Lilith

8.9K 750 74
                                    

El apocalipsis se había desatado. Los Lilin, hijos de Lilith habían corrompido a casi toda la población mundial, habían sido listos, demasiado... Habían comenzado corrompiendo a los más grandes héroes y a todo aquel que poseyera poderes. Les habían arrebatado su alma y luego, los habían convertido en marionetas que solo buscaban recuperar lo perdido: su alma. Así que habían comenzado a robarlas. No había quien se les opusiera, nadie que pudiera dar un paso al frente y detener la masacre.

Los pocos que lo habían intentado habían terminado muertos o peor, convirtiéndose en lo mismo que habían jurado destruir.

Damian era uno de los pocos héroes que quedaba con vida, con alma. Si era honesto consigo mismo, le sorprendía tener una. Pero ahí estaba él, huyendo de uno de esos monstruos desalmados.

No, se dijo. No era un monstruo. Se trataba de Jon.

El menor lo había estado cazando casi desde el comienzo, cuando lo transformaron.

Ahora Damian solo sabía correr, huir como un vil cobarde. Y eso le repugnaba. Comenzaba a cansarse de ese juego que habían establecido del gato y el ratón.

¿Por qué se preocupaba ahora tanto por su alma, cuando en el pasado habría jurado que no tenía una?

–Sé que estás aquí –exclamó alegremente Jon. –Vamos Dami, ¿no quieres ver a tu novio?

Damian exclamó una maldición por lo bajo, comenzando a moverse. Sabía que estaba atrapado y que Jon escuchaba cada uno de sus movimientos, pero lo que él era de vida o muerte, para Jon era un simple juego.

–¡Aquí estás! –canturreo, mientras le cerraba el paso de la única salida.

–Jon... –susurro, mientras le observaba con detenimiento, nada en él parecía haber cambiado, nada excepto los ojos, totalmente negros sin rastro del azul que tanto amaba.

En un parpadeo, el hijo de Superman lo apresó entre sus brazos, sujetándolo de la cintura con fuerza.

–Sabes –comenzó a decir, mientras delineaba su labio inferior –lo único que se necesita para tomar un alma es un beso. Sin embargo, hay quienes tienen otra opinión. Dicen que para que el alma de un humano sepa mejor, primero hay que tomarlos, hacerlos chillar de placer.

Damian lo miro con detenimiento, preguntándose como había sido tan estúpido como para dejar la kryptonita en su cinturón, que en ese momento, no portaba.

–Tú no quieres hacer esto Jon. Para –suplicó, mirándolo a los ojos, intentando ver más allá del vacío que se perfilaba en ellos.

Jon lo miró, parpadeando rápidamente. Y entonces, Damian se descubrió mirando los ojos azules de Jon.

–Aléjate, ¡ahora! –exclamó histérico, empujándolo lejos, logrando que se golpeara en el proceso.

–Jon… –murmuró Damian, intentando acercarse.

–¡NO! ¡VETE! –gritó mientras se sujetaba la cabeza y caía de rodillas.

Damian le lanzó una última mirada, antes de echar a correr, no tenía intención de dejarse atrapar.

No todavía. No cuando SU Jon, le estaba dando oportunidad de escapar.  Tenía que haber una solución, tenía que rescatarlo de sí mismo.

–Te amo, habibi –dijo, esperando que Jon aún pudiera escucharle.

Este... sin comentarios.

JonDami RandomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora