Ojos de cielo

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-Por favor, acepta mis sentimientos -expresó con nerviosismo al tiempo que le extendía una carta, una carta que contenía cada palabra que no se atrevía a decirle en voz alta.

Jon agacho la mirada a la espera, no podía enfrentarse a los ojos verdes de Damian sin temblar en el proceso y considerando que apenas si podía saludar al mayor sin tartamudear, el que hubiera logrado confesarse sin balbucear era todo un éxito, no quería arruinarlo como aquella primera vez que lo miro a los ojos y termino diciendo "Yo Jon" como un estúpido cavernícola. En su defensa, había que aceptar que los ojos de Damian eran preciosos, Jon podía jurar que eran color verde esmeralda, centellantes, pero había días en que el temperamento del mayor era... complicado, era entonces que sus ojos se veían azules, quizá grises. El verde le abandonaba para dar paso a ojos del color del cielo en plena tormenta, brumosos... oscuros. O quizá Jon alucinara demasiado con Damian Wayne y lo perfecto de su mirar.

-No me interesa -declaró con voz aburrida, comenzando a alejarse sin remordimiento o interés.

El menor no se atrevió a levantar la mirada, permaneció quieto en la posición que había adoptado, con las lágrimas pugnando por salir.

Sabía que este era el posible resultado, lo sabía y aun así decidió intentarlo, ¿pero que esperaba? Este no era el cuento de la príncipe y la plebeya, en el que ambos se conocían y terminaban siendo amigos (y en la mente de Jon, novios).

Tal vez Damian supiera de la beca que tenía por parte de la fundación Wayne y no quisiera darle más caridad... o quizá... quizá...

Las lágrimas ahora corrían libremente, comenzó a hipar y finalmente soltó la carta y salió corriendo en dirección opuesta, necesitaba alejarse, alejarse y pensar.
Por primera vez, se saltó las clases. No quería regresar y tener que pasarse las siguientes 4 horas rogando por un poco de aire fresco o una barra de chocolate, mientras hacía lo posible por fingir que todo estaba bien, que su corazón no se había fragmentado.

No, lo que realmente quería era ir a casa y acurrucarse, sin embargo, en su lugar, optó por ponerse su traje y comenzó a rondar por la ciudad, sin intención, presionando la señal de alarma que le conectaba directamente con Robín.

-Superboy -susurró, dejándose caer a su lado de manera descuidada. Jon podía sentir cómo le miraba de reojo, preocupado.

-Robin -respondió con la voz quebrada, al borde de las lágrimas nuevamente. En el tiempo que había pasado rondando la ciudad, había logrado serenarse un poco, pero la escena reciente no dejaba de repetirse en su cabeza.

-¿Qué sucedió? -demandó mientras se acercaba solo un poco más, casi rozando su hombro con el propio. Superboy contuvo el impulso de acurrucarse a su lado.

-Me declaré. Pero... pero él es demasiado para mí, me rechazó.

-¿Él? -inquirió con duda, consternado.

Jon no dijo más, se limitó a presionar su cabeza contra sus rodillas, abrazándose a sí mismo.
Robin se estaba debatiendo consigo mismo, ¡no había forma! Su mejor amigo no podía estar enamorado de él... era una situación demasiado bizarra para ser cierto. Superboy no podía ser Jonathan Kent. Aunque... ahora que lo observaba con atención, Jon tenía esa expresión atolondrada que tenía Superboy cuando miraba una barra de chocolate o se encontraba con un cachorro por la acera. También no podía obviar notar el parecido en el fisico. A pesar de que Jon siempre usaba ropa demasiado ancha para ser normal, Damian había podido observarlo unas pocas veces con el traje de baño en natación.

-Jon -susurro...

El menor elevó con rapidez la mirada, consternado. Se supone que no deben conocer la identidad secreta del otro. Su padre le había asegurado que con prosopagnosia no habría forma en que Robin averiguara su identidad.

-¿Cómo? -pregunto entre hipidos, intentando contener el llanto.
Damian retiro con calma el antifaz, nervioso de como reaccionaria su mejor amigo y amor secreto.

-¡Damian! -exclamó fuera de sí, al borde del pánico.

-¡Nombres, tonto! -gritó, colocándose con rapidez el antifaz.

-¡Tú también dijiste el mío! -se defendió, limpiándose con el dorso de la mano las lágrimas que se negaban a dejar de caer.

-Lo dije en voz baja, ¡tu enteraste a media Metrópolis! -protestó cruzándose de brazos, aun sin poder creer lo que estaba sucediendo.

-Lo lamento -respondió, bajando la voz. Damian era Robin, su mejor amigo... la persona a la que Jon admiraba.

No podía estar pasando.

-Debo irme... -susurro, listo para emprender el vuelo, ahora que sabía que Damian es Robin, no quería estar a su lado, no a sabiendas de que sus sentimientos no eran correspondidos.
Damian lo detuvo antes de siquiera poder levantarse.

-Tenemos que hablar -declaró, aferrando su mano.

Jon negó con la cabeza, mirando al suelo, no tenían nada de qué hablar. Le había rechazado, ¿hay algo peor que tu mejor amigo te rechace? Probablemente sí... decidió, que lo haga por segunda ocasión.

-Robin yo-

-No digas nada... no hace falta. Solo mírame -pidió, bajando el tono.

Se atrevió entonces a alzar la mirada, encontrándose con que el mayor no portaba el antifaz, observó con deleite que los ojos de Damian parecían relucir, tenía las pupilas dilatadas y un leve sonrojo en las mejillas. Jon jamás había visto sus ojos tan cerca, sin duda alguno eran preciosos y parecian estar iluminandose por él.
Superboy fue plenamente del momento en que Damian deslizó su mano por su cabello, acariciándolo con cuidado hasta llegar a su nuca, atrayéndolo hacia sí. Jon dejó de respirar en ese momento, la cercanía hacía que su corazón latiera inquieto, esperanzado.

-Respira -susurro antes de unir sus labios en un casto beso.

¿Pasaron horas, minutos, apenas un latido en su corazón? No lo sabía, le bastaba con acunar el rostro de Damian y observar sus ojos para saber que ese momento era perfecto y lo recordaría por siempre..

-Tienes los ojos del color del cielo -declaró Robin-, brillantes, lejanos... hermosos.

Jon rió con suavidad, recargando su frente contra la de Damian, embelesado.

-¿Me creerías si te dijera que pienso lo mismo de los tuyos? -preguntó con dulzura.

-Quizá lo crea algún día... -concedió, esbozando una pequeña sonrisa.

Jon unió nuevamente sus labios, prometiendose a sí mismo que le repetiría esas mismas palabras a Damian las veces que hiciera falta para que le creyera...

Que tenía el cielo en la mirada, que era sus ojos de cielo.

Creo que me medió perdí del punto inicial, ¿a qué sí?

JonDami RandomWhere stories live. Discover now