JonDami Random

Por un nombre

El rey de Penumbra llevaba dos semanas a su cuidado y aún no había logrado obtener nada de él, ni siquiera su nombre...  y vaya que saberlo le era importante, si obtenía su nombre podría controlarlo, hacerlo suyo, no quería a un niño llorón en su cama, quería a un demonio que se equiparará en maldad y fuerza, veía el potencial en el chico, sin embargo, no hacía progresos y su padre empezaba a cuestionarse si era capaz de controlar a otro ser humano, como la dinastía El llevaba haciéndolo desde siglos.

Él también era rey de su país, Solaris. Un vasto y extenso reino próspero. Sin embargo, Jon le había suplicado a su padre por la aprobación de secuestrar al rey de Penumbra, lo había visto en una ocasión, años atrás, cuando él había ascendido al trono y la familia real de Penumbra había ido a presentar sus respetos, entonces había quedado totalmente prendado de esos ojos esmeralda.

Por supuesto, tampoco entonces había sabido su nombre. La familia real tenía la precaución de siempre mantener el nombre de sus reyes y reinas en secreto, evitando así que fueran manipulados por hechiceros.

Por lo tanto, Jon estaba tratando de averiguarlo a la antigua. Había comenzado torturando al menor, no a gran escala, por supuesto, lo último que quería era dejar alguna marca en la piel de su futuro esposo. No. Se dedicaba a robarle recuerdos, poco a poco estaba eliminando los recuerdos de alguien llamado Colin, el rey era consciente de que estaba perdiendo algo, pero no sabía que. Así que se limitaba a dejar que Jon hiciera la intrusión en su mente, robándole poco a poco, trozos de la persona que ama.

—Si te rindieras a mí, tu existencia en este país podría ser más cómoda. Puedo darte el mundo, si así lo deseas.

El menor lo miro con odio. Negando con la cabeza.

—Lárgate –ordenó.

Jon río ante la actitud del menor.

—¿Acaso me obligaras a que alguien más me lo diga? Puedo ser muy persuasivo –ronroneo.

Jon observó feliz como el chico se tensaba. Y la comprensión comenzaba a hacerle mella.

—Colin —susurro.

La expresión de Jon se vacío, no podía creer que pese a todos los recuerdos que le había robado sobre ese chico, fuera la primera persona en la que el menor pensara. Le soltó una bofetada que le giró el rostro por completo.

—Ahora me vas a escuchar, porque será la única vez que te lo diga. Tú me vas a decir aquí y ahora tu nombre o yo me encargare de que tu precioso amante, termine ejecutado mañana a mediodía en la plaza de Luminus. ¿Fui lo suficientemente claro?

Jon mentiría si dijera que no disfruto enormemente de la expresión de terror que el otro ostentaba.

—Mi nombre es Damian.

Ya lo tenía.

¿Se han fijado que me gusta hacer sufrir a Damian? Yo no había caído en ello hasta hace poco.