27. La maldición cruciatus.

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Harry observó a su alrededor. Delphini Riddle sonreía, maléficamente. Sus amigos parecían asustados, ellos no habían vivido algo así nunca antes en su vida. Dominique estaba inconsciente, Harry esperaba que en cualquier momento despertase. Harry seguía buscando alguna manera para que ellos pudieran escapar, en lo posible, sin que nadie salga lastimado. Pero lo veía casi imposible, ya que no poseían sus varitas. Así que continuó con su plan anterior: seguir distrayendo a Delphi, mientras él buscaba una forma de sacarlos de allí. Después de todo, era su culpa.

—Al parecer no eres muy ocurrente, ya veo porque necesitas que tu padre viva. –dijo Harry, en forma burlona-. Tu padre y Barty Crouch Jr. Hicieron el mismo plan, en mi cuarto año.

—No seré ocurrente. –dijo Delphini, sin dejar de sonreír-. Pero han caído en la trampa, dos veces. Y siempre vuelves a los mismo, Harry.

—Sigues sin decirnos que es lo que quieres con nosotros. -dijo Harry, alzando una ceja-. No creo que nos hayas llamado y atado por nada.

— ¿Es qué todavía no te has dado cuenta? -preguntó ella, alzando una ceja-. Pensé que eras más inteligente, Harry. -todos la miraron fijamente-. Los he traído aquí para matarte.

Todos miraron a Harry. Debería de habérselo imaginado. ¿Por qué los llamaría, si no? ¿Para hablar con ellos? Claro que no.

—Pero... ¿por qué llamarnos a todos? -preguntó Neville, arrugando la frente-. ¿Por qué no llamar sólo a Harry?

—Neville tiene razón. -concordó Ginny-. Ahora todos sabremos lo que has hecho.

—Te diré dos cosas, Ginevra. -le dijo Delphini-. La primera es que Harry no hubiera venido sin ustedes. Y segundo, así los asesinaría a todos de una sola vez.

— ¿Por qué asesinarnos? -preguntó Ron-. Si nos matas tu padre... Oh...

Allí pareció que todos entendieron. Si Delphini los mataba, Voldermort no moriría. Era una chica lista, al menos. Pero antes de que cualquiera pueda decir algo, una voz habló.

—Tú no les harás nada mientras yo pueda evitarlo.

Todos se voltearon a ver quien era la persona que había hablado. James Sirius Potter y Julienne Wood se encontraban frente a ellos, con las varitas alzadas. Aquello pareció causarle mucha gracia a Delphini.

— ¿Y que crees que me harán, James? -preguntó ella, riendo-. ¿Matarme? ¿Crees que dos niños como ustedes pueden derrotarme?

—No sé si derrotarte. -dijo Julienne-. Pero retenerte sí.

Delphini, James y Julienne hicieron un movimiento con la varita y de estás salieron tres encantamientos. Volvieron a repetir aquella acción durante unos minutos, hasta que James y Julienne fueron derrotados por Delphini. Ella los puso en sillas al lado de sus familiares, también atados. La situación estaba yendo de mal en peor. Harry estaba por entrar en pánico. No quería sufrir, otra vez. No quería ver que alguien asesinara a un familiar. Rogaba, por Dumbledore, que nada pasara. Que su yo futuro y sus amigos lleguen en cualquier momento.

—Bien... -dijo Delphini, riendo-. Creo que ya sé que haremos, Harry. -miró a su alrededor, con una mirada maléfica en sus ojos- Antes de asesinarte, cosa que no dudes que haré, te haré sufrir un poco. -Fantástico, pensó Harry con sarcasmo, me hará la maldición cruciatus. Pero estaba equivocado-. Primero verás a tu familia sufrir, y luego te mataré. Siempre es bueno ver como sufren las personas que ama la persona a la cuál le quitarás la vida. -sonrió, y con un movimiento de varita, desató a todos, menos a Harr y los obligó a arrodillarse frente a ella-. Muy bien, tomarán turnos.

Ella apuntó con su varita a James y gritó crucio. El rostro de James demostraba como sufría, al igual que el grito que salió de sus labios, fue aterrador. Los ojos de Harry se llenaron de lágrimas. Delphini rió, y continuó con Julienne, quien se encontraba al lado de James. Ella también sufría. Él no sabía que es lo que pasaba por la cabeza de esa chica, pero seguro era algo terrible. Antes de que Delphi pueda hacerle daño a alguien más, Harry gritó:

— ¡No! -miró a la chica a la cara-. ¡Basta! ¡Tortúrame a mi! ¡No a ellos! ¡Déjalos!

¿Por qué siempre los que estaban a su alrededor eran los que salían lastimados? ¿Por qué no podía vivir en paz nunca? Sólo deseaba desde el fondo de su corazón que alguien aparezca y los salve. Harry no podía hacer nada, aunque le doliera admitirlo, necesitaba ayuda de su yo mayor.

Y como si él los hubiera invocado, Harry, junto con Hermione, Ron, Ginny y un par de aurores, abrieron la puerta de la sala de Menesteres.

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Capítulo editado el 07/03/2019.

Harry Potter y la travesía hacia el futuro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora