Si tu corazón es mío...

5.8K 547 37
                                    

—Mereces algo mejor. Yo no puedo ser lo que necesitas— exclamó con la voz carente de emociones, vacía—. Márchate, Jon.

Vio como el menor tomaba aire, deteniendo su mirada unos segundos de más en el anillo que adornaba su dedo. Estúpido, se reprochó, prosiguiendo con premura a ocultar su mano tras su espalda.

No significa nada, se repitió.

—Dami...

—No deseo escucharte, he tomado mi decisión —le interrumpió con brusquedad.

Superboy negó con la cabeza, moviéndola con calma, como si temiera asustarlo al realizar movimientos bruscos. Damian comprendió que no tenía caso discutir, Jon no se iría, tendría que ser él quien le diera la espalda, él que diera el paso hacia adelante y no se atreviera a mirar atrás.

Le dedicó una última mirada antes de girarse y comenzar a caminar hacia la salida del apartamento que compartían. Su pequeño refugio contra el mundo, el primer lugar donde realmente se sintió en casa.

Observó el anillo que adornaba su anular, una sencilla alianza de oro, nada ostentoso. Damian lo toco con cariño antes de retirarlo y colocarlo con cuidado en el buró, no podía llevarse nada.

—Mírame a los ojos y dime que no me amas, dime que todo lo que nos prometimos ha sido una farsa, que... que no significo nada para ti —demandó Superboy, apresurándose por eliminar la distancia que les separaba, hasta colocarse a sus espaldas.

Damian no se giró, por el contrario tomó el pomo de la puerta y tiró de ella para abrirla. No llegó lejos, los fuertes brazos de Jon lo apresaron, azotando la puerta en el proceso. Intentó resistirse, pero Kent fue más rápido y lo giró de modo que su cara quedara recargada contra su pecho.

—No me mientas, por favor. Lo prometiste —suplicó, afianzando su agarre.

—No soy bueno para ti —susurro, luchando por el impulso de devolver el extraño abrazo, por acurrucarse en el pecho de su novio y fingir que nada ha pasado. Que los eventos de la semana pasada no le habían afectado.

—Eso solo puedo decidirlo yo, Dami. Confió en mis elecciones, esperando que tú puedas confiar en las tuyas. Yo te he elegido y eso no va a cambiar, pase lo que pase —prometió, depositando un beso en la frente.

El beso lo regreso a la realidad, se retorció intentando apartarlo, apoyando las manos en su pecho, mirándolo con furia. ¡Sabía que estaba haciendo! Desde que comenzó su relación con el menor, Damian sabía, sabía en lo más profundo de su ser que no merecía estar con una persona como Jon. No cuando había tanta sangre manchando sus manos. Slade solo le había recordado lo que temía... Nunca ser suficiente.

La paciencia de Jon se estaba esfumando, Damian podía observarlo en su expresión. En poco tiempo alguno de los dos cometería una estupidez.

—¡Suéltame! —ordenó, empujando lo más fuerte que pudo, sin obtener resultados.

—¡Nunca en esta vida! ¡Maldita sea, Damian! ¡No me importa que ideas ridículas te haya dicho ese villano de segunda! Tú no te vas...

—¡No puedes decirme qué hacer! –exclamó fuera de sí—. ¡Apártate, estúpido alíen!

El mayor no esperaba el fuerte golpe contra la pared, mucho menos que Jon lo inmovilizara contra esta, furioso.

—Solo hay una forma de que salgas de aquí, Damian —declaró, aflojando un poco el agarre que mantenía sobre sus muñecas—. Dilo... dilo y entonces todo entre nosotros se habrá terminado.

Por fin, se atrevió a mirarlo a los ojos. Jon tenía unos ojos azules preciosos, Damian había pasado semanas intentando encontrar un punto de comparación, algo que le ayudará a describir el azul que encontraba en esa mirada; no había encontrado nada. Los ojos de Jon eran únicos en el universo. Sin embargo, justo ahora se asemejaban al color del mar en medio de una tormenta: agitados, brumosos y oscuros. El impulso de pintarlos se hizo latente y demasiado doloroso.

Suspiro rendido, dejando que su cuerpo en tensión se relajara lentamente.

El menor percibió el cambio, dejando que ambos se deslizaran hasta terminar en el suelo, en ningún momento lo soltó, pero busco una posición más cómoda para ambos.

—No me dejes —susurro con la voz quebrada, al borde de las lágrimas—. No podría soportarlo... no quiero imaginar un futuro sin ti a mi lado...

Robin sabía que no debía asentir, no debía alegrarse de que el menor lo detuviera. Y aun así...

—No quiero hacerlo —confesó en voz queda, girando la cabeza para evitar que el menor observara lo que se ocultaba en lo más profundo de sus ojos—. No quiero dejarte.

Jon se separó unos centímetros para luego tomar con delicadeza su mentón y levantarlo para hacer que sus ojos se encontraran de nueva cuenta.

—Entonces no lo hagas —pidió con cariño—. Si tu corazón es mío, déjame conservarlo hasta el final de los tiempos.


De nuevo, volvemos a los drabbles raros, ¿a que sí? Se suponía que este era uno del reencuentro de Jon y Damian, pero, mis cabras se perdieron e hicieron algo raro.

JonDami RandomWhere stories live. Discover now