que la dejé a lado del sofá- expliqué sin atreverme a verlo de vuelta- ¿Podrías... Darmela para irme ya?...- de nuevo hubo silencio por unos segundos, pero me llamó la atención cuando Sans agarró mi muñeca. Después de verlo algo confundida me adentró a la cabaña.

Permanecía sentada en el sofá. El cachorro estaba dormido a un lado de mis piernas. El entorno era más cálido, pero yo seguía con frío. Sans se acercó a mí con algo en las manos, lo vi y noté que eran unas toallas. Me extendió una de ellas. Al agarrarla, noté que estaba mojada, pero con agua caliente.

- Trata de limpiarte lo más que puedas- me dijo mientras colocaba la otra toalla a mi lado, esa estaba seca. Sin decirme o hacer nada más se fué de nuevo a la cocina.

Me limité a hacer caso, pegando la tela húmeda en la mitad de mi rostro. Su calidez me envolvió. Me restregué la toalla en el cuello, los brazos, gran parte de mis piernas, incluso me atreví a meter las manos a mi blusa para mojar mi espalda. Por último, me froté su suavidad en mis párpados y frente, estaba muy cansada, pero me relajaba la sensación de estar por fin limpia. Agarré la que estaba seca, dejando la otra extendida en el respaldo del sillón y me empecé a secar.

Estaba por buscar mi maleta con mi mirada cuando ví a Sans en la entrada de la cocina.

¿Me estuvo observando todo este tiempo?

Desconfié de tal acción que fruncí el seño. Este se dió cuenta de inmediato.

- Tranquila, no tengo ninguna mala intención- lo que dijo me calmó un poco, pero no justificaba del todo su acción- ¿Ya te sientes mejor?- asentí ligeramente, él sonrió mientras cerraba las cuencas y se acercaba a la puerta principal- Entonces, ¿Estás lista?

- ¿Para qué?

- Para ir a la escuela- de nuevo iba a cuestionar, ¿A qué se refería ahora? Ví el reloj pegado a la pared. 08:45. Sería imposible para un estudiante asistir a clases a esa hora.

- ¿Pero cómo?

- He, ¿Olvidas que soy acompañante de mi hermano?- claro, al estar relacionado con profesores puede entrar hasta la hora que dan su primera clase- O es que acaso ¿Quieres faltar a clases?

- ¡No!

- Entonces hay que irnos ya.- me sonrojé cuando sonrió con gracia, grité sin razón alguna y le hice sonreír.

Jamás me había sentido tan avergonzada y aliviada como hoy.

Me dejé de pensamientos y sensaciones raras y me levanté; agarré mi maleta y acaricié levemente a Toby. Al acercarme, el mayor abrió la puerta, pero antes de dejarme pasar me vió detenidamente. Iba a preguntar si pasaba algo, pero él me interrumpió.

- Cierto, casi lo olvido- me asusté cuando desapareció de un segundo a otro. Miré a todos lados y pensé en huir hasta que, de nuevo, sobresalté cuando Sans apareció frente mío, demaciado cerca que retrocedí de inmediato- Oh, lo siento.

- ¡Me asustaste!

- Ya me disculpé- me extendió unas cosas. Al observarlas bien, noté que era un suéter, (casi idéntico al de él, pero menos grueso y el color era más opaco) junto con una bufanda roja.

- Pero... ¿Por qué...?

- Si te enfermas no podrás asistir a clases, o, bueno, yo no te dejaré ir en ese estado- fruncí el seño, ¿Quién se creía este sujeto para impedirme hacer algo?- ¿Y bien? ¿Te lo vaz a poner o no?

Aparté la mirada. Tenía un orgullo que mantener, pero si aprendí algo en los días que he venido a esta casa, es que con Sans no se puede batallar. Podía ser flojo, pero también era muy determinado.

Suspiré y acepté agarrar las prendas para ponermelas. Después de eso, levanté la mirada y lo miré con seriedad.

- ¿Feliz?- dije en un tono duro, se notaba mi ligero desprecio hacia el esqueleto que tenía enfrente, el que no borraba esa estúpida sonrisa de su rostro.

- Demaciado- salió de la casa y yo lo seguí después de cerrar la puerta a mis espaldas.

Cuando pasamos enfrente de la cafetería, ví de nuevo la hora. 08:52. No me importó mucho, supuse que al menos podría llegar a la segunda clase que empezaba 09:10. Una persona pasó por mi cabeza. ¿Cómo estará Asriel?

Seguramente lo estarán acosando más que nunca, ya que, cuando está conmigo, nadie se quiere acercar.

Ya me imagino su cara de preocupación al verme en la escuela con una hora y diez minutos de atraso.

Volví al mundo real cuando noté el silencio que guardaba mi acompañante, lo vi de reojo. Parecía tranquilo, como siempre. Me dió un poco de curiosidad. ¿Cuál era su historia? ¿A qué se debía su actitud? ¿Tiene padres?... ¿Qué piensa de mi?

Me vio. Miré a otro lado rápidamente.

- ¿Pasa algo?- preguntó dudoso. Creo que me le quedé viendo de más.

- No- respondí casi al instante, tal vez eso delató mi inseguridad.

- No mientas, niña. ¿Tienes algo que decirme? ¿Algún insulto o-

- Gracias... - lo interrumpí. De nuevo estaba evitando lo que pensaba, pero, tampoco estaba mintiendo con lo que dije, de verdad agradecía que me ayudara. Cualquier otro me hubiera ignorado y dejado pasar el peor día para mí.

Sans no contestó de vuelta, creo que, mi declaración lo sorprendió un poco. Dejé de sentir su mirada sobre mí, eso me alivió, hasta que abrió la boca de nuevo.

- He, que rara eres, Frisk.

No dije nada, pero sonreí involuntariamente...

Jamás había escuchado a nadie pronunciar mi nombre de una manera tan dulce como lo hizo él...


Perfecto... Sólo en mi mente ▶FRANS◀ [COMPLETADA]Where stories live. Discover now