9. El primer paso

1.3K 101 21
                                    

Vuelvo de las pruebas médicas. Querían comprobar el sistema de comunicación.

¡Es de Amaia! ¡Ha sido ella!, querría gritarles.

Pero me hicieron preguntas. Y más preguntas.

Sí. Apretón.

No. Inacción.

Dejadme. Amaia ya debe haber llegado.

Pero siguieron haciéndome pruebas.

Y, por fin, ahora me han devuelto a la habitación.

Vuelvo cansado, a causa de la intensidad a la que me han sometido. ¿Intensidad? ¿No seré yo el que me canso hasta por respirar? Pero es imposible hacer nada con este cuerpo, con esta losa... ¿Por qué tengo que cargar con ella? ¿Por qué?

Al menos, espero encontrar a Amaia... Pero no la veo. El cansancio me golpea aún más fuerte.

-Las pruebas nos han mostrado que físicamente ya está preparado para comenzar la rehabilitación. Mañana lo verán los especialistas... -le explica el médico a mis padres.

Cierro los ojos, derrotado. No sé si estoy preparado para decepcionarme a mí mismo, una y otra vez. ¿Podré soportarlo? Tratar de sobrevivir sin expresar mi música de continuo ya será complicado. ¿Cómo podré aguantarlo todo? No seré capaz...

¿Por qué no me dejáis tranquilo?

Necesito tanto a Amaia... ¿Dónde está?

¿Dónde estás, Amaix? ¿Por qué no estás conmigo?

Pero, cuando se van los médicos, es otra cara la que entra en mi campo de visión. Una en la que no había reparado antes: Mario.

-Te estaba esperando, Alfred –me dice. Y, a pesar de su voz grave, una sonrisa aparece en sus labios-. Tus padres me han contado lo que hiciste ayer con Amaia. –Me coge la mano-. ¿Podría hablar contigo?

Le respondo apretándosela, por el camino que tan bien me sé. Su sonrisa se ensancha.

Entonces me pone al día de la situación, como tantas otras veces. Claro, conciso, sin tapujos, pero positivo. Por eso me gusta tanto Mario. Hace muy bien su trabajo, y los problemas son menos problemas cuando él los transmite.

-En resumen, a pesar de que vamos con retraso y no hemos podido cumplir los plazos iniciales, Desde el otro lado está listo para el lanzamiento... A falta del single –concluye, después de haberme explicado punto por punto la situación de las últimas semanas. Quiere cerciorarse de que me quedo con lo importante.

Lejos de ti.

Me estremezco, y todos los recuerdos se me vienen encima de golpe. Claro que no quería grabarlo. Era... Es un llanto desesperado, un lamento por mis notas perdidas... Por mi Amaia perdida. Estaba tan lejos de mí...

Y me habían comprometido... Me habían obligado a grabarlo cuando volviera.

Cuando volviera... Algo que ya no va a pasar. Lo dudo mucho. Y, de todas formas, ¿para qué quiero volver? Nunca debí haberme ido.

-Peter piensa que Contra la pared debería ser el single, y que simplemente debemos suprimir Lejos de ti.

Peter, el 'viejo' Peter, como a los Javis les gusta llamarlo. Siento una punzada de nostalgia: seguro que saben lo que me ha pasado, pero todo eso ahora me parece tan lejano... Recuerdo cómo nos reíamos al teorizar sobre cómo un británico de pura cepa como Peter había acabado en plena California. Los Javis... Mi corazón se encoge.

Pero miro a Mario, que me devuelve la mirada, expectante. No sé si espera alguna respuesta por mi parte, pero no se la voy a dar. Si no me ha preguntado directamente, es que aún no ha terminado. Ahora viene su propuesta, que por lo general suele ser la que más me convence. Tardé en aprender esto, pero ya nunca se me olvida.

No me engañas, amigo. Continúa.

Toma aire, parece que por fin se decide a seguir hablando.

-Yo... Lo he pensado mucho, y creo que Lejos de ti debe estar en el disco, y que debe ser el single.

Le aprieto la mano.

Esto no me sorprende. Los dos estamos de acuerdo en que es la mejor canción del CD. Y Amaia tiene que escuchar esa canción. Aún más ahora, porque no se lo puedo contar yo. Tiene que hacerlo mi música... Y quizás Desde el otro lado es la única que me queda.

Se me forma un nudo en la garganta. Bendito el momento en que escribí esa canción... Pero me angustia pensar que ahora no sé lo que voy a hacer. Encontraré la manera de transmitir mi música. La llevo dentro. Ella misma encontrará la salida. Pero me sigo sintiendo tan perdido...

-Y he pensado que... Quizás... -La vacilación de Mario me hace salir de mis pensamientos y volver a prestarle atención a él. Siempre vacila cuando me va a plantear algo arriesgado, pero también algo irrechazable-. Que podríamos enseñarle la maqueta a Amaia, a ver qué le parece... Y si no le importaría ponerle voz.

Aquí está. Arriesgado. Irrechazable.

Mario sigue hablando. Me recuerda que quizás a algunos fans les disguste. Seguro que Mario ya ha tenido que enfrentarse a esos argumentos. Pero, aunque entiendo las precauciones, para mí eso se sale de toda consideración.

Sé que las reticencias vienen por los últimos trabajos de Amaia. Y se me desgarra un poquito el corazón cuando la evidencia cae sobre mí. 

No era ella, se había perdido.

Pero ya se ha encontrado, Mario. Se ha encontrado para venir a buscarme a mí.

Me quedo muy quieto, mirando a Mario con intensidad, mientras por mi cabeza pasan los acordes de Lejos de ti en manos de Amaia, en voz de Amaia. Esa misma que me trajo de vuelta.

Tendrías que haberla escuchado cantándome. Era ella. Es ella.

Los acordes de Lejos de ti me llevan a los de esta mañana.

Lo más bonito es despertar...

-Entendería que no te parezca bien. En ese caso...

Mario no ha sabido interpretar mi silencio. No me sorprende. Nadie sabe hacerlo como Amaia.

Me apresuro a apretarle la mano con fuerza. Él se para en seco.

-¿Esto es por la propuesta de Amaia?

Sigo apretando más fuerte.

Pero tienes que ser listo. Amaia es muy cabezota.

-¿Te parece bien que se lo propongamos?

Vuelvo a apretar.

Nada me haría más ilusión. Las notas tienen que volver al pentagrama... Y tal vez este sea el primer paso hacia mi nuevo pentagrama.

Me estremezco. Quizás... Quizás así ella también se dé cuenta, porque...

Amaia está preparada. Confío en ella, Mario. Y confío en ti.

-Estupendo. Se lo propondré esta misma tarde. Ya he hablado con Lorenzo.

Mi sonrisa se materializa por fin. Encuentra el camino.

Pero ten cuidado, recuerda que Amaia...

-No te vas a imaginar a quién le he pedido ayuda para proponérselo...

Mis pensamientos se cortan en seco, consciente de mi suerte. Mario nos conoce más de lo que me gustaría reconocer.

Ay, Mario. Qué haría yo sin ti...

Cierro los ojos. Pero con la tranquilidad que me embarga, también siento patente el peso de la losa. Ha sido una mañana tan larga...

¿Dónde estás, Amaix?

El camino a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora